Querida Amazonía ha inspirado la vida de la Iglesia en la región amazónica, también en la Arquidiócesis de Manaos. Mons. Leonardo Steiner, arzobispo de la circunscripción eclesiástica con mayor población de la región, analiza los pasos dados en la Archidiócesis, que vive la Asamblea Sinodal Arquidiocesana.
Por Luis Miguel Modino
El arzobispo subraya la importancia de la escucha, que ayudará a descubrir «cómo debemos ser como Iglesia católica». La tarea será «despertar a la gente a nuevos caminos, especialmente en lo que respecta a la inculturación de la fe, la espiritualidad y los ministerios».
Mons. Steiner insiste en el «esfuerzo por estar en las comunidades de la periferia, en las comunidades indígenas, en las comunidades ribereñas”. Pero también para que estas comunidades «caminen autónomamente, asumiendo los ministerios, celebrando la presencia de Jesús y su Reino». Es hora de soñar, de comprender que «si el desarrollo significa destrucción, estamos mal». Siempre con vistas a «una Amazonía con menos contrastes sociales».
Escuchar las realidades que los sueños señalan
Después de dos años de Querida Amazonía, ¿cómo se están concretando los sueños del Papa Francisco en la Iglesia amazónica, particularmente en la Arquidiócesis de Manaos?
El Regional Norte I de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), en la elaboración de directrices o lineamientos, ha buscado inspiración y fuerza en «Querida Amazonía». Las iglesias de la Pan-Amazonía están contribuyendo y esperando las directrices que están siendo discutidas y desarrolladas por la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA). Además de reflexionar la Carta del Papa Francisco, en la Arquidiócesis, el paso más significativo que hemos dado es la Asamblea Sinodal Arquidiocesana.
Es el intento de implicar a todas las comunidades y expresiones eclesiales en el proceso sinodal. La escucha realizada como proceso sinodal que condujo al Documento Final y a la Carta con los cuatro sueños iluminará nuestro camino eclesial. En Querida Amazonía, el Papa Francisco nos presenta cuatro sueños que indican la totalidad de la vida en la Amazonía. La sinodalidad busca escuchar las realidades que los sueños señalan. Escuchar para proponer una presencia de la Iglesia más misionera, más misericordiosa, más profética.
Abrir espacios cada vez más significativos para que las comunidades se manifiesten y digan cómo debemos ser como Iglesia católica; qué ministerios son necesarios, cómo tener en cuenta las expresiones de religiosidad, cómo tener en cuenta las culturas. Cómo salir más al encuentro de los necesitados, de los pobres. La gran diversidad de la Iglesia en la Arquidiócesis de Manaos exige mucha escucha, para caminar juntos con nuestras diferencias y diferentes tradiciones.
Inculturación de la fe, la espiritualidad y los ministerios
El Sínodo para la Amazonía tenía como objetivo la búsqueda de nuevos caminos. ¿En qué medida la Iglesia y la sociedad amazónica sienten la necesidad de avanzar por estos nuevos caminos?
La Iglesia en la Amazonía ha estado buscando caminos, ha estado encontrando formas de navegar por estas tierras, por estos ríos, para anunciar a Jesús y ser una expresión del Reino. Si buscamos soñar como propone el Papa Francisco, necesitamos caminar, navegar. La amenaza al medio ambiente es cada vez más crítica, la amenaza a los pueblos indígenas es cada vez más incontrolable. La participación de los laicos es extraordinaria, pero cómo expresar esta participación en todos los momentos de la vida eclesial, sin clericalismo.
Sin duda, será una tarea para despertar a la gente a nuevos caminos, especialmente en lo que respecta a la inculturación de la fe, la espiritualidad y los ministerios. Probablemente las comunidades indígenas, las comunidades ribereñas nos ofrecerán elementos importantes para el camino de nuestra iglesia arquidiocesana. Tener en cuenta la escucha, ya presente en las Asambleas Arquidiocesanas, ayudará en esta búsqueda.
Esfuerzo por estar en las comunidades de la periferia, indígenas y ribereñas
La Arquidiócesis de Manaos está marcada por la realidad urbana, especialmente en la periferia, pero también por las comunidades ribereñas e indígenas. ¿Qué pasos se están dando en cada una de estas realidades a partir de la reflexión del Sínodo para la Amazonía, recogida en Querida Amazonía y en el Documento Final del Sínodo?
Hay un esfuerzo por estar en las comunidades de la periferia, en las comunidades indígenas, en las comunidades ribereñas. Las comunidades deben percibir que pertenecen a la Iglesia, a la Archidiócesis. Un elemento importante es que sientan que la Archidiócesis está con ellos; son Iglesia, archidiócesis, y no tienen la percepción de que han sido abandonados. Ayuda y apoyo en la creación y organización de nuevas comunidades. Que perciban la solidaridad entre todas las comunidades.
También que caminen autónomamente, asumiendo los ministerios, celebrando la presencia de Jesús y su Reino. Estar atentos y en diálogo, buscar expresiones religiosas que puedan ser parte de la liturgia, en las celebraciones de las comunidades, especialmente indígenas y ribereñas. El texto Querida Amazonía nos anima a ser una Iglesia que tenga en cuenta todas las realidades, no sólo la eclesial. Todo debe ser transformado por el poder del Evangelio.
Cuidar el cuerpo herido de Jesús
Como arzobispo de Manaos, la mayor ciudad de la Amazonía, ¿cuáles son sus sueños para la Amazonía y para la Iglesia que camina en esta región?
Hay muchos sueños. Es importante soñar. Los sueños nos motivan. Ser más activos en la vida de las comunidades eclesiales. En nuestra realidad, atentos y activos con respecto al medio ambiente. Laudato Sì’ nos ha abierto el horizonte de la comprensión: pasar del disfrute y la destrucción al cultivo y el cuidado. Ir creando una cultura de cuidado y cultivo. Vemos cómo avanza la destrucción del medio ambiente, y todo en nombre del desarrollo. Si el desarrollo significa destrucción, estamos mal. Tenemos que contribuir cuidando el medio ambiente, nuestras culturas, nuestros pueblos originarios, el estilo de vida que lleva a la armonía.
Una Amazonía con menos contrastes sociales: posibilidades de empleo, educación, salud. Es misión de la Iglesia, forma parte de la evangelización, estar atenta a la armonía social, al bien cultural, al cuidado de nuestra casa común. Una Iglesia que está siempre más presente en las periferias, en las realidades ribereñas y allí puede mostrar el camino de las Bienaventuranzas. Todos pueden percibir que en Jesús y en su Reino es posible transformar, vivir la belleza de la vida. Una Iglesia samaritana, donde los ministerios pastorales sirven e interactúan para el bien de los pobres, de los necesitados.
En este sentido, hemos asumido el espacio de la antigua cárcel para ofrecer hospitalidad y solidaridad a los pobres, a los necesitados, será la concreción del sueño de nuestra Iglesia en Manaos como Iglesia de los pobres. Estamos a punto de celebrar 70 años como archidiócesis. Este lugar de caridad y solidaridad será un punto de referencia y un signo de nuestro deseo de vivir y seguir a Jesús. Al cerrar el Año de San José en nuestra Iglesia de Manaos, estaremos bajo su protección y cuidado, como él cuidó de Jesús y María.
Cuidar el cuerpo herido de Jesús será un bien para nuestra Iglesia. Nuestra Iglesia será siempre más un signo de misericordia, de transformación, un signo de esperanza. Nuestra Iglesia, la Archidiócesis, tiene historia, tiene un pasado. Podemos seguir proclamando la verdad y la libertad.