Se acaba de dar a conocer la Declaración final del X Foro Social Panamazónico, celebrado en Belém (Brasil), de 28 a 31 de julio. Un evento en el que participaron representantes de los pueblos originarios y comunidades tradicionales de la Amazonía, así como movimientos sociales y representantes de la Iglesia católica, especialmente a través de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).
Por Luis Miguel Modino
Como recoge el texto, los representantes de los nueve países que forman parte de la cuenca amazónica, han reafirmado el camino iniciado 20 años atrás, insistiendo en que “no podíamos imaginar entonces que hoy el mundo sería aún peor”, algo que es causa del hecho de que la región está siendo “devastada por gobiernos para los que la naturaleza es una mercancía y los derechos de los pueblos no tienen validez”. Por eso, se destaca que “hasta hoy, ningún gobierno ha garantizado el pleno ejercicio de los derechos de los pueblos amazónicos en defensa de la madre naturaleza”.
La Amazonía es la “más reciente frontera de expansión, poniendo en riesgo todas las formas de vida y a quienes las defienden”, relatando cómo se concreta todo eso, algo que se disfraza “bajo la falsa premisa del desarrollo”, un modelo que es causa de “la actual crisis climática y su amenaza civilizatoria”, que “ha llevado al ecosistema amazónico a un punto de no retorno”.
Crecimiento de las luchas y resistencias
Se denuncia los diversos tipos de violencia contra las mujeres, “fuerza de resistencia en defensa de la vida”, así como la “situación de guerra no convencional” que vive la región y “los bloqueos financieros y económicos y las amenazas militares impuestas por las grandes potencias mundiales y los grupos fundamentalistas”. Esto ha provocado que “las luchas y resistencias han adquirido una fuerza inédita, basada en la experiencia de las espiritualidades de nuestros pueblos”, buscando hacer realidad que “otro mundo es posible”.
En esa tesitura exigen “un modelo político, social y económico que priorice la integridad de nuestra casa común, que reconozca y respete los territorios y el pleno ejercicio de los derechos de los pueblos amazónicos y los derechos de la Naturaleza”, lo que se traduce en una recuperación de las formas ancestrales de organización, proponiendo alternativas a la mercantilización de la naturaleza.
Promover la autogestión y autodeterminación
Se hace una llamada a articular esfuerzos y luchas, así como se pide a los gobiernos una puesta en práctica de sus discursos en defensa de la Amazonía. Junto con ello se hace ver la necesidad de promover la autogestión y la autodeterminación de los pueblos amazónicos, con “la implementación de mecanismos adecuados a las nuevas formas de planificación que garanticen sus formas de vida, respetando sus cosmovisiones”.
Finalmente se exige que “los Estados cumplan plenamente las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, rechazando “las políticas públicas extractivistas de los gobiernos que amenazan la vida y la naturaleza”. Para ello se exige igualmente el cumplimiento del Convenio 169 de la OIT, la aplicación del derecho a la consulta y al consentimiento libre, previo e informado, y una Amazonia sin explotación minera y de hidrocarburos.
Texto de la Declaración Final
- Abrazados frente al río Guamá, en el gran encuentro de toda la diversidad que habita la Pan-Amazonía, nosotros, indígenas, negros, quilombolas, campesinos, ribereños, urbanos, de todos los géneros y edades de los nueve países de la Cuenca Amazónica: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa, reafirmamos el camino que iniciamos hace 20 años, desde el Primer Encuentro como Foro Social Pan-Amazónico, con la esperanza de «Otro mundo posible». No podíamos imaginar entonces que hoy el mundo sería aún peor.
- Hoy, la Amazonía se encuentra en su peor momento, devastada por gobiernos para los que la naturaleza es una mercancía y los derechos de los pueblos no tienen validez. Hasta hoy, ningún gobierno ha garantizado el pleno ejercicio de los derechos de los pueblos amazónicos en defensa de la madre naturaleza. En esta situación, es necesario recurrir a los movimientos sociales, apelar a la creatividad, aprender de los errores y continuar la lucha.
- Lo que ayer percibíamos como amenazas son hoy realidades derivadas de un sistema de opresión múltiple: patriarcal, racista, capitalista y colonial, que ha situado la gran cuenca amazónica como su más reciente frontera de expansión, poniendo en riesgo todas las formas de vida y a quienes las defienden. Bajo la falsa premisa del desarrollo, la extracción del caucho, la madera, el petróleo, el agronegocio, las grandes represas hidroeléctricas y la megaminería avanzaron sobre los diferentes territorios amazónicos y se insertaron en modelos de carácter colonial, incluyendo propuestas de mercantilización de elementos del bioma. Con este pretexto, se militarizan los territorios y se saquean los bienes comunes para generar beneficios. La desigualdad social y la violencia estructural y fáctica se profundizan para todas las poblaciones de la región panamazónica, que hoy ven cómo se destruye y envenena toda la vida.
