De 7 hasta 9 de junio, en la ciudad de Cobija se convierte en el epicentro de un significativo encuentro de pueblos indígenas provenientes de las distintas fronteras de la Panamazonía. Este evento, organizado por la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y sus aliados, tiene como objetivo principal fortalecer los núcleos y la actuación de la REPAM en los territorios fronterizos, abordando las prioridades y desafíos que enfrentan estas comunidades.
Por Lily Calderón y Óscar Tellez / REPAM
El levantamiento interno de la REPAM ha identificado 14 bifronteras y 7 triple fronteras, destacando la complejidad y diversidad de los territorios involucrados. El encuentro cuenta con la participación de representantes de diversas fronteras, acompañados por el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y el Equipo de Apoyo a los Pueblos Indígenas (EAPIL).
Territorios abandonados y vulnerables
En este primer día, los asistentes han puesto de manifiesto la cruda realidad de los territorios fronterizos: son zonas abandonadas, sin presencia ni respaldo institucional. Los impactos del extractivismo, como el tráfico de madera, el narcotráfico, la tala ilegal y los derrames de petróleo van en aumento, afectando gravemente a las comunidades indígenas y a las comunidades aisladas. Estos problemas no solo deterioran el medio ambiente, sino que también generan miedo y desesperación entre los jóvenes. En varias regiones, los defensores ambientales enfrentan persecución y asesinato. También el tema de la salud es un factor preocupante, donde jóvenes están muriendo producto de la tuberculosis.
Se ha hecho énfasis en la necesidad de afrontar la degradación social que se generan por el aumento en los índices de alcoholismo, el consumo de drogas por parte de pobladores indígenas y la corrupción, que no es solo cuestión de autoridades gubernamentales, sino que permanece y aumenta dentro de las comunidades nativas.
Testimonio de las fronteras
“El invasor, el minero, el talador te amenaza por denunciarlo. El papel no vale nada”, sostuvo un representante de las comunidades Yines, ubicado en la frontera de Perú, Brasil y Bolivia, reflejando la impotencia ante la falta de acción efectiva por parte de las autoridades. Desde la frontera de Perú, Brasil y Colombia, se expresó la preocupación por la expansión de la industria de la soya: “Llegó la empresa de soya, abrió grande territorio; es una gran preocupación porque va causar desequilibrio. Aquellos que sobreviven van a tener escasos alimentos” sostuvo uno de los representantes de los pueblos indígenas.
Por otro lado uno de los representantes del pueblo Ticuna destacó la dificultad de mantener el diálogo y la protesta entre las fronteras debido al miedo constante a ser asesinados: “No hay apoyo, respaldo institucional”, añadió enfatizando la necesidad urgente de protección y apoyo para estas comunidades.
Llamado a la acción
Este encuentro no solo busca visibilizar los problemas sino también promover acciones concretas que puedan ser acompañadas y respaldadas por la REPAM y otras organizaciones. La solidaridad y la colaboración entre las fronteras son esenciales para enfrentar los desafíos comunes y garantizar un futuro sostenible y justo para los pueblos indígenas de la Panamazonía.
El encuentro de pueblos indígenas en Cobija resalta una cruda y urgente realidad: los territorios fronterizos de la Panamazonía están en una situación crítica, marcados por el abandono institucional y el impacto devastador del extractivismo. Las voces de los representantes indígenas son un potente llamado a la acción y a la solidaridad. Este evento es un recordatorio de la importancia de proteger estos territorios no solo por su valor ecológico, sino también por los derechos y la supervivencia de las comunidades que los habitan. La REPAM y sus aliados tienen la ardua tarea de convertir estos diálogos en acciones concretas que promuevan la justicia y la sostenibilidad en la región. La esperanza radica en que estos encuentros fomenten una mayor visibilidad y apoyo internacional, necesarios para frenar las amenazas y garantizar un futuro digno para los pueblos indígenas de la Panamazonía.