19 de marzo: San José, Esposo de la Virgen María
QUERIDA AMAZONÍA: 40 días navegando hacia la conversión
1. Petición permanente por la conversión sinodal al inicio de cada día
Que el Dios Trinitario, ejemplo de vida en comunión, nos ayude a soñar con una Iglesia sinodal, donde sepamos descubrir los signos de los tiempos, y la presencia de un Dios encarnado de diferentes modos, en distintos lugares. Un Dios que nos ayude a discernir su presencia y a anunciarle en todos los rincones, también entre los que más lejos se encuentran; a ser una Iglesia en salida, que va al encuentro, que escucha y dialoga con todos. Que busquemos el bien para todos los que nos encontramos cada día y sepamos traer de vuelta a la Amazonía y a todos los lugares donde estemos, todo lo vivido en el proceso sinodal, y así hacer realidad aquello que Dios espera de nosotros.
Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de conversión desde la Amazonía por las aguas de la sinodalidad, al servicio del Pueblo de Dios y sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su Palabra Viva.
2. Fragmento de una lectura del día (cada uno es invitado a profundizar en las lecturas completas según su propia necesidad y criterio)
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”. Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado. (Mateo 1,16.18-21.24a).
3. Reflexión desde la perspectiva del proceso sinodal amazónico
No siempre es fácil entender lo que Dios quiere de nosotros. Podríamos decir que la conversión puede ser entendida como dejar atrás aquello que queremos para aceptar los planes de Dios. No siempre es fácil dar ese paso, pero es verdad que asumir la voluntad de Dios nos ayuda a descubrir que en ella está el camino de la felicidad.
El sueño de José nos remite a los sueños del Papa Francisco, que, en Querida Amazonía, nos muestra sus intuiciones para una región sobre la que el mundo tiene otros planes. José podría haber condicionado decisivamente la vida de María, provocando situaciones de muerte, pero en un sueño entiende que el camino es otro, que Dios siempre apuesta por la vida. Hoy muchas grandes empresas y muchos gobiernos quieren instalar sistemas de muerte en la Amazonía, pero el Papa Francisco nos invita a soñar con la vida que nace de Dios. Él siempre tiene sus caminos para hacer realidad sus planes.
4. Contemplación
Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta Palabra de Dios y así traer de vuelta todo lo vivido. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para poder asimilar mejor el proceso sinodal.
5. Meditación Final
“Nuestro sueño es el de una Amazonía que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un “buen vivir”. Pero hace falta un grito profético y una ardua tarea por los más pobres. Porque, si bien la Amazonía enfrenta un desastre ecológico, cabe destacar que « un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres». No nos sirve un conservacionismo «que se preocupa del bioma pero ignora a los pueblos amazónicos»”. (Querida Amazonía, 8).