- La actual crisis climática y su amenaza civilizatoria, consecuencia del modelo de desarrollo, ha llevado al ecosistema amazónico a un punto de no retorno, amenazando con la pérdida irreparable del bosque tropical más importante del planeta y hogar de más de 50 millones de personas, junto con buena parte de la biodiversidad del planeta. Si no detenemos esta tendencia ahora, mañana será la muerte de la región panamazónica, vital para frenar el calentamiento global y garantizar la vida en el planeta. El tiempo se acaba.
- Las mujeres indígenas, campesinas, negras, quilombolas, populares y urbanas, trans y lesbianas, fuerza de resistencia en defensa de la vida, siguen siendo violentadas por la acción y omisión de los Estados, los fundamentalismos políticos y religiosos, el patriarcado, el racismo, la militarización y la corrupción, arraigados e instalados en nuestra sociedad capitalista, que a través de las empresas transnacionales y las fuerzas económicas expropian impunemente los territorios y promueven la violación de los cuerpos, el tráfico y control de personas y formas de vida, la violencia sexual, el feminicidio, la violación de los derechos sexuales y reproductivos, los ataques a la diversidad, la disidencia sexual y de género.
- Toda la cuenca amazónica vive una situación de guerra no convencional, con la participación de fuerzas militares estatales, paramilitares, milicias y narcotraficantes que actúan en conexión con grandes intereses económicos. A esto se suman las medidas coercitivas unilaterales, los bloqueos financieros y económicos y las amenazas militares impuestas por las grandes potencias mundiales y los grupos fundamentalistas.
- Reiteramos que, si bien los peligros han aumentado, las luchas y resistencias han adquirido una fuerza inédita, basada en la experiencia de las espiritualidades de nuestros pueblos, que deben seguir creciendo como hijos de la Madre Amazonía. En este sentido, los pueblos de la Pan-Amazonía se están organizando, uniendo, luchando por sus territorios y culturas, para hacer posible un futuro. Así avanzan las luchas antirracistas, antipatriarcales y anticoloniales, manteniendo el optimismo que nos ha caracterizado, pero con un realismo que nos obliga a exigir lo (im)posible. Este otro mundo es posible.
EXPRESAMOS NUESTRA PROPUESTA POLÍTICA
- Exigimos un modelo político, social y económico que priorice la integridad de nuestra casa común, que reconozca y respete los territorios y el pleno ejercicio de los derechos de los pueblos amazónicos y los derechos de la Naturaleza.
- Recuperar, valorar y proteger los conocimientos de los hombres y mujeres y las formas ancestrales de organización de nuestros pueblos para el cuidado y manejo del agua, la protección de nuestros territorios, que incluyen nuestros ríos, limpios y libres de megaproyectos.
- Nuestras alternativas para una tierra sin males son la producción agrícola y forestal diversificada y en armonía con la naturaleza, la agroforestería, la agroecología, los proyectos de producción y consumo local, la gestión comunitaria de los bienes comunes, los bosques y el territorio, el uso de semillas autóctonas, el ecoturismo comunitario, los proyectos de energías alternativas, el cuidado y la gestión integral y participativa de las cuencas hidrográficas y las biorregiones, y muchas otras iniciativas centradas en la vida y no en la mercantilización de la naturaleza.
- Nos proponemos articular esfuerzos y luchas en defensa de los territorios de la Pan-Amazonía y de la vida, así como, con otros movimientos sociales de otras regiones del mundo, contra el modelo económico neoliberal patriarcal, colonial y racista que viola todos nuestros derechos individuales y colectivos, contra la corrupción y contra los fundamentalismos políticos, económicos, socioculturales y religiosos.
- Pedimos a los gobiernos de los países panamazónicos que pongan en práctica sus discursos contra la crisis climática y los derechos de la Madre Tierra, con medidas reales contra la deforestación, la degradación y el aumento de las emisiones, y no con el maquillaje de las llamadas economías verdes. Exigimos que cumplan y refuercen sus compromisos, asumidos a nivel internacional.
- Promover el ejercicio de la autogestión y la autodeterminación de los pueblos indígenas, negros, quilombolas, campesinos y ribereños, permitiéndoles el ejercicio de la gestión pública con base en su propia visión, normas y procedimientos; esto requiere, entre otras cosas, la implementación de mecanismos adecuados a las nuevas formas de planificación que garanticen sus formas de vida, respetando sus cosmovisiones. Sin la autogestión territorial de los pueblos, no hay futuro para la Amazonía, ni para el mundo. Exigimos que los Estados cumplan plenamente las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Además, la sentencia de 2015 de Kalina y Lokono pronunciada por la OEA debe ser aplicada por el gobierno de Surinam. Por último, exigimos la autodeterminación de la Guyana ocupada por Francia. Nuestra cuenca amazónica no estará completa hasta que logremos su descolonización.
- Rechazamos las políticas públicas extractivistas de los gobiernos que amenazan la vida y la naturaleza. Exigimos el cumplimiento del Convenio 169 de la OIT, la firma, ratificación, respeto y aplicación del derecho a la consulta y al consentimiento libre, previo e informado, que incluye el derecho al veto por objeción de conciencia cultural en el marco de la autodeterminación de los pueblos, y exigimos mantener los hidrocarburos bajo tierra y una Amazonía libre de minería.
Fuente: CELAM