En un encuentro improbable, por la distancia temporal que los separa, el pobre de Asís regresa a la tierra en su realidad actual; una realidad quebrantada por el dolor de los signos de los tiempos que generan desesperanza por el rumbo que ha tomado nuestro planeta y nuestra sociedad. Pareciera que seguimos tan lejanos de aquel sueño que Dios mismo tiene para que sus hijos e hijas más amados tengamos “vida y la tengamos en abundancia” (Jn. 10, 10). Un sueño que en el proyecto de reino encarnado se nos expresó como una opción primera para los más pequeños y excluidos. En este regreso de San Francisco sus ojos no pueden creer cómo hemos sido incapaces de escuchar los tantos llamados proféticos como el suyo, para cambiar el rumbo y escuchar la voz de la belleza y de la esperanza que están en la creación hermosa de Dios.
Imaginen el dolor de su corazón y cómo sus ojos se llenan de lágrimas, cuando este Hombre de la Paz contempla lo lejos que estamos de ese proyecto con el que él mismo soñó, uno en que pudiéramos vivir en armonía con nosotros mismos, con los prójimos, y con toda la creación. Un sueño de que nos reconociéramos hermanos, genuinamente, de los más pequeños y de cada creatura de esta hermosa creación. Creaturas que nos cantan y hablan sobre lo maravilloso que es todo lo creado por ese Dios que es Papá y Mamá.
Nuestro personaje, representando a San Francisco, regresa para dialogar con todos sus hermanos y hermanas de la creación. Vuelve para experimentar la indignación de todo el daño realizado sobre nuestra casa común, y para mirar cómo se ha puesto en un riesgo de muerte el futuro de la humanidad y el de tantas especies de ora y fauna que él sabe bien que son canto de Dios y promesa de futuro. Aparece entre nosotros con su mirada clara y amorosa para llamarnos una vez más a una conversión profunda y radical que nos saque de este camino suicida como humanidad. Viene de regreso a nuestros corazones para convocarnos a reconocer a Dios mismo en toda la creación.
Sin duda, esto es la narrativa de una novela bella, profunda y confrontadora, pero es también el llamado a reconocer la urgencia de esa “conversión ecológica” (LS 216-221) a la que el Papa Francisco nos está convocando y en la que nos pide “en el nombre de Dios que defendamos a la madre tierra” (Encuentro con Movimientos Populares en Santa Cruz Bolivia. Julio 2015). Esta novela aparentemente improbable, refleja el regalo maravilloso de una de las Cartas más importantes de todos los tiempos para la humanidad, la Encíclica “Laudato Si -Alabado Seas-. Sobre el cuidado de nuestra casa común” del Papa Francisco.
En ella, nuestro pastor nos llama a mirar la realidad sin velos y a sentir dolor por todo el daño que hemos hecho; también, nos conduce a reconocer cómo hemos sido nosotros mismos como seres humanos los causantes de esta situación por la cerrada y limitada visión de “desarrollo” predominantemente económico y acumulador que hemos asumido como camino casi único; luego nos invita a reconocer la rica y fecunda tradición de nuestra fe y recorrido como pueblo de Dios donde hay fuentes invaluables para reconocer la fuerza de esta vocación por el cuidado de la casa común. De hecho, es en ese recorrido que el propio Papa realiza ese diálogo con el Pobre de Asís, para reconocerlo como el más grande inspirador de esta Encíclica y de la ineludible misión de todos los creyentes y de todas y cada una de las personas de este planeta para asumir este cuidado de nuestra casa común. Es la gracia de este encuentro que nos regala el Papa en “Laudato Si” lo que nos convoca a producir este inspirador material sobre un encuentro urgente para nuestra realidad entre San Francisco y el Papa Francisco, y donde ambos contemplan nuestra realidad rota y esperanzada.
Pero nuestra carta inspiradora sobre el cuidado de la casa común va más allá, echa las redes en aguas más profundas, ya que nos regala una nueva, fresca y confrontadora mirada que nos conduzca a responder a la urgencia de buscar cambios concretos sin miradas parciales y fragmentadas como ha sido nuestra experiencia como Iglesia y como sociedad, debido a nuestra necesidad de interpretarlo todo desde nuestras propias categorías o miradas reducidas. El Papa Francisco nos regala la perspectiva sobre la “ecología integral”, la cual abre una nueva etapa para creyentes y personas de buena voluntad, buscando una respuesta hermanada en el reconocimiento de una misión compartida que nos saque de esta ruta acelerada hacia el precipicio.
