Del 1 al 11 de abril de 2023, dos asesores de CLAR (Confederación Latinoamericana y del Caribe de Religiosos) y REPAM (Red Eclesial Panamazónica) – Hna. María Helena Morra y el P. Adelson Araújo dos Santos – han acompañado el servicio itinerante y misionero en el Vicariato de Puerto Leguizamo-Solano, en la Amazonía colombiana, a lo largo del río Putumayo, pasando Semana Santa con numerosas comunidades indígenas.
Por Adelson Araújo dos Santos SJ
El objetivo de la visita era conocer la realidad local y apoyar el trabajo de los itinerantes (sacerdotes, religiosos, laicos) que dan su vida allí, en una región aún marcada por la violencia de los conflictos armados que se han cobrado miles de vidas de víctimas en Colombia, sino también por la fuerte presencia de los pueblos indígenas y sus tradiciones milenarias. Además, la visita sirvió también para preparar con líderes eclesiales el próximo encuentro de la Red Itinerante, que es fruto de una articulación entre REPAM y CLAR, para fortalecer los Equipos Itinerantes actuales y propiciar el surgimiento de otros a lo largo de la Panamazonía. deseo confirmado por el Sínodo sobre la Amazonía, que propuso “formar una red itinerante que reúna los diferentes esfuerzos de los equipos que acompañan y dinamizan las comunidades” (cf. Documento final, 40).
A su llegada, los visitantes fueron recibidos fraternalmente por el P. José Fernando Flórez Arias IMC, misionero de la Consolata, y Hna. Nancy Negrón Ortiz, MBP, misionera del Buen Pastor, quien junto a la líder pastoral Tania Ruiz Cardona, la universitaria de Comunicación Paula Tatiana Castro Paniagua y el joven piloto de lancha Jhairsinio Falcón Mori formarían el equipo que pasaría la Semana Santa distribuidos en varias comunidades, cuyo único acceso es por río.
Convivencia con los pueblos indígenas
Proveniente de otra región de Colombia, Fernando trabaja desde hace diez años en esta parte de la Amazonía, como responsable del Puesto Misionero Soplín Vargas, en el Alto Putumayo, perteneciente al Vicariato Apostólico “San José del Amazonas”, en la ribera peruana. del río. Al relatar la historia de la formación de las comunidades a las que sirve y la actual situación eclesial y social de esa región, el misionero compartió también su personal proceso de inculturación y constante conversión, en convivencia con los pueblos indígenas y su espiritualidad del “buen vivir”, siempre en total armonía y respeto con la Madre Tierra y todos los seres que habitan el bosque. Sintiéndose apasionado por lo que hace, Fernando recuerda las palabras del Papa Francisco cuando visitó la Amazonía peruana (Puerto Maldonado) en 2018: “El Papa se empeñaba en enamorarse de nuestro territorio; conocerlo mejor, poder amarlo, respetarlo y cuidarlo”.
Por su parte, Nancy compartió su experiencia de discernimiento que la llevó de Puerto Rico a la Amazonía, donde actualmente forma parte de un equipo intercongregacional con otras dos religiosas. Ella cree firmemente en la itinerancia como una forma de aprender a trabajar y caminar juntos y llegar a lugares donde sería mucho más difícil llegar solos. Sobre cómo ha sido esta experiencia, Nancy afirma que “navegar de un lugar a otro por los grandes ríos de esta Amazonía es una experiencia fascinante y una gran aventura por todo lo que podemos ver, sentir, respirar, oír y contemplar. Estoy aprendiendo que navegar los ríos es estar dispuesto a dejarme configurar, deambulando en un fluir continuo por el cauce profundo, que no se ve fácilmente. Querer ser itinerante, como Jesús, me ha ayudado a empacar solo lo esencial. No sólo en el aspecto práctico, de llevar lo imprescindible para poder pernoctar donde me lleve la noche, sino en la dimensión espiritual de lo que significa caminar ligero, abierto, sin otro horizonte que Jesús y su pasión por el Reino”.
La presencia en el equipo de dos laicas más, Tânia y Paula, además de las dos religiosas, hizo aún más visible la fuerza de la presencia femenina en la Iglesia de la Amazonía, como ya había reconocido el Papa Francisco, cuando afirmó: “ Entendemos radicalmente por qué sin mujeres (la Iglesia) se derrumba, como se hubieran derrumbado tantas comunidades en la Amazonía si las mujeres no hubieran estado allí para apoyarlas, para cuidarlas” (Querida Amazônia, 101).
