Cardenal Barreto: “La REPAM debe acompañar las poblaciones de la Amazonía, escuchar sus gritos y el clamor de la tierra”

                                                                                                                                                                                                           Foto: Card. Pedro Barreto – No 1

El cardenal Barreto conoce la REPAM desde que fue fundada en 2014, momento en que se inició algo inédito, según el purpurado peruano. En ese momento asumió la función de vicepresidente, y en este mes de noviembre pasará a ser su nuevo presidente. El Sínodo ha traído una nueva realidad, la Conferencia Eclesial de la Amazonía, llamada a complementarse con la REPAM, que “debe continuar muy de cerca su misión de acompañar las poblaciones indígenas y ribereñas de la Amazonía, escuchar sus gritos y el clamor de la tierra”.

Con la CEAMA estamos ante “una Iglesia renovada, una Iglesia que quiere escuchar a Dios, quiere a escuchar a los hermanos y quiere escuchar también a la naturaleza, para poder buscar juntos la voluntad de Dios y ponerla en práctica”, afirma Barreto. El cardenal destaca la importancia de los pueblos originarios y las mujeres en el proceso sinodal, con un discurso “que tenía un contenido afectivo y decisivo en la lucha por la vida y la dignidad”.

Para alguien que se considera un hijo del Vaticano II, que ve como un kairós, algo que también afirma del Documento de Aparecida, donde fue relator el primer Papa latinoamericano, alguien que siempre insiste en los procesos. El purpurado no duda en afirmar que no podemos tener miedo en buscar nuevos caminos para la Iglesia, en asumir una dinámica sinodal. Personalmente, le entusiasma “esta propuesta de caminar juntos”, siguiendo los documentos conciliares y el magisterio del Papa Francisco, que ve como “experiencias vitales para mi persona”.

En los últimos días ha sido dado a conocer que usted asumirá un nuevo servicio en la Iglesia de la Amazonía, pasando a ser el presidente de la REPAM. ¿Cómo encara este nuevo servicio en algo que es conocido, pues desde la fundación de la REPAM es vicepresidente de esta red?

En primer lugar, veo una continuidad de mi servicio, por la tradición que hay en este caminar juntos desde 2014, cuando ya teníamos el respaldo inicial del Papa Francisco, cuando tuvimos la experiencia más directa de comenzar algo inédito, porque hablar de una red eclesial que abarcase los siete millones y medio de kilómetros cuadrados del bioma amazónico, no teníamos ni idea de cómo hacerlo.

Sin embargo, en este camino juntos, hemos ido descubriendo nuevos rostros, nuevas personas, especialmente rostros de pueblos originarios amazónicos. Por lo tanto, mi experiencia es continuidad, y continuidad en la novedad, porque en realidad la Conferencia Eclesial de la Amazonía ya es una realidad, por mandato expreso del Sínodo realizado hace un año en Roma, y también con el respaldo, yo diría pleno y total, del Papa Francisco. Es la continuidad de una novedad en la CEAMA.

                                                                                                                                                                               Foto: Card. Pedro Barreto – No 2

 

El pasado día 28 de octubre, la REPAM organizaba un webinar para hablar los avances y perspectivas del Sínodo un año después. Ante una de las preguntas de los participantes, el cardenal Hummes, hasta ahora presidente de la REPAM y presidente de la CEAMA, decía que ambas son parte de un todo, que no hay cómo separarlas, y que a través de la REPAM es como la CEAMA se hace presente en el territorio. ¿Cómo se va a organizar ese trabajo en común entre la REPAM, que tiene seis años de vida y tuve un papel muy destacado en el proceso del Sínodo para la Amazonía, sobretodo en la preparación, y este nuevo organismo, que como usted ha dicho, el Sínodo pidió para la Iglesia de la Amazonía?

La CEAMA es inédita en la historia de la Iglesia, de alguna manera es un cauce sinodal, de escucha, de discernimiento y de puesta en práctica de estas 177 precisiones, que como nuevo camino para la Iglesia y para una ecología integral, están precisadas en el Documento Final del Sínodo. Yo diría que ahí está la clave de todo lo que la CEAMA es en realidad. En la Querida Amazonía, que es un signo de amor y de servicio de la Iglesia a este bioma tan importante para la humanidad, en ella el Papa Francisco formula cuatro sueños que la Amazonía le inspira, y el cuarto sueño le alienta a profundizar este camino pastoral para regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos.

