Como “días de generación de espacios de diálogo, presentación de propuestas, y socialización de investigaciones que nos alertan sobre la desprotección y vulneración del derecho humano al agua limpia y segura”, califica el comunicado emitido por una delegación de representantes de la Amazonía la Conferencia sobre el Agua de Naciones Unidas que se realizó de 22 al 24 de este mes de marzo en Nueva York.
Por Luis Miguel Modino
“Días de generación de espacios de diálogo, presentación de propuestas, y socialización de investigaciones que nos alertan sobre la desprotección y vulneración del derecho humano al agua limpia y segura”
La CEAMA llevó “un mensaje de esperanza, un mensaje que recoge esos clamores de la Tierra y esos gritos estentóreos de los más pobres y los más humildes”
“Garantizar la presencia de la iglesia y los procesos que puede ofrecer a nivel de promoción, defensa y exigibilidad de derechos humanos”
Los representantes del teritorio “dieron a conocer “las vulneraciones que se cometen y que impiden garantizar el derecho humano al agua para todos los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales”
“No despilfarrar este bien común, donde busquemos proteger este don de Dios con una visión clara de equidad y justicia”
Presencia de la CEAMA
Dentro de la delegación se encontraba la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), representada por su presidente, el Cardenal Pedro Barreto, y dos de sus vicepresidentes, Patricia Gualinga y Mauricio López. Una presencia que quiere “ratificar esta visibilidad de la importancia que tiene el agua para el mundo”, consecuencia de la escucha “del clamor de miles de hermanos y hermanas que no tienen acceso al agua limpia, al agua potable y al saneamiento”, según el presidente de la CEAMA.
Una oportunidad para hacer presente “la voz de aquellos que están exigiendo el cumplimiento de este derecho humano”, en palabras del Cardenal peruano. La Conferencia Eclesial de la Amazonía, según el purpurado, se ha hecho presente en las Naciones Unidas con “un mensaje de esperanza, un mensaje que recoge esos clamores de la Tierra y esos gritos estentóreos de los más pobres y los más humildes”. El cardenal Barreto ha llamado a “unirnos todos por la causa de la vida y del cuidado de nuestra casa común, y sobre todo para ir construyendo la familia que Dios quiere que seamos, una familia unida, una familia donde nadie quede rezagado y excluido”.
Denunciar la brecha de la desigualdad en el acceso al agua
Como recoge el comunicado conjunto de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, la Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA, Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús de América Latina (AUSJAL), el Programa Universitario Amazónico (PUAM), y el Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro (IDGCE), se ha confirmado que “un cuarto de la población mundial no tiene posibilidades a un acceso pleno y real al derecho humano del agua”, lo que muestra “cómo se sigue acrecentando la brecha de desigualdad en la calidad de acceso al agua para las poblaciones históricamente excluidas”.
Recordando las palabras del Papa Francisco en Laudato Si, donde se habla de “la existencia de la pobreza del agua social (LS – 28), una pobreza que amenaza particularmente a las cuencas del Congo y la Amazonía”, la Conferencia del Agua ha querido “garantizar la presencia de la iglesia y los procesos que puede ofrecer a nivel de promoción, defensa y exigibilidad de derechos humanos a través de la Escuela de Derechos Humanos de REPAM, como también otras instancias eclesiales que se encuentran en la Panamazonía”.
Una conversión ecológica estructural
Igualmente, desde la CEAMA se quiere “invitar a una conversión ecológica estructural, como también a los desafíos y urgencias que se plantean desde las universidades católicas y la propuesta de un Programa Universitario Amazónico (PUAM), resultante del Sínodo sobre la Amazonía, que se adapte a sus dificultades, y que tome como base experiencias formativas que ya están trabajando en la perspectiva de gobernanza local del agua, como lo es el Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro”.
En la Conferencia se han hecho presentes, como recoge el comunicado, las voces de los territorios, del Pueblo Sarayaku (Ecuador) y de Cáritas Madre de Dios (Perú), que dieron a conocer “las vulneraciones que se cometen y que impiden garantizar el derecho humano al agua para todos los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales”. Entre las causas están “el aumento de la frontera extractiva en la Panamazonía, las actividades ilegales como la tala y la minería, o los derrames petroleros, la combustión de los gases tóxicos producto de la explotación del petróleo son entre las principales causas que contaminan los ríos, igarapés y afluentes del Amazonas, y que ponen en riesgo la vida de todas las comunidades que dependen de ellos para su subsistencia”.
Implicarse como Iglesia en el cuidado del agua
Ante esta realidad el comunicado insiste en que “es una prioridad y urgencia que podamos enfocarnos como iglesia en los territorios, desde las redes regionales existentes de defensa y justiciabilidad, las universidades, y los institutos especializados para priorizar un enfoque del derecho humano al agua desde una mirada intersectorial, interrelacionada y holística con enfoque basado en los derechos humanos para el logro de las necesarias políticas públicas que le den soporte”.
Todo ello porque “el acceso al agua no es solamente una necesidad material que garantiza la vida de todo ser, es sobre todo puente y relacionamiento con dimensiones culturales y espirituales de los pueblos indígenas”. Junto con ello se destaca “la urgencia en el fortalecimiento socio organizativo que permita incidir y fiscalizar políticas de saneamiento y manejo de los recursos hídricos adaptadas a sus realidades”.
No despilfarrar el agua
Para defender los lugares donde existan intereses extractivos, el comunicado ve que “es imperativo garantizar y respetar la ineludible consulta previa, libre e informada para no vulnerar a los territorios y a sus pueblos”. También se aboga por una administración que lleve a “no despilfarrar este bien común, donde busquemos proteger este don de Dios con una visión clara de equidad y justicia”, todo ello en vista de que “las futuras generaciones puedan acceder al consumo adecuado del agua limpia y segura”.
Por todo ello, los firmantes agradecen al Papa Francisco “por animarnos a seguir sumando esfuerzos de manera articulada, en unidad en la diversidad, y en sinodalidad, donde podamos ser cauce como un río de esperanza en un mundo donde se clama por agua y por vida, y vida plena”, recordando, en palabras de Laudato Si, que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental”.
Fuente: Religión Digital