“Nosotros vamos viviendo 10 años de lucha. A veces nos preguntamos: ¿porqué seguimos? muchas personas han muerto, han sido perseguidos en ese proceso. Estamos aquí por los niños y también por los más viejos. Nosotros no hemos venido solos”
Flavia Da Silva Nascimiento – Comunidad Piquiá de Baxio- Brasil
(luchando por el re- asentamiento, luego de que la ferrovía de la empresa Vale haya devastado su espacio vital)
9 territorios amazónicos de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y Brasil, están reunidos en la ciudad de Jaén en Perú para iniciar el proceso de promoción, defensa y exigibilidad de derechos humanos. Esta escuela de Derechos Humanos promovida por REPAM y apoyada por diversas organizaciones defensora de derechos humanos y fieles a la causa indígena desde la Iglesia, realiza su segunda edición (la primera se desarrolló en el 2016 en Ecuador y contó con la presencia de 13 territorios).
Este proceso nace como respuesta a las amenazas más voraces en el territorio amazónico que ponen en riesgo la existencia misma de sus pueblos y de todo lo que este pulmón del planeta representa. Rotokwyi Airomkenti ha llegado desde Marabá – Brasil, del pueblo Gaviaon. A sus 22 años, su liderazgo aflora en su rostro, en sus manos. Está estudiando derecho para defender a su pueblo masacrado, amordazado, expulsado, dividido, pero en pie y lleno de vida: “Quieren nuestra tierra por el oro, la minería, el diamante, pero nosotros queremos la tierra porque usamos lo necesario: la caza, los peces y eso nos basta. Yo me siento honrada de hablar de que nosotros tenemos derechos, les hablo a las empresas. Vamos a luchar también por nuestros parientes, tenemos un proyecto de futuro. A mi abuelo le cortaron la mano, le hirieron en el cuello, pero aún así él continuo y así es como yo pretendo continuar. Aunque seamos cercados por tantos proyectos, megaprayectos, a pesar de la fragilidad, somos un pueblo de resistencia.”
A la escuela de Derechos Humanos han llegado hombres y mujeres, muchos jóvenes, líderes de sus comunidades, acompañados, en casi todos los casos, por un agente de pastoral que acompaña estos procesos. La idea es que en conjunto, en equipo se continúe en un camino procesual de defensa de derechos: reflexión y réplica en los territorios, investigación, documentación e incidencia internacional. Como resultado de la primera promoción de la Escuela, se han tenido espacios en las CIDH, Unión Europea y Naciones Unidas, además de espacios nacionales y específicos para la defensa de los territorios.
“Hablar de amenazas y violaciones es hablar de empresas, de capital extranjero, y de los mismos estados, que lejos, de garantizar los derechos, son muchas veces, los principales responsables de estas situaciones” menciona Carol Jeri, abogada del Vicariato de Puerto Maldonado en Perú que lucha contra la minería ilegal, la trata de personas, la defensa y reconocimiento de territorios donde habitan los pueblos originarios.
La Amazonía y sus ríos nos conectan y nos posibilitan otra manera de ver el mundo y de garantizar la existencia de un futuro. El agua como ser sagrado, el Árbol de la Vida, la convivencia en respeto y armonía con todos los seres que habitan la creación, su cuidado. “La tierra para los Mura es sagrada, la tierra es nuestra Madre, no podemos negociar nuestra madre, no puedes vender a tu madre”, expresa Jeremías Oliveira, del pueblo Mura, quienes están luchando por la unidad de su pueblo, en la defensa frente a grandes proyectos de minería y explotación petrolera. Su tierra ha sido demarcada de manera aislada y los megaproyectos están ingresando sin ninguna consulta previa.
En la primera semana de esta formación, que durará 1 mes, con la facilitación del equipo itinerante, se ubicó el territorio amazónico como un espacio integral, más allá de las fronteras de los países, conectado por los ríos, las historias similares y en el presente las amenazas comunes, que del lado del poder, entran con fuerza.
Ediberto Fabricano, quien es líder del Territorio Indígena Multiétnico que reúne a 5 pueblos de la amazonía boliviana, reflexiona: “Lo que a mi me conmueve es escuchar a mis hermanos. Me motiva, pero también me llena de tristeza. Nosotros pensábamos que estábamos solos con los problemas, pero estamos muy cerca y vemos que estamos conectados con los impactos, pero también por las esperanzas.“
Francis Andrade abogada en Derechos Humanos de REPAM, expone que esta escuela nos ayuda a conectar las luchas, reflexionar dónde estas conexiones nos permiten un proceso de resistencia conjunta y además entender como responder de manera conjunta, es la única manera de responder. La REPAM quiere ser un puente, un nexo, un espacio facilitador del encuentro que dinamice la defensa y la resistencia.
Para Germán Vargas, del Pueblos Kichwa de Ecuador, esta convocatoria hecha desde la Iglesia mediante la REPAM, es fundamental: “ahora estamos en un momento de mucha urgencia, la empresas son estratégicas, son buenísimas para las negociaciones y muchos de nuestros líderes se dejan convencer.” Para él, la Iglesia no puede ser ajena a esta realidad, que los obispos, misioneros, misioneras, la comunidad parroquial defiendan y conozcan sobre derechos humanos es vital. Además, tiene que ser asumido desde la estructura. “Que los misioneros que acompañen a los pueblos sigan esa misma línea, que vengan con esa mentalidad. Hay que hacer camino con los obispos y los agentes de pastoral.”
Herman y Yashir del pueblo Tacana de Bolivia, viven la amenaza del ingreso de proyectos extractivos sin consulta, el ingreso de gente externa a tomar sus territorios y en este contexto la No Demarcación y garantía de su tierra, en la que también habitan pueblos en aislamiento. Su presencia en la escuela, también tiene la encomienda de la COICA (Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica) para fortalecer el trabajo de defensa de los derechos humanos, con una mayor profundización del trabajo articulado con la REPAM.
“Para que vuelva el Pachacitik, el kutikpacha (lo bueno, lo abundante) tiene que regresar construido con toda la selva.”