La REPAM debe continuar muy de cerca su misión de acompañar las poblaciones indígenas y ribereñas de la Amazonía, escuchar sus gritos y el clamor de la tierra. La REPAM es una complementación de la CEAMA, y aquí está la gran riqueza de este proceso sinodal. La CEAMA ya tiene un espacio de articulación, de coordinación, muy estrecho con el territorio, y desde ella con las poblaciones indígenas.

El Papa Francisco es alguien que insiste mucho en los procesos. En el encuentro que tuvo con los obispos, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro, en 2013, dijo que la Amazonía era un banco de pruebas para la misión de la Iglesia. Teniendo en cuenta que el próximo sínodo, en 2022, va a ser sobre la sinodalidad, ¿esta nueva Conferencia Eclesial de la Amazonía puede ser entendida como un banco de pruebas que pueda ayudar a crear nuevas estructuras en función de la sinodalidad en otras partes del mundo, dentro de la Iglesia universal?

 

Sí, la CEAMA es inédita, como ya hemos indicado, es una conferencia eclesial, y una conferencia eclesial expresa con nitidez la realidad de una Iglesia conformada por todos los bautizados y bautizadas. Esta conferencia eclesial surge en un proceso renovador. De alguna manera, esta primera conferencia eclesial de una región precisa, como es la Amazonía, tiene para la Iglesia también un rebrote de una nueva imagen de una Iglesia renovada, una Iglesia que quiere escuchar a Dios, quiere a escuchar a los hermanos y quiere escuchar también a la naturaleza, para poder buscar juntos la voluntad de Dios y ponerla en práctica.

Me parece que no es que no es que sea un banco de prueba, es una realidad eclesial nueva, única en la historia de la Iglesia y que definitivamente está abriendo paso para una renovación de la Iglesia en la Amazonía y lógicamente es un aporte para la renovación de la Iglesia universal.

En la Asamblea Sinodal fue muy destacado el reconocimiento de la aportación que tuvieron tanto las mujeres cuanto los pueblos indígenas en el desarrollo de la asamblea. En la nueva Conferencia Eclesial de la Amazonía están presentes las mujeres y también los pueblos indígenas como una muestra de esa Iglesia Pueblo de Dios de la que usted hablaba. ¿Esa presencia de la realidad local y de las mujeres ayuda a hacer realidad aquello que el Papa Francisco desea y coloca en Querida Amazonía, como ha dicho en otros momentos, que las mujeres asuman papeles de protagonismos y ocupen espacios de decisión en el caminar de la Iglesia?

En realidad, no solamente la presencia de la mujer y de los pueblos originarios se dieron en el Sínodo, sino también a lo largo y ancho de la Amazonía en la participación destacada de las mujeres y de los pueblos originarios durante la preparación. No olvidemos que 45 asambleas territoriales se realizaron en el proceso preparatorio y todos los insumos del Documento de Trabajo tenían una riqueza muy grande, porque recogía la voz de los pueblos originarios y, de manera especial, la mujer. Por mi propia experiencia personal recuerdo los rostros de mujeres indígenas que aportaron mucho, no solamente en el proceso sinodal, sino también a mi propia experiencia personal.

                                                                                                                                                                                                                            Foto: Card. Pedro Barreto – No 3

Su discurso brotaba, no tanto de una reflexión racional, sino más bien de una experiencia, que pasaba por la razón lógicamente, pero que tenía un contenido afectivo y decisivo en la lucha por la vida y la dignidad de los pueblos originarios. La asamblea primera que se ha realizado el 26 y 27 de octubre, ha quedado demostrado también la importancia de escuchar a las mujeres y a los pueblos originarios en este proceso de renovación de la Iglesia y de este proceso de inculturación más a fondo en la realidad amazónica.

Usted habla de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Eclesial de la Amazonía. En este mes de noviembre, en los próximos días, se va a reunir el comité ejecutivo de la REPAM, donde va a intentar, como se ha hecho por parte de la CEAMA, ir concretizando esas propuestas del Documento Final del Sínodo que harían más referencia explícita a la REPAM. Como nuevo presidente de la REPAM, ¿qué es lo que espera de este momento y cuáles son los desafíos que se presentan para la red de cara al futuro?

La REPAM deba continuar su misión de acompañar muy de cerca a las poblaciones indígenas de la Amazonía. Segundo, estoy muy convencido que ahondará mucho más la REPAM en su espacio articulador, en este proceso evangelizador de la Iglesia. Tercero, ofrecer estos puentes de comunicación con la CEAMA. Esta comunicación con la CEAMA yo diría que es la identidad propia de la REPAM.