Laudato Si ́nos da una visión de “ecología integral” que pasa por una “conversión ecológica”, y que integra las diversas miradas antes alejadas, para tener una sola voz sobre el cuidado de nuestro planeta para las futuras generaciones, que reconozca la fragilidad de nuestro entorno y la importancia de todos los seres creados, y que mire con especial amor y compromiso a los más frágiles y excluidos, como lo haría el mismo Cristo y como lo hizo el pobre de Asís.
La Encíclica culmina con invitaciones concretas que pueden, y deben, ser reflexionadas, oradas y asumidas en todos los ámbitos de la vida y en todos los lugares del mundo con una perspectiva de cambio en la vida cotidiana. Como invitación a buscar otros caminos para una educación en el cuidado de la creación, y de gestar acciones que influyan en los ámbitos de toma de decisión desde lo local hacia lo internacional y viceversa. Una invitación a confrontar propositivamente y lucidamente para conseguir un cambio radical en la acción política, y a inspirarnos con otros modos de mirar el futuro que vayan sustituyendo a este sistema que mata y que no da más como el propio Papa Francisco ha mencionado en su encuentro con los Movimientos Populares, realizado en Bolivia en el 2015. El Papa llama a los considerados “pequeños”, pero los primeros ante los ojos de Dios, para que sean quienes puedan también hacer la diferencia y contribuir con su propia capacidad de resistir y proponer, y a disponer de esa su fuerza interior para sobreponerse a las condiciones más complejas y salir adelante con alegría y esperanza.
Este material está hecho para que esa bella e inspiradora Encíclica no se quede lejos de sus principales destinatarios, esos que quizás al recibirla como tal no podrán gozarla y beber de su fuerza profunda por el estilo de la misma. Hemos querido, simplemente, buscar un lenguaje que llegue al corazón de la vida de las personas en su realidad cotidiana, y que todos podamos entender la gravedad de la situación. Es un material que quiere resaltar la importancia de nuestra opción en nuestras comunidades y familias, en nuestras organizaciones y grupos, y en nuestra vocación transformadora como creyentes e instituciones civiles que luchan por construir ese otro mundo posible desde lo sencillo.
Desde la Red Eclesial Panamazónica -REPAM- anhelamos asumir con valentía los llamados que el Papa Francisco nos sigue dando, abrazamos la fuerza de la rica tradición de nuestra Iglesia en la región, la fuerza de la fe de nuestro pueblo, y buscamos proyectarnos a una mayor comunión para cuidar esta nuestra hermosa y única casa, sobre todo en el marco de este “Año Jubilar de la Misericordia” para que: “Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo” (Misericordiae Vultus No.15).
Esperamos que se hagan muchas copias de este material y llegue a las manos de toda familia, comunidad, parroquia, grupo, organización, instancia eclesial, para que sirva simplemente como pretexto para entrar más al llamado de la “Laudato Si”. Que sea un vehículo para asumir la invitación de San Francisco de Asís, y ojalá, para también ir afirmando esa conversión ecológica tan urgente en estos tiempos.
Agradecemos profundamente a todos los que hacen parte de esta Red Eclesial Panamazónica -REPAM- que han facilitado el que este aporte sea posible, a los miembros de la comisión de comunicación, a los apasionados radialistas que con su profundidad, capacidad y sensibilidad hicieron realidad este material, y a tantos generosos colaboradores que nos han apoyado con los medios para ello. El momento más importante de la Encíclica y de la humanidad comienza ahora, cuando la discusión pública sobre “Laudato Si” no está tan presente ya en los medios o espacios eclesiales, cuando los foros internacionales van concluyendo con promesas que nos preocupa cómo se harán verdad, ya que tantas veces se ha fracasado en el pasado. Ahora comienza el momento crucial de llegar a los corazones de todos y todas para hacer la diferencia de todos los días y en todo lugar, hasta conseguir esa “conversión ecológica” que sea coherente con una cultura de la vida y la esperanza a la manera del reino.
Mauricio López, Secretario Ejecutivo – REPAM