“Siento miedo, rabia, dolor, pero en mi corazón persiste la esperanza de que vamos a resistir y debemos revelarnos al poder que nos está matando” afirmó Gregorio Diaz Mirabal, coordinador de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica – COICA.
Un poder que es reflejo de un sistema de muerte, de acumulación, de consumo y descarte. El investigador científico Ismael Nobre, de Brasil, lo abordó en su exposición. Nos habla de un mundo desgastado y devastado, un mundo en riesgo de esterilidad por la contaminación, la deforestación, la extracción, que tiene una sola salida: reaccionar a las esperanzas de la selva y su capacidad de reserva oxígeno y agua, energía renovable, de las lluvias que estabilizan el clima, de la riqueza hídrica.
En la primera jornada de diálogo y discusión se abrió el espacio para “VER” la realidad desde la mirada de un planeta geográfica, cultural religiosa y políticamente amplio y diverso.
La lucha que convoca a los pueblos originarios del mundo, es una lucha por la vida y el futuro. La realidad nos habla de una urgencia, de la que no siempre somos consientes. Afrontamos una crisis profunda y dolorosa, que nos está empujando con desespero a mirarnos unos a otros y actuar en conjunto. Los biomas vitales para el planeta son el camino y la respuesta para la salvación de la humanidad, pero al mismo tiempo, son codiciados y amenazados por el poder, por los arreglos políticos que sirven al dios dinero.
Pero también están amenazados por una realidad de indiferencia y descuido, que caracterizan a la raza humana de estos tiempos. La Encíclica Laudato Si, hace una llamado profético y urgente a todas “personas de buena voluntad”: ¡despierten! Es una cuestión de vida o muerte.
El futuro está en juego. “Estamos exigiendo justicia, exigiendo el derecho a la vida. Estamos condenando el asesinato de nuestros hermanos. Estamos llamando no solo a América Latina, estamos llamando a todo el mundo. No queremos más héroes individuales, queremos héroes colectivos, queremos la acción de millones de católicos, necesitamos su oración, su decisión de apoyo hacia nosotros, los pueblos indígenas.” Retumban las palabras que representan a millones de pueblos indígenas, en la conferencia internacional que se está celebrando en la Universidad de Georgetown en Washington con la presencia de alrededor de 12 cardenales de todo el mundo, afanados, por hacer vida el llamado del Papa Francisco para la definición de nuevos caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral; como lo propone el Sínodo de la Amazonía, que se viene desarrollando desde el pasado enero 2018, cuando en su visita a la Amazonía peruana, el Sumo Pontífice lo inició.
Victoria Tauli Corpuz, relatora especial para pueblos indígenas de la ONU, reconoce que la labor de la Iglesia debe estar ligada a la defensa y exigencia de los derechos. En su participación, insta a la Iglesia a fortalecer los esfuerzos de las poblaciones originarias y tradicionales por defender a la Madre Tierra. “La Laudato Si es una clave histórica para la defensa de los pueblos y los territorios en los niveles locales y globales. Estoy muy satisfecha de que el Papa Francisco reconozca en los pueblos indígenas su fragilidad, pero sobre todo las esperanzas que ofrecen a que este mundo sea más sostenible”, afirmó.
Cardenal Pedro Barreto, vicepresidente de la REPAM afirma que la respuesta concreta a los nuevos caminos de la Iglesia es responder en red. Que las redes permiten el fortalecimiento de los procesos y que la Iglesia está viviendo un momento de Kairós, en medio de tantas desesperanzas.
Mons. Bernardito Auza, representante de la Santa Sede en la ONU, habla de la necesidad de que la Iglesia renueve se presencia y ello implica “reconocer la existencia de iniciativas prometedoras provenientes de las comunidades y organizaciones [indígenas] que promueven que los propios pueblos y comunidades nativas sean los guardianes de los bosques”, y confiar en su capacidad de resiliencia y de responder a los tiempos difíciles”.
Rodney Bordeaux del pueblo Sioux recordó sobre la violencia en la que han vivido siempre los pueblos indígenas y cómo la Iglesia en muchas circunstancias ha jugado un papel fundamental, de cercanía y compañía. Ahora se identifica con este camino de renovación y pide que la Iglesia reaccione, que quiere verla activamente involucrada, que nos fortalezcamos mutuamente y se apoye para fortalecer las comunidades.
Reconocer que desde la espirtiualidad proviene la fuerza vital, la resistencia y la esperanza. Una espiritualidad encarnada en la Hermana Madre Tierra, en la reciprocidad y la sacralidad de la naturaleza. Está comprobado de muchas maneras que los pueblos indígenas son los defensores de la vida y los bosques. Y que por ello, el sistema político y económico ejerce cada vez más violencia, que no son dos hechos aislados. La violencia a los pueblos, no puede ser ignorada por la Iglesia. Y se espera un diálogo real y profundo desde quienes somos, en diversidad.
Mañana estamos invitados a dar un paso adelante – concluyó Mauricio López, secretario Ejecutivo de la REPAM.