“La voz de nuestros hermanos indígenas clama por justicia, respeto y reconocimiento legal a su territorio para seguir existiendo con su forma de vida, quieren vivir en paz como custodios de la Casa Común. ¡No los dejemos solos por favor!”, es el pedido de la religiosa Carmelita Misionera, Hna. Gladis Montesinos Sollo, quien realiza su misión en el territorio indígena Tsimane del sector Yacuma, en el municipio de San Borja, Beni.
Por Micaela Diaz
“Mi misión es acompañar al pueblo de Dios. Pueblos amazónicos de Bolivia, en este caso, a hermanos indígenas Tsimanes del Sector Yacuma”, indica la misionera, quien asegura que “la Iglesia debe ser aliada de los pueblos amazónicos”, como enseña el Papa Francisco, estar presente en el territorio y caminar con ellos, aunque esto resulte en “correr su misma suerte”.
La opción concreta de la carmelita misionera es por los empobrecidos de hoy, marginados, ubicados en la periferia, que se encuentran al borde de un etnocidio: “Es una experiencia difícil y dura, pero gratificante, porque se intenta hacer carne la Iglesia de Dios, samaritana, acogedora, sinodal, en este caminar juntos, buscando permanentemente, en comunión con otros, alternativas y formas de defender la vida y dignificarla; estar al servicio de Dios presente en los prójimos”.
El carisma de las hermanas Carmelitas Misioneras
“Mírale en este cuerpo que es su Iglesia, llagado y crucificado, indigente, perseguido, despreciado y burlado. Y bajo esta consideración, ofrécete a cuidarle y prestarle aquellos servicios que estén en tu mano”, esta es una frase del fundador de las Carmelitas Misioneras, Francisco Palau y Quer, que motiva a servir a los demás, y es de esta manera que la Hna. Gladis vive su vocación, recordando que “la periferia es el centro”.
“En este momento, nuestros hermanos indígenas en la Amazonia sufren de manera cruel, ahora más con las quemas y los incendios forestales, y están solos. Sufren sus luchas, la vulneración a sus derechos, abusos y más, pero están solos. Allí me pregunto: ¿qué rostro de Iglesia estamos revelando? ¿Dónde estamos? ¿Cómo los desafíos de hoy nos replantean y resitúan para acompañar de modo más cercano a estos pueblos?”, se cuestiona la religiosa.
“Se ha quemado todo”
“En el sector de Yacuma, que es donde están los indígenas Tsimanes, se ha quemado todo su monte. Es increíble ver que lo que antes era verde, ahora es ceniza. Nuestros hermanos indígenas Tsimanes lo han perdido todo; pese a estar en una situación crítica de despojo de su territorio, encima les viene esta pérdida”, sostiene la Hna. Montesinos, que a su vez lamenta que hayan además sus fuentes de alimentos: “Viven del bosque, ese es su mercadito, sus ríos están secos, pescado no hay, su jatata ya no hay, medicina tradicional no hay, ¿qué van a comer? Ellos han intentado salvar sus casitas, pero de algunos se ha quemado”.
La misionera cuenta los episodios de tristeza que viven los Tsimanes con gran sufrimiento: “Cuando estuve con ellos, pasé por el fuego y la ceniza caliente. Un calor y humo insoportables dentro del monte, los animales salían gritando, los árboles inmensos caían, parecía trueno, era terrible, y ellos intentando apagar el fuego porque no tenían herramientas, aún sigue ardiendo en diversas comunidades. Lo que duele también es que ellos no han chaqueado, porque sabían del peligro que corrían en tiempo de sequía y con las altas temperaturas. Pero quienes prendieron fuego fueron los asentamientos vecinos que chaquearon sin medir sus consecuencias”.
Los pueblos necesitan toda la ayuda que podemos brindar
Las comunidades que siguen sufriendo incendios son: Palmira, Jatatal, Tacuaral de aguas negras, 10 de Junio, Bajo tacuaral, palmito, Tuvij Tumsi, Río grande, 10 de Octubre, San Gabriel, San Antonio, Agua salada, San Julian, Flor de Mapajo. Todas estas munidades forman un territorio que están demandando actualmente al Estado su derecho de reconocimiento ancestral como “TCO Sector Yajcama”.
