En pocos días llegará el Papa Francisco a Puerto Maldonado y en la Amazonía estamos en época de lluvia, entonces, les invito a que nos “empapemos”, afirma sonriendo monseñor David Martínez de Aguirre Guinea, “participemos en los actos programados con el Papa, escuchemos sus palabras, dejémonos “empapar”. Porque “el Papa trae el mensaje de Jesús. Nosotros creemos en Jesús, no creemos en el Papa, pero lo que nos dirá será verdadero porque él es portador del mensaje de Jesús”.
Y cómo no sonreír y emocionarse, si de todos los rincones de la selva amazónica vienen diversas delegaciones. “Las comunidades nativas no tienen mucho acceso a los medios de comunicación, sin embargo, la noticia que el Papa Francisco llega a Puerto Maldonado ha corrido por todos los rincones de la selva amazónica de Perú y de los países vecinos. De muchos de estos lugares están movilizándose hacia Puerto Maldonado”.
Todo este movimiento es posible porque “muchas voluntades se han juntado para poder traer a representantes de comunidades nativas de Iquitos, de Leticia en la frontera con Brasil y Colombia, de las comunidades de los ríos Amazonas, Urubamaba, Marañon, Madre de Dios, Perús, etc. Muchas de estas regiones no tienen carreteras para llegar hasta Puerto Maldonado, pero hay un gran apoyo de parte de los aviones de las Fuerzas Armadas y de muchas otras instituciones y personas. Vienes también delegaciones indígenas de Bolivia, Brasil, Colombia. Tendremos un encuentro internacional de pueblos indígenas y de ellos con el Papa”.
Este encuentro con el Papa Francisco, enfatiza monseñor Martínez de Aguirre, será también, un ensayo para dialogar sobre qué tipo de Iglesia queremos ser en la Amazonía. Algunas veces nos hemos olvidado de las comunidades nativas. Pero, ahora tenemos un incentivo mayor para llegar y trabajar con ellas. Este movimiento iniciado con la visita del Papa, no termina con su visita, sino que comienza para nosotros una nueva forma de relación con los pueblos y comunidades de la Amazonía.
¿Qué Iglesia queremos en la Amazonía?
“Yo sueño con unas comunidades vivas -es importante tener sueños-, sueño entonces con comunidades vivas, con gente que se organiza en comunidades y que encuentran su fortaleza en Jesús, gente que se deja impactar por Jesús. Que celebra su fe, y que esa fe les ayuda a superar las dificultades. Dificultades que no son pocas y que tenemos en la familia, en el trabajo, en la sociedad. Que esa fe, ayude a catalizar, a hacer que despierten en nosotros los mejores sentimientos de fraternidad, los mejores sentimientos de construir un mundo mejor.
“Estoy convencido que el proyecto de Jesús es el proyecto que nos hace más humanos, es el proyecto de Dios para la humanidad. Yo estoy plenamente convencido, porque en la medida que vivimos el evangelio nuestra sociedad va a ser mejor para todos y todos vamos a vivir bien. Entonces, sueño con esas comunidades, unas comunidades vivas, abiertas, que tienen alegría en su fe, que celebran, que transmiten sin necesidad de agarrar un parlante, porque su vida es un parlante que va gritando evangelio por todos lados. Gente que es capaz de acoger a otros, gente que se compromete para una causa común, de un mundo mejor”.
Con información de Mónica Villanueva y Radio Madre de Dios, Puerto Maldonado