En torno al segundo aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, Querida Amazonía, el cardenal Mario Grech, secretario del Sínodo para los Obispos reflexiona sobre las consecuencias del documento pontificio.
Por Luis Miguel Modino
Según el purpurado, “dos de los elementos más esenciales dentro de esta Exhortación son la vida de los pueblos que en ella se plasman y la promesa hecha como Iglesia de respetar y honrar sus voces en busca de una auténtica conversión”. Reconociendo que esto lleva tiempo, afirma que “las semillas plantadas a lo largo de este proceso sinodal alcanzaron un punto de inflexión con la presentación de Querida Amazonía”.
Esas semillas están en diferentes estados: algunas germinando, otras no dieron frutos, “pero muchas han crecido, están floreciendo y seguirán dando vida a las generaciones venideras”. Afirmando la relevancia de la exhortación postsinodal, la define como “una carta de amor escrita para y con el Pueblo de Dios que peregrina en este hermoso y amenazado territorio”. Al mismo tiempo, señala que “permanece como una carta que emana de la gratitud del Papa Francisco por la fuerza con la que el Espíritu Santo irrumpe desde este lugar teológico (locus) para iluminar y despertar el corazón del mundo y el de la Iglesia”.
Renacimiento del Vaticano II
En su reflexión, el cardenal Grech define como inaplazables los cuatro sueños del Papa Francisco y de la Iglesia. Ellos son vistos como la encarnación de “un renacimiento de las invitaciones más profundas del Concilio Vaticano II”, como camino de “la conversión sinodal integral a la que nos invita el Sínodo 2021-2023”. Con ella, “Dios sigue manifestándose en medio del misterio sagrado de este territorio en la vida de su gente y en el testimonio de una Iglesia encarnada, santa y pecadora a la vez. Dios se manifiesta aquí a pesar del miedo de algunos a cambiar, o del deseo de otros de imponer una visión ideológica”, según el secretario del Sínodo de los obispos.
Recordando las palabras del Papa Francisco en que afirma que «la periferia es el centro», entiende eso como “un elemento evangélico fundamental que puede arrojar luz”. En ese sentido, reconoce que “lo que antes era descartado o secundario en este territorio se ha convertido en piedra angular, sanando un mundo roto y creando nuevas posibilidades para la Iglesia”. De hecho, sostiene que “este camino, donde los marginados se convierten en fuente de vida, es propio del camino de Jesús”. También reconoce el cambio de modelo pastoral de la Iglesia Amazónica a partir de las voces del territorio, como “una fuente de vida renovada para la Iglesia y el mundo”.
Importancia de la escucha y de asumir las voces
Del mismo modo, el cardenal Grech destaca la importancia de la escucha y de asumir las voces en el fortalecimiento de “la Iglesia para que los discípulos de Cristo crezcan cada vez más hasta ser verdaderos sujetos de su propia historia”. Por eso, subraya que “hoy no se puede hablar de sinodalidad sin la participación efectiva del santo pueblo fiel de Dios”, lo que es fuente de inspiración del actual Sínodo.
Al hablar de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), destaca su papel como “nuevo camino para el discipulado peregrino y misionero de la Iglesia amazónica”, como articuladora de estructuras regionales de la Iglesia. Sus comisiones llevan adelante algunas de las tareas más urgentes de Querida Amazonía, con la participación directa de diversas voces. El cardenal las ve como medio para guiar y desarrollar las propuestas sinodales de una manera orgánica sinodal.
Finalmente concluye insistiendo en que “el soplo del Espíritu de Dios que brota de la presencia de Cristo en la Iglesia Amazónica sigue inspirando y desafiando a través del desborde de muchos frutos y dones”, lo que “sigue generando nueva vida para el bien de la Iglesia”.