En este momento, las necesidades básicas son de víveres, agua y tanques de agua, atención médica, medicamentos y materiales para apagar el fuego. “Nos han prometido ayuda, hemos gestionado, pero todavía no hay respuesta de nadie. Hemos visto en las noticias que por este sector se hacen bloqueos para reclamos, pero los indígenas de este sector no cuentan en esos reclamos para ayuda. Por el contrario, se afecta a quienes intentan ayudar a otros sectores. Es lamentable que se adopten este tipo de medidas de bloqueo cuando hay situaciones de emergencia”.
Si se desea donar algo se podría hacer desde el Vicariato de Reyes: en las oficinas de Cáritas, ubicado en la calle Comercio, esquina Gualberto Villarroel, localidad de los Santos Reyes, Provincia Ballivián, departamento del Beni, o a la cuenta institucional bancaria: N° 19259199 en el Banco Unión a nombre de Pastoral Social Vicariato Apostólico Reyes. También es posible hacer los depósitos a la cuenta N° 506-2-1-04976-1 a nombre de Montesinos Sollo Gladis Elena, en el Banco Prodem.
Todo está interconectado, lo que hagamos o dejemos de hacer afectará a todo y a todos
La Hna. Gladis reflexiona sobre la situación de los pueblos amazónicos, pero también de la afectación a todo el país: “Las ciudades también están sufriendo de agua, de humo, pero no cambiamos, no hacemos nada, no hemos tomado conciencia de que estamos destruyendo la única casa que tenemos, la Casa Común, la casa de todos”, sostiene la religiosa y extiende una invitación a cuidar de ella: “Esta casa está ardiendo en sus pulmones, la Madre Tierra está clamando y sangrando de manera criminal, es decir, la propia actividad humana la está destruyendo; estamos ante una situación grave un punto de no retorno. Debería ser un imperativo para nosotros, pero nuestra mentalidad está tan cerrada y nuestros oídos y vista contaminados, que no nos damos cuenta todavía de que si no cambiamos de mentalidad, nuestras acciones no podrán ser coherentes, necesitamos cambiar desde lo profundo”.
Al concluir, la carmelita misionera lamenta que existan Leyes y decretos incendiarios, extractivistas, negación a proyectos que defienden la naturaleza, la extensión de la frontera agrícola que “legaliza a deforestación”, megaproyectos que dañan y acaban con los pueblos amazónicos. “Somos fruto de un modelo económico depredador, incumplimiento de leyes que protegen la naturaleza, la Madre Tierra, y sobre todo, también los derechos de las personas, pueblos indígenas y recursos naturales, porque también son sujeto de derechos como el agua, la tierra, etc.”, sostiene y llama a la población a reflexionar sobre esta realidad para los hermanos indígenas en la Amazonía: “Acompañemos estos pueblos, hagamos una Iglesia cercana, humanitaria, de presencia no de visita; son el pueblo de Dios, los prójimos que revelan la imagen de Dios vulnerada”. “Las ciudades también sufren las consecuencias de estos impactos de las quemas e incendios, es hora de tomar conciencia y de concretar acciones para prevenir mayores impactos… Recordemos, la tierra no nos necesita, nosotros necesitamos de ella, esta bella creación de Dios está siendo amenazada de muerte, pero todavía podemos hacer algo. No hagamos oídos sordos. Desde nuestra cotidianidad podemos ir cambiando. ¡Cambiemos de chip! Ojalá, podamos proponernos tener un impacto, una huella en nuestro planeta tomando decisiones prácticas desde un cambio de mentalidad y una profunda toma de conciencia, un compromiso con y por la vida; nuestras acciones serán ejemplo para arrastrar a otros y recordemos: Todo está interconectado, lo que hagamos o dejemos de hacer afectará a todo y a todos”.
Fuente: Conferencia Episcopal Boliviana