Del 24 al 30 de mayo de 1972, el Seminario San Pío X de Santarém, en Brasil, acogió un encuentro que muchos consideran decisivo, al marcar las prioridades pastorales para la Amazonía, contenidas en el “Documento de Santarém”. Del 6 al 9 de junio de 2022, se celebrará una nueva reunión en el mismo lugar, presentada en rueda de prensa este 5 de abril.
Por Luis Miguel Modino
Mons. Irineu Roman, arzobispo de Santarém, considera el encuentro como «un momento oportuno para que la Iglesia de la Amazonía refuerce el espíritu de unidad y colegialidad, expresión del camino sinodal que estamos viviendo«. Según el arzobispo de Santarém, estamos ante una oportunidad para que «la Iglesia experimente una nueva misión en la encarnación en la realidad y una acción liberadora», recordando las palabras del Papa Pablo VI, que dijo que «Cristo apunta a la Amazonía», algo que llama a la «responsabilidad común ante los grandes problemas y a la opción preferencial por los pobres».
El encuentro que tendrá lugar en junio es visto por Mons. Irineu Roman como un momento para «renovar, reencarnar, actualizar, esta obra misionera inserta en la historia de la Amazonía«, iniciada hace 50 años. Un encuentro que debe realizarse con espíritu sinodal, viviendo así «una experiencia de fraternidad y de fortalecimiento de nuestro camino eclesial en la Amazonía».
Revisar este documento inspirador
«Celebrar los 50 años es volver a visitar este encuentro tan importante para nuestra querida Amazonía», afirmó Mons. Leonardo Ulrich Steiner. El arzobispo de Manaos y vicepresidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA recordó cómo la «preocupación de los obispos reunidos nos hizo pensar en una Iglesia encarnada y en una evangelización liberadora, dos líneas que siguen guiando nuestra evangelización en la Amazonía», lo que debería llevarnos a «revisar este documento inspirador».
Mons. Steiner ve lo que ocurrió en Santarém hace 50 años como «el comienzo de los frutos que hemos cosechado con el Sínodo«, de un camino en el que se discutieron cuestiones hasta llegar al Sínodo que nos guía hoy. De hecho, muchos de los elementos del Documento están presentes en el Sínodo, incluso en los sueños del Papa Francisco.
A partir de ahí, el arzobispo de Manaos lanzó una invitación: «Dejémonos impregnar por ese espíritu que guio a nuestros hermanos en aquella ocasión, para que sigamos siendo testigos de Jesús, sigamos siendo testigos del Reino de Dios, y busquemos ser una presencia de esperanza para la Amazonía, especialmente para los pueblos originarios, pero también para el medio ambiente que ha sido tan agredido en los últimos tiempos«, insistiendo en la necesidad de «caminar con audacia y coraje en nuestra acción evangelizadora en la Amazonía».
Una Iglesia profética que no tiene miedo de defender la vida
Santarém fue «una explosión del Vaticano II y de Medellín, que obligó a la Iglesia de la Amazonía a tomar decisiones que orientaron el rumbo de la Iglesia«, según Mons. Roque Paloschi, arzobispo de Porto Velho y presidente del CIMI. Fue un momento que «da las indicaciones para una Iglesia como pueblo de Dios, valorando a los laicos, una Iglesia en salida, una Iglesia misionera», según el arzobispo de Porto Velho. Llamó a entender que «volver a Santarém es agradecer y alabar a Dios por los pasos que la Iglesia ha podido dar».
Destacando «la importancia de una Iglesia profética que no tiene miedo de defender la vida«, que estuvo presente en Santarém hace 50 años, recordó que en ese encuentro surgió el Consejo Indígenista Misionero (CIMI), que actualmente preside y que también cumple 50 años, y luego la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), «que muestra la sensibilidad de la Iglesia y de sus pastores hacia el pueblo de Dios, para dar respuestas concretas a esas realidades sufrientes».
