“Esperamos la transformación eclesial, para lo cual es necesaria la conversión personal y comunitaria animada por el Espíritu Santo”. Es uno de los fragmentos de la Declaración proferida al cierre del I Encuentro Latinoamericano y del Caribe: Mujeres en sinodalidad.
Por Paola Calderón Gomez
Una afirmación que encierra gran parte de los anhelos de un incalculable número de mujeres en el continente que aboga por un cambio de mentalidad y el compromiso de todas las personas, en particular de quienes se dicen miembros de la Iglesia y que para ellas constituye uno de los pasos en «el camino de una sinodalidad encarnada». Convocadas por la Comisión Animadora del Eje Mujeres en la Iglesia y la Sociedad del Celam, la Clar y Cáritas; más de 30 de mujeres se reunieron en Bogotá del 12 al 14 de abril.
La riqueza de la pluralidad
Tras profundas reflexiones mediadas por la escucha, la libertad y el respeto por la diferencia, intercambiaron experiencias, dolores y alegrías. Ahora se unen en el deseo de compartir aquello que vieron y escucharon como aparece escrito en la declaración dirigida al pueblo de Dios y todas las personas de buena voluntad que peregrinan en América Latina y el Caribe.
En el documento las mujeres en sinodalidad reconocen que toda suerte de cambios, transformaciones y caminos, son posibles por cuanto asistimos a un momento histórico caracterizado por una gran primavera eclesial que halla en el Papa Francisco un líder que anima la construcción de una Iglesia con rostro femenino.
Esto implica aceptar y valorar lo plural, lo sinodal y la plena conciencia de la necesidad del acceso entre otras cosas a los ministerios compartidos por parte de las mujeres. Situaciones que logran reflejar la belleza de los carismas que fueron sembrados por el Espíritu Santo, la Ruah Divina que las mujeres en sinodalidad recuerdan en su declaración «recrea todo cuanto existe, para una Iglesia fiel a la Buena Nueva de Jesús de Nazaret, samaritana y en salida».
Enviadas a dar testimonio
En el texto las participantes en el I Encuentro Latinoamericano y del Caribe: mujeres en sinodalidad, que sabemos representan diferentes procesos e instancias, se muestran como las «mujeres del Alba» las mismas que fueron testigos de la resurrección y enviadas a comunicar la Buena Nueva del Evangelio encarnado.
Así las asistentes a este evento, fruto de un proceso deberán compartir aquello que aprendieron, confirmando la esencia de su camino sinodal, lo que se verifica en este grupo caracterizado por su diversidad en cuanto a los lugares de procedencia, las historias, estados de vida e identidades que a su vez representan a muchas otras mujeres del continente.
Frente a ello no dudan en ratificar algunas de las certezas que les permiten creer y apropiar desde su conciencia, un compromiso con la fuerza que caracteriza a las mujeres de América Latina y el Caribe; asumiendo lo que denominan «el compromiso con la triple misión» conferida por el bautismo, es decir, desde el punto de vista sacerdotal, profético y de reinas; además con el propósito de “vivir la plena ciudadanía eclesial y atendiendo la necesidad de participación en instancias de decisión con su rol de Discípulas Misioneras de Cristo,” afirman.
Construyendo verdadera hermandad
«Hemos escuchado los dolores, los clamores y las heridas de todas las violencias padecidas,» aclaran y esto las lleva a una toma de conciencia y un deseo de verbalización que no atenta contra la experiencia del silencio orante, más bien permite construir hermandad con la certeza de seguir sanando.
Al respecto las firmantes de la declaración explican que de esta forma se hizo visible la fortaleza, la capacidad de resistencia y resiliencia de las mujeres que son comparadas con semillas de esperanza para sus entornos familiares y sociales.
«Esta escucha nos ha ensanchado el corazón para acogernos con profunda misericordia a imagen de Dios Padre y Madre; dando lugar a una genuina sororidad,» insisten; de la misma forma en que no dudan al ratificar que parte de la experiencia ha permitido saborear los gozos y las esperanzas que emergen de las historias y experiencias de cada participante en el encuentro con la propia realidad, que bien puede transformarse en vida abundante para ellas y las demás personas.
Atender al llamado
Así respondiendo a la llamada del Espíritu, considerado por las mujeres en sinodalidad como esa Ruah divina, se comprometieron a replicar lo vivido, invitando a otras personas a caminar juntas y en comunión.
Para ello, tanto la Comisión como las asistentes al I Encuentro tienen previsto concebir un plan estratégico que, en continuidad con el documento de identidad de la dependencia, estará orientado a desarrollar líneas de acción e incidencia con prioridades que se establecen en la organización del proceso del eje, el trabajo en red y la participación en instancias eclesiales y sociales.
El objetivo es asumir retos como la construcción del conocimiento, el fortalecimiento de la documentación, la socialización de realidades, iniciativas, materiales, las experiencias eclesiales y sociales de las mujeres, así como la generación de estrategias de comunicación y la creación de un canal oficial que le permita a la Comisión intercambiar experiencias, iniciativas y otros materiales que a su vez generen espacios formativos con distintos servicios y carismas, representados en el ejercicio de una ministerialidad concreta, ya sea a través del diaconado u otros al servicio de la vida digna, el cuidado de la Casa Común y los territorios.
Las convocadas
Al I Encuentro Latinoamericano y del Caribe: mujeres en sinodalidad, asistieron representantes de diferentes procesos.
Desde lo territorial estuvieron las mujeres provenientes de redes eclesiales como la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana (REMAM), Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní (REGCHAG) y la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), el Programa Universitario Amazónico (PUAM).
Desde lo pastoral se contó con la presencia de representantes de la Pastoral Afroamericana y del Caribe, la pastoral del pueblo garífuna, la pastoral de los pueblos originarios y la pastoral juvenil, además de la Vicaría del Sur, Arquidiócesis de Florencia Caquetá (VISUR) y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Mientras que desde la experiencia sinodal acudieron mujeres que participaron en las cuatro asambleas regionales realizadas por el Celam durante la Fase Continental del Sínodo, es decir las correspondientes a la región de Centroamérica y México (CAMEX), la región Caribe, la de países Bolivarianos y los del Cono Sur, así como representantes de la Red Global de Católicos Arco Iris, el Sínodo digital, el Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Celam (CEPRAP) y la Comisión Animadora del Eje Mujeres en la Iglesia y la Sociedad.
Encuentros como este son evidencia de que algo nuevo está pasando y que el proceso va a la inversa por cuanto no se inicia con la enseñanza de unos pocos sino escuchando a los que lo han vivido todo, allí está la fuente para construir juntos, juntas.
Fuente: ADN Celam