“Una navegación que no se detiene, que avanza, que continúa, que, en medio de aguas muy movidas, porque estamos viviendo tiempos de cambio, produce verdaderos avances, produce posibilidades inéditas, y, sobre todo, habilita para que muchos y muchas que han estado permanentemente excluidos o no escuchados, tengan cabida, tengan espacio para participar de una manera más real, más genuina en los procesos de transformación de la Iglesia”. Así define Mauricio López su experiencia personal en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.
Por Luis Miguel Modino
El exsecretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (Repam) y actual coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), parte de la premisa de que es algo “que todavía no termina”. También reconoce la insuficiente participación, que queda camino por andar, pero insiste en que “tenemos que mantener una mirada en el horizonte para seguir avanzando”. El ideal quizás nunca sea alcanzado, afirma Mauricio, lo que “nos permite crecer y seguir insistiendo”.
Mirar hacia atrás también es importante, reconoce, pues ayuda a ver el avance en la participación de grupos excluidos y temas ignorados en experiencias anteriores. Son innegables e indudables los cambios estructurales con respecto a Aparecida, dice abiertamente alguien que ha estado muy por dentro del proceso de la Asamblea, que sigue “viviendo esto como parte de un gran Kairós”, que se vislumbra en la escucha transformadora, con una participación amplísima.
Una metodología de discernimiento
La Asamblea ha asegurado, afirma el coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam, “una metodología de discernimiento, que dé cauce a la escucha”. No olvidemos que la metodología del discernimiento implica ir optando, perfilando, encontrando los puntos de mayor fuerza y consenso, algo inédito afirma López, para quien todo eso “permitió tener unos compromisos concretos”, fruto del trabajo de los grupos de discernimiento que han ido perfilando el proyecto pastoral de la Iglesia en América Latina y el Caribe.
Estamos ante una contribución directa al camino del Sínodo sobre la Sinodalidad, un proceso en el que Mauricio López también participa. “Es una expresión del Espíritu que insiste, persiste y resiste, que no para ante los grupos que rechazan cualquier cambio en la Iglesia”, tal como dice haberlo vivido. También critica a quienes, sin participar en los procesos, siempre dicen que ha sido insuficiente, que nada ha cambiado, que es inútil, rechazando los cambios reales e innegables que estamos viviendo, algo que ya ocurrió en el Sínodo para la Amazonía.
Gente a quien no duda en calificar como “profetas de calamidades”, siempre presentes, y que ponen de manifiesto que “mantenemos una cohesión con lo central del camino de la Iglesia”. Según Mauricio, ni la esclerosis, ni misofobia es el camino, sino avanzando en el Espíritu Santo, con una mayor expresión de Iglesia, con un cambio radical en el modo de participación, de escucha, con una identificación con las prioridades, que marca la esperanza de seguir adelante.
Al hablar sobre los temas más complejos y priorizados en los 41 desafíos de esta Asamblea y en las 12 urgencias, Mauricio López recuerda que es algo que vino de la escucha a cerca de 70 mil personas, a través de las escuchas directas y de los foros temáticos, que no podemos olvidar que podían ser planteados por cualquier persona. Así fueron apareciendo temas difíciles y complicados, que algunos miembros de la propia Iglesia rechazan o no quieren ver, afirma el coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam.
Un camino sinodal contínuo
Lo más importante es que fueron discutidos con total transparencia, como el Papa lo ha pedido, recuerda Mauricio. Aunque también reconoce las tentativas de algunos de forzar temas que no aparecieron, pues “esa es la fuerza del discernimiento comunitario, busca un consenso”. También ha hecho referencia a cartas de reclamo enviadas antes de acabar el proceso, interpretadas como algo que responde al hecho de que “sus temas, como ellos los querían, no fueron acogidos por un grupo específico de discernimiento”. Ante ello, afirma que “eso es parte de la metodología, donde no se pueden imponer los temas”.
