El misionero comboniano, Dário Bossi, italiano pero naturalizado brasileño, fue el encargado de continuar la rueda de prensa después de la intervención de la Presidenta.
Por Manos Unidas
Dário comenzó su charla explicando que se dedica «fundamentalmente a apoyar la causa de las comunidades y territorios martirizados por el extractivismo predatorio y la minería». Para esta lucha, el padre afirmó que han entrelazado redes de resistencia, como «Justiça nos Trilhos», en la Amazonía brasileña, y la Red ecuménica «Iglesias y Minería», en diversos países de Latinoamérica.
«En nuestra tierra, todavía es tiempo de relaciones coloniales. Existe la explotación económica, pero también hay opciones políticas y modelos religiosos que no se liberan de esta visión de dependencia y saqueo de riquezas materiales y culturales», expusó el misionero comboniano.
Sobre las empresas madereras de la región Piquiá, Maranhão, en la Amazonía oriental de Brasil, cuyo lucro parece estar por encima de todo, no dudó en afirmar que «han transformado de modo definitivo e irrecuperable una región entera, que ahora depende mucho de ellas. Los gobiernos han invertido en este modelo de saqueo de todo lo que se puede arrancar de las entrañas de nuestra tierra… y han debilitado otras iniciativas de vida y equilibrio en los territorios, como la producción familiar, la agroecología o el comercio local».
«No nos olvidamos los crímenes ambientales de la multinacional Vale S.A., responsable de los desastres de Mariana y Brumadinho, que mataron a centenares de personas y contaminaron dos cuencas hidrográficas enteras», exclamó en una mezcla de rabia y tristeza.
El padre Bossi prosiguió su ponencia contando tres ejemplos de lucha en contra de las empresas extractivistas:
- Piquiá de Baixo: gracias a la lucha y a las alianzas internacionales (Manos Unidas es uno de los aliados estratégicos de esta comunidad), Piquiá ha logrado denunciar a los transgresores, exigir la reparación integral por las violaciones sufridas y está casi terminando la construcción de un barrio entero, nuevo, lejos de la polución, donde toda la comunidad se pueda trasladar.
- Ciranda (Centro de Innovación Rural y Desarrollo Agroecológico): es un proyecto apoyado también por Manos Unidas. En una región del Maranhão donde el monocultivo está expulsando muchas personas y comunidades de sus tierras, era urgente buscar estrategias para defender la permanencia de la gente en sus áreas rurales, con el particular protagonismo de jóvenes y mujeres.
- Pueblo indígena Ka’apor: es la última región de selva viva en el Maranhão, la Amazonía oriental brasileña. Es un pueblo que clamaba pidiendo socorro, pero que se organizó con fuerza y resistencia en defensa de su territorio. Se han organizado como «guardianes de la selva».
«En la medida en que tomamos conciencia de nuestra responsabilidad frente a la desigualdad y, sobre todo, de nuestro poder para cambiar la realidad, estaremos abriendo los ojos al mundo y colaborando para reducir el injusto impacto de la desigualdad en las vidas de millones de personas», sentenció el religioso italiano.
En su alegato final, Dário Bossi lanzó un discurso impactante y a la vez esperanzador: «Hay que dar autoridad a los gritos, los llamados y las respuestas que vienen de estos territorios. ¡Hay que construir alianzas estables y apoyos innegociables con estas tierras y sus pueblos! el movimiento político más eficaz y urgente es el reconocimiento del derecho de estos pueblos a sus tierras y planes de vida, el protagonismo de los pueblos libres en sus territorios. Estoy aquí para renovar nuestro pedido de solidaridad, no solo financiera, sino de efectiva fraternidad y sororidad entre comunidades de nuestras tierras y gentes, para que se hermanen. Podemos, juntos, investigar y denunciar la cadena de suministro que conecta las violaciones de derechos en nuestras regiones a los productos vendidos en sus países. Gracias a Manos Unidas por campañas como la de la “Diligencia Debida”, para que las empresas se hagan responsables de manera efectiva de la defensa de los derechos humanos y de los impactos negativos que genera su actividad».
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Fuente: Manos Unidas