La REPAM por sí sola, simplemente ha sido este caminar juntos desde el territorio, y definitivamente tenemos que buscar la mejor forma de que la Iglesia sea aliada de los pueblos originarios para que podamos responder a ese deseo profundo que fue expresado en el aula sinodal, una Iglesia compañera de camino, una Iglesia que recoge todo lo mejor de los pueblos originarios, y que definitivamente nos ayuda a vivir una experiencia, yo diría eclesial, y que puede dar mucho fruto para poder dignificar la persona humana, dignificar también la cultura y todo el proceso de reconocimiento de nuestra tierra y del bioma amazónico, no como un recurso natural para explotar por la avidez del sistema económico imperante, sino que ha de tenerla como casa de todos y cada uno de nosotros.

                                                                                                                                                                                                                                      Foto: Card. Hummes – No 4

El cardenal Hummes decía en estos días que estamos ante un proceso de cambio que puede durar generaciones. De hecho, el Papa Francisco, en un encuentro que tuvo con sus compañeros jesuitas en su viaje a Chile en 2018, decía que el Concilio Vaticano II tardaría cien años en ser asumido por la Iglesia. La sinodalidad, una Iglesia inculturada, que intenta responder a la realidad local, son elementos propios del Vaticano II. Pero al mismo tiempo, vemos que eso provoca ciertas resistencias, ¿cómo ayudar a hacer realidad esa sinodalidad, esa inculturación, esa interculturalidad, especialmente en la Amazonía?

Hay experiencias en la Iglesia que podemos decir que es un kairós, una experiencia de Dios presente en la historia, en la Iglesia, al servicio de la humanidad, como es el caso del Vaticano II. También al servicio de la Iglesia latinoamericana, que es el Documento de Aparecida, en 2007. Estoy convencido que, así como el Concilio Vaticano II era un proceso renovador, de una Iglesia renovadora, servidora de la humanidad, fiel al mandato de Cristo, así también el Documento de Aparecida, de la V Conferencia Episcopal Latinoamerica, es la respuesta de Dios a esta necesidad muy sentida de una Iglesia que quiere renovarse desde el corazón del Evangelio. Podemos decir que todo proceso es un avance cualitativo en la evangelización.

Aquí tenemos una experiencia también inédita, porque Francisco es el primer Papa de la historia de la Iglesia que viene del continente latinoamericano. En este sentido, escuché también, ya hace algunos años, que el Documento de Aparecida, al igual que el del Concilio Vaticano II, tienen que pasar décadas para su asimilación y puesta en práctica en la Iglesia latinoamericana, y lógicamente en un aporte a la Iglesia universal. Nadie imaginaba hace diez años, en su sano juicio, que íbamos a tener un papa latinoamericano, nadie se imaginaba que ese papa, el 266 sucesor del apóstol Pedro, era el responsable de coordinar la comisión de redacción del Documento Final de la V Conferencia Episcopal del CELAM.

En este sentido, podríamos decir que cuando se habla de procesos, se habla de experiencias muy profundas del kairós que vive la Iglesia en su renovación, a pesar de que surjan también dificultades, obstáculos, para evitar, aunque es incontenible, que este proceso avance conforme Dios quiere. No tenemos que asustarnos, tenemos que buscar estos nuevos caminos para la Iglesia, y así lo puso el Papa en el tema del Sínodo sobre la Amazonía. Es muy importante este aporte eclesial de este proceso sinodal, que continua con fuerza y que, gracias a Dios, a todos nos mantiene viva la esperanza.

                                                                                                                                                                                  Foto: Card. Pedro Barreto – No 5

 

Usted es cardenal, que son considerados los hombres de confianza del Papa. ¿Qué le anima a continuar apoyando las reformas del Papa Francisco, especialmente en la Iglesia de la Amazonía?

Lo que más me entusiasma es esta propuesta de caminar juntos, que llamamos la sinodalidad. Ya el Papa Francisco dijo que la reforma de la Iglesia, a la luz del Vaticano II, a la luz de la Evangelii Gaudium, a la luz de estas dos encíclicas fundamentales del Magisterio Social de Francisco, que es la Laudato Si y Fratelli Tutti, recientemente dada a conocer, son, sin duda alguna, experiencias vitales para mi persona. De alguna manera, como soy hijo del Concilio Vaticano II, uno se entusiasma al leerlo, pero se entusiasma mucho más al experimentarlo, en esta fragilidad, pero al mismo tiempo fortaleza del Espíritu de Dios, que nos anima a renovar nuestro rostro y a enriquecerlo con nuevos rostros, en este caso amazónicos, para la Iglesia.

 

Fuente: Repam