En ese punto insiste en que “están ahí los temas desafiantes, difíciles, los que tienen que ser ubicados dentro de este proceso que vamos a acompañar en los siguientes años”. Entre ellos menciona el tema de los abusos y de la mediación ante los daños provocados; el tema de la diversidad sexual, que necesitan un reconocimiento profundo y ahora se abre una puerta para seguir acompañando pastoralmente; defensa de la vida; pueblos originarios; afrodescendientes; el papel de la mujer y la necesidad de participación en ministerios, en decisiones, en liderazgo.
Por eso, no duda en afirmar que “hay una genuina expresión de novedad y de continuidad en algunos otros temas y que hay que leer con atención las propuestas pastorales, que es una forma aproximativa del modo de responder, donde hay una clara parresia, una nueva perspectiva de nuevos caminos, todavía no presentes en el programa pastoral de la Iglesia en su conjunto”.
Mauricio López no duda en afirmar que estamos ante un proceso que continua, “siempre hemos hablado de un camino, no de eventos”. La Asamblea ha sido una fase y los encuentros post asamblea a nivel regional y en cada país, espera que sea oportunidad para que “cada una de las instancias participantes pueda procesar, seguir discerniendo, adaptar, identificar cuales son aquellas llamadas prioritarias que necesitan ser respondidas, de manera más urgente, en sus realidades particulares”, una fase que define como importantísima.
Para ello el Celam va a implementar un Seminario permanente sobre “Identidad y Misión Pastoral”, junto con la CLAR y Cáritas América Latina y el Caribe, a partir de los resultados de la Asamblea, en el marco de la renovación, donde ya existen “áreas pastorales prioritarias que responden a muchos de los desafíos que aparecieron en la Asamblea”. En ese punto señala la creación de plataformas nuevas que respondan a desafíos esenciales.
Lo mismo con la preparación de la fase continental del Sínodo sobre Sinodalidad, que “nos confirma en la necesidad de seguir avanzando, profundizando en todos estos temas para procesarlos como el aporte que hará la región latinoamericana en esta nueva experiencia de la Iglesia universal”. En ese punto dice esperar que “las estructuras existentes, que ya están trabajando en busca a resolver estos temas, podamos articularnos de modo sinodal para seguir asegurando modelos de respuesta a todas estas realidades”. Son muchos los caminos que se tienen previstos, señala Mauricio López, unos ya elaborados y otros que se tendrán que generar a partir de la novedad de esta Asamblea.
La sinodalidad no es una moda pasajera
“La sinodalidad es inherente a la identidad de la Iglesia, no puede, ni debe ser una moda pasajera”, resalta el coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam. Según él, a pesar de “los extremos en tensión, que a veces no logran ver los procesos de fondo”. El peligro es ver la sinodalidad como una amenaza o como una moda ideológica. Por eso, ve la contribución de esta Asamblea como “absolutamente determinante para los caminos de reforma irreversible del Papa Francisco, que trayendo la vida del Concilio Vaticano II está planteando”.
Estamos ante algo que “ha generado un modo, un espacio, una estructura y un proceso, que entendemos que no tiene marcha atrás”. Todo ello “a pesar de los pesares, de los que no quieren que nada cambie, a pesar de los que no reconocen ningún cambio que a no sea a su imagen y semejanza”. Por eso, ve esta Asamblea como “una contribución para este Kairós, donde las reformas se tornan irreversibles desde el Sínodo para la Amazonía”, concretado en la escucha, metodología y ampliación de representación de esta Asamblea.
Todo ello en vista del Sínodo sobre la Sinodalidad, donde según Mauricio, “nuestra contribución latinoamericana, junto con todas las otras, sin pretender ser menos o más, será imprescindible en esta reforma eclesial, a la luz de proyecto del Reino, en el proceso de evangelización, y siguiendo los signos de los tiempos, para construir un mundo de más justicia e igualdad al modo de Nuestro Señor Jesús”.