Nuevos lugares en la Iglesia
El encuentro de Santarém en 1972 fue “una oportunidad para que la Iglesia de la Amazonía tomara una decisión muy profunda en favor de los pueblos de la Amazonía y en defensa del medio ambiente”, según Márcia de Oliveira. La asesora de la REPAM-Brasil señala que «las semillas de una ecología integral nacieron hace 50 años y hoy las estamos cultivando en la misión, en el trabajo y en las actividades de la Iglesia en toda la Amazonía».
«Santarém aporta al debate de la Iglesia nuevos lugares de discurso, nuevos lugares de participación, nuevos territorios, nuevos avances para la Iglesia en los grandes retos que la Iglesia empieza a asumir en ese momento», según la socióloga. Insistió en que «en Santarém se reposiciona una Iglesia de los pobres, una Iglesia con el rostro de los campesinos, con el rostro de los pueblos indígenas, con el rostro de las mujeres, con el rostro de las periferias”. Santarém nos muestra «una Iglesia comprometida con la causa de los pobres de la Amazonía», viendo en ese encuentro «un momento importante que reconoce el protagonismo de los pueblos indígenas en la defensa de la Amazonía».
Los problemas se han multiplicado
El encuentro de junio será una oportunidad para profundizar en los retos que surgieron hace 50 años, «porque los problemas también se han multiplicado, los desafíos están ahí», según el arzobispo de Santarém, que también destacó los elementos positivos que generan esperanza. Durante el encuentro se abordarán algunos temas muy preocupantes para la Amazonía, como la minería ilegal y el mercurio, que afecta cada vez a más personas en la Amazonía, algo que «está matando lentamente a la gente», dijo Mons. Leonardo Steiner.
Santarém fue un encuentro que ayudó a fortalecer los lazos entre la Iglesia en la Amazonía y la Iglesia en el resto de Brasil, aumentando el número de misioneros en la región, según el arzobispo de Manaos, algo que ha marcado la vida de la Iglesia en los últimos 50 años, insistiendo en que «el camino de la Iglesia en la Amazonía ha hecho bien a la Iglesia en Brasil», ayudando en un camino de esperanza, fecundo, profético. Un camino extraordinario que siempre ha estado muy presente en el corazón del Papa Francisco.
Profundizar la relación de la Iglesia con los pueblos originarios
En relación con los pueblos originarios, Mons. Steiner insistió en que «es necesario que profundicemos en nuestra relación», en darles cada vez más voz, en no tener miedo de que la Iglesia esté presente en medio de estos pueblos. No podemos olvidar que «los territorios indígenas son las zonas mejor conservadas de Brasil», insistió Mons. Roque Paloschi, quien también destacó que «nuestra fe no está desconectada de la vida», y que «no es posible como cristianos caminar por caminos de muerte y destrucción, donde se alimenta el odio«. En relación con esto, Marcia de Oliveira llamó la atención sobre la descolonización de las prácticas pastorales, algo que apareció en el Sínodo para la Amazonía, insistiendo en la necesaria encarnación, interculturalidad y protagonismo de los pueblos indígenas.
Al abordar la evangelización de los pueblos indígenas, Mons. Roque Paloschi llamó a superar las mentalidades colonialistas, reconociendo las semillas del Verbo presentes en medio de todas las culturas. En este sentido, Mons. Leonardo Steiner destacó la riqueza de lo que ha hecho la Iglesia en la Amazonía, «ayudando incluso a los pueblos a recuperar su propia cultura», algo que ayuda a mantener la identidad y la dignidad de un pueblo, lo que debe entenderse como una acción evangelizadora. No podemos olvidar, según el arzobispo de Manaos, que «el Evangelio sabe inculturarse, el Evangelio va y muestra la dignidad de la cultura». Junto a esto, la cuestión de los ministerios laicos, el diaconado permanente, el clero indígena, la presencia de la Iglesia en la región, la educación integral y la defensa del medio ambiente, elementos que surgieron del Sínodo para la Amazonía y que fueron destacados por Mons. Irineu Roman.