Bogotá, 16-11-2015 (REPAM).- El Cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo de Justicia y Paz del Vaticano, señaló en su ponencia enviada al encuentro de la Red Eclesial Panamazónica, que el próximo 29 de noviembre, estamos llamados a ejercer nuestra ciudadanía y responsabilidad ecológica, participando en la gran movilización mundial por la defensa de la madre tierra.
“El 29 de Noviembre, la historia nos llama a ejercer la ciudadanía ecológica, sea en oración o marchando. Todos somos invitados a participar activamente en este grito mundial por nuestra gran casa, por nuestros hermanos y hermanas, víctimas de la crisis climática y ambiental, y por las generaciones venideras. Laudato Si’ es un llamado dramático a la sensibilidad y solidaridad de todos nosotros. Es una invitación a construir el Reino de Dios a través de la esperanza, del dialogo y de la acción”, afirma Turkson.
Enfatizando, en la importancia de la reciente encíclica del Papa Francisco, el Cardenal indica que la Laudato si’ es un documento que entra en diálogo con “cada persona que habita este planeta,” con las instituciones y las organizaciones. Porque todos comparten esta idéntica preocupación por nuestra casa común.
En su conferencia a la REPAM, monseñor Turkson indica que “el Papa Francisco insta a todos– personas, familias, comunidades locales, enteras naciones y a la comunidad internacional – a una «conversión ecológica». De acuerdo con la expresión de san Juan Pablo II «cambiar de dirección» asumiendo la belleza y la responsabilidad de la tarea del «cuidado de nuestra casa común», confiesa la esperanza en la posibilidad de revertir la tendencia: «pues la humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común». «Los hombres y las mujeres todavía son capaces de intervenir positivamente». «No todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse».”
Según el Cardenal Peter Turkson, el Santo Padre fomenta decididamente un debate honesto y abierto, de modo que ni los intereses ni las ideologías particulares perjudiquen el bien común. Si bien reconoce los fracasos de anteriores cumbres mundiales, llama a acuerdos internacionales aplicables y ora por un resultado favorable a las discusiones próximas. Sin olvidar que el mayor obstáculo para lograr el de rumbo no es económico, ni científico y ni siquiera tecnológico. Más bien el obstáculo se encuentra dentro de nuestras mentes y corazones”.