Recorrido por el río Putumayo
Antes de partir para el recorrido por el río Putumayo, el equipo misionero fue recibido y acogido oficialmente por el obispo del Vicariato de Puerto Leguizamo-Solano, monseñor Joaquín Humberto Pinzón Güiza IMC, él mismo misionero de la Consolata, quien expresó su alegría por la presencia de los asesores de CLAR y REPAM, en una región e iglesia tan alejada de los grandes centros, lo que demuestra la importancia de salir a las periferias geográficas y existenciales, para escuchar allí la voz del Espíritu, que habla en defensa de la vida y nuestra casa común. Monseñor Joaquín dijo que las puertas del Vicariato están abiertas para la reunión de la Red Itinerante en agosto. Y, como muestra de comunión y respeto a los pueblos indígenas, los visitantes estuvieron esa misma noche en la “maloca” (construcción típica de los pueblos originarios amazónicos, que sirve de vivienda y también para momentos rituales) del cacique local, a solicitar también su licencia para ingresar al territorio indígena, siendo igualmente por él bienvenidos y bien recibidos.
Así, al día siguiente, el equipo inició el viaje, recorriendo en una pequeña embarcación las aguas del inmenso río Putumayo, deteniéndose en las comunidades, donde uno o dos misioneros se quedaban allí a pasar la Semana Santa, mientras los demás continuaban su camino. a la próxima comunidad. La mayoría de estas comunidades están formadas por el pueblo Murui, mientras que otras pertenecen a la etnia Kichwa. Siendo estas comunidades tanto indígenas como católicas, como se presentan sus miembros, es muy común encontrar en estos territorios una capilla construida cerca de la maloca, siendo ambos lugares utilizados para la realización de los ritos litúrgicos cristianos y las tradiciones ancestrales de los pueblos. indígenas, viviendo en perfecta armonía, porque, como enseñó uno de los caciques, “nuestro Dios es uno y quiere que vivamos en paz y hagamos el bien entre nosotros y con los demás seres vivos”. De hecho, a pedido de la comunidad donde se hospedaron los asesores Adelson y María Helena, la celebración de la Vigilia Pascual del Sábado Santo se llevó a cabo dentro de la maloca, siguiendo la liturgia tradicional del misal romano en un ambiente totalmente inculturado y familiar para esas personas, quienes luego de la misa, expresaron su alegría y agradecimiento con danzas y cantos propios de su lengua Murui.
Esta sintonía con la que estos pueblos saben afrontar su fe cristiana y sus tradiciones transmitidas de generación en generación durante siglos es sin duda un testimonio vivo de la encarnación e inculturación del mensaje evangélico, confirmando que lejos de llevar a Dios a aquellas culturas, El misionero debe llegar abierto a reconocer la presencia divina ya presente allí, incluso antes de su llegada, ya que Dios “planta su tienda” en medio de nosotros, a través de la Encarnación de su Hijo, en todas las culturas. Por otro lado, observar la forma armoniosa en que los pueblos indígenas se relacionan con la naturaleza nos enseña que el universo está hecho de redes de relaciones, porque todo está interconectado e interrelacionado, como tantas veces ha dicho el Papa Francisco: “Todo está conectado. Por eso es necesaria la preocupación por el medio ambiente, el amor sincero por el ser humano y un compromiso constante con los problemas de la sociedad” (Laudato Sí, 91).
De hecho, lo que para nosotros, los llamados cristianos “civilizados”, es casi imposible de practicar, nuestros hermanos de la selva amazónica viven de forma natural y sabia. Comentando el impacto de todo esto en su experiencia personal, Nancy dice que la cosmología de los pueblos indígenas “es una realidad totalmente nueva para mí en la que me sitúo con cariño y respeto, escuchando para conocer una nueva visión del mundo y de la divinidad Me gusta mucho la forma en que se relacionan con la Madre Tierra, su compromiso con el cuidado de nuestra casa común y su forma de organizarse para resolver los desafíos que enfrentan como comunidad”. Por su parte, Adelson agrega que, como profesor de teología espiritual, pudo percibir en estos días pasados con el pueblo Murui, que lo que los teóricos buscamos entender y explicar, es lo que ellos, nuestros hermanos indígenas, ya viven. en la práctica y con mucha sencillez y autenticidad.
En tiempos de caminar hacia la sinodalidad, como estamos llamados a hacer hoy en la Iglesia, habiendo tenido la oportunidad de caminar junto a estos pueblos del río Putumayo, en Semana Santa, de vivir con ellos el Triduo Pascual y compartir su espiritualidad y práctica del “bien vivir”, ciertamente hizo más viva la celebración de la presencia del Resucitado entre nosotros en estos pocos días de misión e itinerancia por la querida Amazonía.
Fuente: REPAM