“¡Joven, no temas, atrévete a ser custodio de la Casa Común!” es el lema de la I Jornada Amazónica de la Juventud (JAJ), a realizarse en Puerto Leguízamo (Putumayo), del 18 al 20 de agosto de 2018. Se espera la participación de 120 jóvenes delegados de todo el Vicariato de Puerto Leguízamo-Solano, de la tríplice frontera y delegados de la Diócesis de Florencia.
El objetivo es generar encuentro, mística, integración, retroalimentación y júbilo entre los jóvenes, y sirviendo de base para la Escuela de Liderazgo Juvenil Amazónico y la Misión Juvenil a realizarse en los próximos meses en este espacio amazónico y fronterizo. El P. Oscar Medina, delegado de la Pastoral Juvenil del Vicariato, nos cuenta detalles del encuentro.
P. Óscar, ¿cómo surgió la idea de realizar esta primera Jornada Amazónica de la Juventud?
La Jornada Amazónica que estamos organizando no es el primer encuentro, en realidad es el tercer encuentro trifronterizo que realizado en ese contexto. Este año, inspirados en la Minga, por el camino del Sínodo para la Amazonía, por en el Papa Francisco, que nos ha encargado de la Casa Común a través de la Laudato Sí, y también por el Estado Colombiano que ha reconocido a la Amazonia como un sujeto de derecho, hemos querido transformar ese encuentro en la I Jornada Amazónica de la Juventud.
El lema “¡Joven, no temas, atrévete a ser custodio de la Casa Común!” está inspirado en la Jornada Mundial de la Juventud a realizarse el año entrante y que tiene el en su lema donde el ángel le dice a María: “no temas, María, tú has a encontrar gracia delante de Dios’’. Nosotros queremos decir a los jóvenes: “joven, no temas, tú has sido escogido por Dios para ser custodio de su Creación y tú vives en esa creación como poblador que eres’’. En este marco hemos pensado, creado y transformado esta reflexión en lo que llamamos JAJ.
¿En qué contexto se realiza este evento?
Esta Jornada Amazónica de la Juventud se ubica dentro de la plataforma de la Pastoral Juvenil de nuestro Vicariato, que está montada sobre cuatro pilares: lo espiritual, lo formativo, desde el encuentro y el compartir la misión. Todo está organizado e inspirado en el contexto amazónico en el que vivimos, y teniendo en cuenta la Minga Amazónica Fronteriza realizada el año pasado en Puerto Leguízamo. La Minga nos ha dado unas directrices a los jóvenes para el trabajo en el territorio como pobladores y cuidadores, con el compromiso“asumir como discípulos misioneros un estilo de vida que concretice en las acciones cotidianas el cuidado y la protección de la Casa Común”. Desde ahí, para los jóvenes que son los pobladores de esta Amazonia queremos llegarles a través de los pilares de la espiritualidad, de la formación, del compartir y de la misión.
¿Qué expectativas tienen para este trabajo juvenil en la Amazonía?
Actualmente, la plataforma de nuestra Pastoral Juvenil ha desarrollado el pilar espiritual, en el mes de julio, desde un retiro espiritual donde hemos invitado a los jóvenes a cuidar de sí mismos, a través de la pedagogía del cuidado: joven, cuídate a ti mismo para que cuides el entorno que te rodea; posteriormente desarrollaremos el otro pilar, el formativo, desde el primer nivel de la Escuela de Liderazgo Juvenil Amazónico a realizarse en octubre, y la misión de los jóvenes de la Amazonía en diciembre.
Este año nos reuniremos, por cuestiones de logística, sólo los jóvenes de nuestro Vicariato y con representantes de la frontera peruana y ecuatoriana, pero nuestro ideal es que un día se reúna a todos los jóvenes de la Amazonia, es decir, a jóvenes de las jurisdicciones cercanas (Puerto Leguízamo-Solano, San Vicente del Caguán, Florencia, Mocoa-Sibundoy, San Miguel de Sucumbíos de Ecuador y San José del Amazonas del Perú), porque todos hacemos parte de esta Amazonia, somos parte de las Iglesias Locales donde hay pastorales juveniles. Esperamos que, entre nosotros, unamos las fuerzas para que un día logremos reunir a todos nuestros jóvenes amazónicos. Este podría ser un paso para que surgiera en este contexto Sinodal un impulso donde el joven se convierta en custodio de la Casa Común.
Fuente: Revista Dimensión Misionera