Que la justicia y la paz fluyan”. Con este bello titulo inaugurábamos este año 2023 el mes de la creación, una urgencia a la que el Papa Francisco no se cansa de invitar a “ser artesanos de la paz.
Por Mons. Rafael Cob García*
Nada tan necesario para nuestro mundo como tener el don de la paz. Y nunca como ahora el mundo tiene sed de paz!
Muchos en el mundo siembran la violencia y creen que es el camino para obtener su poder y su riqueza. Pero somos muchos más los que no solo deseamos la paz, sino que trabajamos por conseguirla y la sembramos cada día.
Justicia y paz
Así nos unimos en el esfuerzo de tejer la red con un objetivo común: conseguir un mundo más justo, porque sabemos que la paz es fruto de la justicia.
Por eso el lema de que la justicia y la paz fluyan son dos realidades que no se pueden separar. Justicia y paz, en este orden, es el camino por el que debemos caminar. Esta es la súplica que debe fluir de nuestros labios, como plegaria al Creador, y de nuestros corazones, como expresión de nuestros deseos. Que fluya la justicia y la paz como el manantial de la montaña, como el agua fresca que fecunda la vida y calma la sed.
¿Como podrá fluir la justicia y la paz en esta tierra, si no hacemos que la lluvia del amor y la misericordia desciendan sobre los que sufren?, si apagamos la voz del profeta que denuncia la corrupción y anuncia la esperanza, si no buscamos el bien común por encima del bien particular, si no valoramos la vida por encima de los intereses económicos.
Solo la unión de mente y corazón, sintonizando con un mundo global interconectado, donde la tierra y el hombre son respetados en sus derechos, hará posible la paz.
Lecciones para valorar
Ecuador, con la victoria del “Si” en el reciente referéndum sobre el Yasuní y el Chocó Andino, se ha convertido ante el mundo en ejemplo de la victoria de David sobre Goliat.
Lección de saber valorar la vida sobre la muerte, de proteger la auténtica riqueza para el mundo global, de vencer la amenaza del poderoso sobre el pobre, de hacer escuchar el grito de la tierra para sobrevivir. Ha sido no solo un signo y ejemplo para el mundo en estos momentos tan difíciles en que vivimos, sino un camino a seguir. Es un respaldo a la perseverancia. En ello, la Iglesia se ha hecho presente en el camino de la defensa de la casa común.
Vemos y sentimos que la tierra es castigada, mismo siendo inocente, cuando el hombre abusa de su poder, creyéndose dueño de la creación cuando solo debe ser buen administrador de ella. Dios se nos la confió, para que fluya la paz defendiendo la justicia. Pensemos no en nuestro plan humano, sino en el plan de Dios creador.
*Mons. Rafael Cob García es obispo de Puyo (Ecuador) y presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM)