La Violencia engendra violencia. La violencia es un pecado que debemos erradicar de nuestra vida personal y social.
Por Rafael Cob*
En este día en que nos levantamos para alzar nuestra voz en defensa de la mujer que sufre violencia, queremos recordar que la sociedad en que vivimos se esta volviendo intolerante por la falta de respeto, de escucha, de justicia y de amor.
El amor vence el odio
Como humanos que somos, todos somos iguales a los ojos de Dios, donde ni la raza, ni el sexo, ni la religión deben ser causa de marginación o exclusión. “Hombre y mujer los creó; a semejanza de Él los creó” (Gn 1,27). En esto somos imagen de Dios, hombre y mujer, con una misión en esta tierra. A semejanza de Dios, que es amor, nosotros debemos amar como Él nos ama.
El amor vence al odio, y como nos dice el apóstol: “quien ama a su mujer, se ama a si mismo; nadie aborrece su propio cuerpo, más bien lo alimenta y lo cuida” (Ef 5,29).
La igualdad y la dignidad de las personas está en su misma identidad que Dios nos dio al crearnos. Por ello, rechazamos la violencia contra la mujer. Pedimos y exigimos que la sociedad haga respetar los derechos que cada persona tenemos. Así partimos para construir una sociedad donde nunca nos veamos como competidores, sino como hermanos que debemos querernos, respetarnos y ayudarnos. Dios que nos creó, nos quiere como a hijos e hijas, nos pide que nos amemos como hermanos y hermanas.
¡Basta de violencia!
Hoy salimos a caminar en nuestras calles para hacer oír nuestra voz en defensa de las mujeres que son maltratadas y violentadas; a las mujeres que no son respetadas, que han sido asesinadas víctimas feminicidios y por un machismo que nace de la soberbia, arrogancia y un poder mal entendido en su misión en la tierra como hombre, esposo, padre y/o compañero.
Son diversos hogares donde los hijos tienen que ver las peleas de sus padres, la violencia intrafamiliar que aumenta a cada día, dando el triste espectáculo de la violencia que produce sufrimiento dolor y muerte.
¡Basta ya de violencia! Construyamos la paz en nuestros hogares. Cumplamos nuestra verdadera misión de padre y madre, que deben proteger la vida de sus hijos. Que un día ellos no les tengan la excusa de echar en cara de su padre que no respetó a su madre, por eso tampoco respeta a la mujer. Cuando la mujer en el hogar debe ser la que más debemos proteger como madre que cuida de sus hijos y de su esposo.
Construir la paz en el respeto y el amor
El amor vence al odio. La violencia engendra odio y nos roba la paz. En un mundo convulsionado por tanta violencia y guerra, sembremos amor y paz, dos pilares en que se sostiene el bienestar de este mundo que nos toca vivir y proteger.
Pidamos al Dios de la paz y del amor que nos bendiga y nos haga entender que nadie tiene derecho a atentar contra la vida que Él nos ha dado. Pidámosle fortaleza y sabiduría para pedir justicia y para saber amar. Que las futuras generaciones no tengan que juzgar a esta sociedad que no les enseña a respetarnos como seres iguales en dignidad, creados por Dios.
¡Basta ya de violencia! Vivamos en la paz, construyéndola en el respeto y el amor.
* Mons. Rafael Cob Garcia, obispo de Puyo (Ecuador) y presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM)