Crear lazos, solo el estar juntos hace posible el amor: la Iglesia Amazónica que queremos

Arnaldo Kaba tiene una mirada profunda, clara y últimamente triste. Sus ojos son oscuros y nítidos. Puedes mirar muchas cosas a través de ellos.  Si miras con atención, no necesitas haber investigado que más de 30 hidroeléctricas están planificadas para ser instaladas en el río que les da la vida, para saber que hay algo adentro que duele. Es el cacique general del pueblo Munduruku, su responsabilidad es muy grande, son muchas aldeas, mucho territorio. Muchos niños a quienes asegurarles el futuro.  “Estamos preocupados porque nuestro río Tapajós está muriendo. Han destruido nuestros lugares sagrados”.  Está triste y desesperado. Su cuerpo es pequeño y menudo, imagino que tendrá alrededor de 65 años.

 

 

Frei Messias es franciscano, vive con el pueblo Munduruku, desde hace varios años. Al llegar a la aldea, los niños salen corriendo a su encuentro y le gritan “PAIN, PAIN” que significa guía espiritual.  Messias ha sido amenazado junto con muchos líderes por luchar contra la minería ilegal y las madereras que afectan al territorio Munduruku. Sabe lo que significa que la vida esté en riesgo, que duela la Tierra y duela la Selva. Para el no hay otra forma de ser presencia misionera que “crear lazos”.

 

Necesitamos ser una iglesia de presencia: “Una iglesia próxima es la que reconoce las alegrías, los dolores, la esperanza. Estar juntos, es  un canal de liberación.”

“Es lo que hacía Jesús” comenta, se encontraba, vivía, experimentaba con los otros.  “Estar juntos crea posibilidad de amor, te vuelves familia que te acoge, que te acepta y te sientes con responsabilidad de llevar lo que es bueno para los otros.”

Frey Messias, conoce el silencio de Arnaldo, sus gestos. Sabe que está preocupado. Le coge la posta cuando su tono de voz baja. Por eso sabe que para el acompañamiento pastoral que realizan los franciscanos con el pueblo Munduruku. El diálogo es fundamental: “lo primero es aprender a escuchar, a ver, a percibir, a callar, a contemplar, dejar que el otro sea.“  Traducir mis cantos para su lengua, eso no es inculturación. El que impone una cultura no genera vida genera neocolonización . Tenemos que tener un discernimiento muy fino para no repetir esto. Muchas veces en la Iglesia, no vemos la cultura del otro como un valor, como un don de Dios. Los pueblos indígenas tienen un modo de ser. No necesitamos colocarnos la ropa de los pueblos indígenas, sino desnudarnos de nuestros juicios y estereotipos, de nuestras verdades, desnudarnos de nuestra audacia de creer que somos los únicos que tenemos relación con Dios. Dios esta ahí, Dios se manifiesta ahí. El Papa Francisco nos invita a desnudarnos y asumir que existen otras expresiones de Dios, que la iglesia debe ser plural, en la diversidad de la  vida, aprender a ser una iglesia múltiple”

.

Arnaldo habla de su experiencia de Dios, presente en el río, en los peces que los alimentan, con los frutos que crecen en las orillas, con las plantas que sanan. Con los espíritus que conviven con ellos, con los abuelos que son la fuerza que los sostiene. La creación, el bosque, el río es extensión de su vida, de su cuerpo. Esa relación ser humano, Tierra y Dios, es la fuente de su espiritualidad.

El sínodo de la Amazonía significa que quienes han estado siempre al margen, ahora estén en el centro, explica Frei Messias,  refiriéndose también a estas presencias misioneras que eran poco reconocidas y no asumidas en la propia Iglesia. Para él, este proceso significa reafirmar una forma de ser iglesia en la que ha creído como muchas y muchos misioneros. “El sínodo es una semilla y esperamos que nosotros los misioneros, los obispos, los cardenales, seamos tierra fértil para que crezca, como una nueva relación con Dios, con la creación, también una nueva economía. Una economía de vida, porque este, que era un sistema que generaba vida, ahora está amenazada de muerte.” El Sínodo para Frei Messias, es también una sacudida a la humanidad.

Vuelo a la mirada de Arnaldo, sé del miedo y de las amenazas. Sé que para él, esta es una lucha por la vida y eso es determinante. Aún sabiendo, como muchos hombres y mujeres Munduruku que esto podría implicar dar la vida. Tiene sentido, para que las nuevas generaciones tengan vida, una vida de libertad, para dejar el mundo “como Dios lo creó” y de ahí es donde viene su fuerza. Dios es la esperanza para este pueblo. Si entendemos eso y nos colocamos a lado de ellos y luchamos con ellos, seremos semilla de nueva y una Iglesia con Corazón Amazónico.

22/10/2019