LA RIQUEZA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN EL PENSAMIENTO DEL ARZOBISPO BERGOGLIO

El interés del Papa Francisco por los pueblos indígenas se ha profundizado con el tiempo. Y es cierto para él lo que es cierto en general: “Hoy somos más conscientes de lo que significa la riqueza de los pueblos indígenas, precisamente en un momento en el que, tanto política como culturalmente, queremos anularlos cada vez más a través de la globalización, concebida como una “esfera”, o una globalización en la que todo está estandarizado. El Papa Francisco pronunció estas palabras en respuesta a una pregunta que le hizo un jesuita durante la 36ª Congregación General de la Orden en noviembre de 2016.

El Papa tiene al “pueblo” en el centro de cada uno de sus discursos y, diría yo, en general, en el centro de su visión de la Iglesia y del mundo. El hombre no es entendido como una “persona” fuera de un “pueblo”. La Iglesia es también un pueblo, el “pueblo fiel de Dios en camino”. Para Francisco, “pueblo” no es sólo “sociedad”: es una categoría histórica y mítica que no puede explicarse sólo de manera “lógica”. Es necesario comprender la “historia” y el “mito” de un pueblo.

En un largo texto sobre la religiosidad popular como inculturación de la fe del 19 de enero de 2008, Monseñor Bergoglio se refirió al tema de los pueblos indígenas, recordando las conferencias continentales de los obispos latinoamericanos y caribeños. En estas conferencias -empezando por Medellín- la Iglesia en América Latina comenzó con ese encuentro “para tratar de comprenderse y descubrir su propia misión”.

Monseñor Bergoglio identificó a los pueblos indígenas como un punto de partida necesario. Esta simple afirmación contiene un desafío abierto que responde a una pregunta: ¿cómo puede una Iglesia comprenderse a sí misma? ¿Por dónde tiene que empezar? Monseñor Bergoglio escribe que en Medellín “se redescubrió una Iglesia oculta, compuesta por los recuerdos de más de dos mil seiscientos pueblos originarios, con sus innumerables lenguas y tradiciones”. Luego, en la Conferencia de Santo Domingo se discutió la unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afroamericanas y se avanzó en el reconocimiento del continente latinoamericano como un “continente multiétnico y multicultural”, con una “cosmovisión de cada pueblo”. No sólo se acepta la pluralidad cultural y social, sino que en ella se reconoce la “acción ininterrumpida de Dios”.

A continuación, señalaré cuatro importantes desafíos -entre muchos otros- que el entonces Monseñor Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, tenía muy claros y había enfrentado en la dirección de profundizar el conocimiento de los pueblos indígenas y su riqueza. Los textos citados se encuentran en el volumen En tus ojos está mi palabra. Homilías y discursos en Buenos Aires 1999-2013, Madrid, Claret, 2018.

  1. Más allá de un cuadro individualista: del inconsciente al mito. En una conferencia en el XIII Día Arquidiocesano de la Pastoral Social (16 de octubre de 2010), Monseñor Bergoglio declaró: “En la vida de hoy hay una tendencia cada vez mayor a exaltar al individuo. Es la primacía del individuo y de sus derechos sobre la dimensión lo que ve al hombre como ser en relación”. La visión individualista se puede trazar “en el individualismo posesivo del liberalismo del siglo XIX”. Pero, escribe Monseñor Bergoglio, puede “responder también a las visiones psicológicas de principios del siglo XX que han absolutizado el inconsciente como fuente de explicación y destino de los hombres”. Por lo tanto, es interesante e importante distinguir entre “mito” e “inconsciente”, porque cuando se habla de pueblos indígenas la distinción es muy importante. Y marca la superación radical de la tentación individualista. En particular, para Monseñor Bergoglio, formar parte de un pueblo significa participar en una “identidad” común, pero también tener un sentido de pertenencia a un “destino” colectivo. Por lo tanto, las personas no son sólo su presente, sino también un futuro. Hablar de los pueblos indígenas significa no sólo hablar de “orígenes” sino también de tensiones para el futuro. El pueblo es un proceso, es un “convertirse en pueblo”, un “trabajo lento”, como lo define el Papa.
  2. El ritmo del tiempo está formado por el espíritu. Un segundo desafío está bien ilustrado en un discurso de Monseñor Bergoglio en la sesión plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina, celebrada en Roma el 18 de enero de 2007. Aquí afirma otro punto significativo que puede generar interesantes desafíos éticos: “Cada cultura tiene su centro en el tiempo, en la vida rítmica y sus expansiones y concentraciones en las estaciones, en el clima, y en la organización del trabajo, las vacaciones y el descanso en armonía con las creencias de cada pueblo. El tiempo está en el corazón de una cultura. El ritmo que emana de una concepción del tiempo es el latir del corazón y el ritmo de vida de una población indígena. En efecto, Monseñor Bergoglio lo define como parte de la “búsqueda de un centro” y es espiritual en el sentido de que “incluye todos los elementos humanos, el cuerpo y el alma, la persona y la sociedad, las cosas y los valores, los momentos y la historia […] todo. Por lo tanto: toda población transforma no sólo el espacio sino también el tiempo, dándole forma “según su espíritu, según lo que desee, según lo que recuerde y según lo que proyecte”. La gestión del tiempo es la expresión espiritual de un pueblo que toca su memoria y su futuro.
  3. La visión global “Dios-hombre-mundo”. En el primer texto citado, de 19 de enero de 2008, se describe un tercer reto. Aquí Monseñor Bergoglio afirma que la evangelización de los pueblos indígenas debe ser inculturada, es decir, es necesario respetar “sus expresiones culturales, aprendiendo su visión del mundo, la de la globalidad que Dios-hombre-mundo hace un todo que impregna las relaciones humanas, espirituales y trascendentes”. Esto incluye ritmos, vestimenta, música, comida, pero también -por ejemplo- sus ritos de sanación, y también “las contribuciones del medio rural y la influencia de los estratos sociales urbanos marginados que se reúnen para preservar sus valores”. La cosmovisión de los pueblos indígenas habla de un “mundo Dios-hombre” global que hemos perdido.
  4. La importancia de la integración. Los pueblos indígenas no son masas anónimas y pasivas, sino “sujetos activos”, “sujetos culturales”. Sus culturas son un desafío positivo para entender el mundo. “América Latina entró en la historia mundial hace quinientos años, trayendo la riqueza de los pueblos indígenas y la contribución prestada de Europa”, dijo en una conferencia celebrada el 16 de octubre de 2010. Esta riqueza, por lo tanto, entra en el proceso de establecer una identidad popular más amplia. La pregunta entonces es: ¿cómo pueden los pueblos indígenas con su riqueza entrar en la construcción de una identidad compartida? La palabra clave aquí es “integración”, uno de los temas clave del pontificado de Francisco. El reto de integrar a los pueblos indígenas en un marco nacional o continental es crucial.

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El pensamiento del Papa Francisco sobre los pueblos indígenas ha evolucionado mucho durante sus años de pontificado. Pero son los años de su servicio pastoral como Arzobispo de Buenos Aires los que han hecho madurar su pensamiento al respecto. Con la Laudato si’ y la convocatoria del Sínodo para la Amazonia este interés ha dado sus mejores frutos. Si bien es importante reflexionar sobre el pensamiento de Francisco, justo en vísperas del Sínodo es útil destacar los cuatro elementos que resultan de la reflexión del Pontífice en sus años argentinos: la superación del individualismo, la importancia del ritmo del tiempo para las culturas indígenas, la visión integrada e interconectada del “Dios-hombre-mundo”, la integración de las culturas indígenas en vistas de una identidad compartida.

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