Tania Ávila Meneses, Auditora en el Sínodo para la Amazonía, habla sobre el proceso sinodal y los desafíos de la comunicación y el diálogo intercultural en el Sínodo.
Tania Ávila, teóloga y miembro de la red Amerindia en Bolivia, manifiesta que este proceso sinodal lo ha vivido con la sorpresa de conocer distintos eventos y realidades de la Amazonía, forjando un compromiso y la conciencia de que lo que sucede en la Amazonia pasa en todas partes, “porque todo está relacionado”, asegura.
“Durante este tiempo ha sido muy rico en cuanto a la posibilidad de poner en común todas las miradas que tenemos, tanto los padres sinodales, especialistas, auditores y los invitados, esto nos permite tener como un abanico que se abre y te permite conocer toda la Amazonia”, comparte en relación a la experiencia de los congresos generales dentro del Aula sinodal.
Sobre los círculos menores destaca que este proceso ha ayudado a un diálogo reciproco, marcado por el respeto, la escucha y la capacidad de ir transformando cada vez que se conversa sobre un tema o una situación.
A su vez esta dinámica permite, según la teóloga, “tomar conciencia de que no son temas aislados son situaciones vitales que son necesarias transformar, para poder desde la experiencia de la Amazonia compartir a la Iglesia universal”.
“Creo que el desafío de la comunicación y el diálogo intercultural ya ha sido parte del proceso sinodal, primero encontrarnos entre distintos pueblos indígenas para poder dialogar sobre aquello que nos preocupa, nos convoca y nos desafía a cuidar, porque es la vida misma, nos ha llevado a ver que somos diferentes entre pueblos indígenas, pero que tenemos en común el cuidado de la Amazonia”, explica en el campo de la comunicación y diálogo.
Dentro del tema remarca que el entablar diálogo con la Iglesia, que tiene una mirada diferente, una lógica de conocimiento propia hace que el diálogo intercultural se vaya ampliando y sea un desafío, “hay que reconocer que no partimos de cero, llevamos muchos años en procesos de comunicación recíproca, llevamos muchos años haciendo un diálogo que progresivamente se hace intercultural”.
La teóloga descarta la plenitud de un diálogo y explica: “decir que tenemos un dialogo pleno seria falso, porque es difícil renunciar a mi propia lógica de conocimiento y que el otro renuncie a su propia lógica de conocimiento.
Para un diálogo intercultural tenemos la necesidad de que la relación sea asimétrica, tener la capacidad de mirarnos a los ojos de igual a igual, dejándonos transformar por el proceso mismo, donde mi manera de ver el mundo va ser transformada por la mirada de la otra persona y también su modo de ver el mundo va ser transformada por mi mirada”.
En cuanto al desafío de la comunicación y el diálogo la Dra. Tania, asegura que este es un proceso cotidiano, pero que en el marco del Sínodo puede hacerse estructural si se enfoca el Sínodo como un proceso previo, durante y posterior y no “como pequeños procesos… este proceso es sumar, generar tensiones creativas, volver a un diálogo, sumar otras ideas, sentipensares”.
A partir de su experiencia en el Sínodo, Ávila comenta que la comunicación y el diálogo intercultural son posibles, “cuando hay la predisposición de cada persona y de cada comunidad, implica un ejercicio de ida y vuelta que no es fácil, pero que es absolutamente necesario si queremos conservar un sistema las relaciones interpersonales, pero también la relación con el cosmos”, concluyó.
Foto: Enrique Matareco, Tania Ávila, Francinete Galvao
Micaela Díaz Miranda