“Si no hubiéramos hecho esto, quizás, hubiéramos muerto todos.” Mariluz Canaquiri, presidenta de la Federación de Mujeres Kukama, cuenta como han hecho frente a la pandemia que ha llegado a las comunidades y pueblos amazónicos. “Lo que hemos hecho las mujeres es estar en comunicación constante, saber cómo estamos entre todas. Llamar entre comunidades y darnos las recetas qué vamos a tomar, cómo vamos a prevenir antes de que llegue la enfermedad. Nos hemos cuidado con nuestras plantas medicinales, a través de nuestra sabiduría, de lo que conocemos. Hacer que nuestro cuerpo sea más fuerte, preparar el cuerpo.”
Por Daniela Andrade
Cuando las comunidades del pueblo Mura (en la Amazonía brasilera) quisieron retomar su proceso organizativo, la delimitación de su territorio y otras acciones para garantizar su existencia, hubo una importante clave: en todas las casas era posible ver una planta medicinal. Fue a través de la revitalización de la medicina tradicional comenzaron a descubrir que ellos no estaban muertos y sentir que vale la pena compartir esos conocimientos con los más viejitos de las aldeas.
El pueblo Mura ha sido masacrado por más de 500 años. Reconocerse como indígena, como Mura, era negado en un contexto de profundo racismo y discriminación. Una de las graves consecuencias para este pueblo ha sido la separación y dispersión, agravada por proyectos mineros y la crianza de búfalos en sus tierras.
Ese compartir sobre su propia medicina significó la identificación de su pueblo. Crearon una cartilla de medicina, les sirvió para afirmarse como Muras. Cuenta Edina Pitarelli, misionera del CIMI (Consejo Indigenista Misionero), que acompaña a estas aldeas y que ha sido testigo de su proceso. “Nosotros percibimos cuánto estaban masacrados y cuánto se precisa de una autoafirmación como pueblo para poderse liberar y luchar por sus derechos.” A partir de ello, han ganado otros espacios para la defensa del territorio como la consulta previa.
Edina, que vive en Manaus, también es fundadora junto con las Hermanas del Espíritu Santo de la Asociación de Homeopatía popular, una propuesta de salud que trata la persona, no la dolencia, no hace diagnóstico, sino que profundiza en el repertorio de la vida de la persona. La homeopatía necesita conocer la historia de vida, las relaciones, afectos, miedos. Durante la emergencia sanitaria por COVI19 en Brasil, han llegado a atender a más de 5000 personas, y se han distribuido 1500 frascos, para tratamientos de forma preventiva. La misionera comenta que en las aldeas indígenas han informado de la presencia de una “gripe atípica” refiriendo los síntomas de COVID19, y a gente se ha recuperado con medicina indígena y la homeopatía contribuyo como un elemento más. Edina considera que la medicina ancestral y la homeopatía puede salvar la vida de los pueblos.
Sanar por dentro, sanar el espíritu y el cuerpo, sanar la tierra y el agua. La medicina tradicional, vegetal, natural, y de tantas formas que la llamamos, en tiempos de COVID19, ha demostrado toda su fuerza cuidadora de la vida.
Las plantas, sus combinaciones y su poder. “No se como explicar, solo me sentía atraída por las plantas desde bien chiquita. Mi abuelito era un “banco”(Chamán muy poderoso) y mucha gente venía a verle. Yo desde chiquita he aprendido el poder que tiene cada planta. Tengo en mi huerta mis plantas y les hablo, les pido, y les devuelvo poniéndoles su mapachito, para sanar a otros.” Angelita Huaycama, tiene una voz dulce, que encanta. La conoce mucha gente porque trata enfermedades y dolencias de muchos tipos, sabe mucho, porque siente mucho. Su profundo conocimiento proviene de sus raíces kukama, pueblo que habita la Amazonía Peruana. Curó a su esposo de COVID19, cuando en palabras de ella “se iba apagando poco a poco”. Él no me hacía caso y dejó que su cuerpo se enfríe. Yo me ocupé bien de abrigarle y devolverle el calor, le bañé, le hice infusiones, le di su té de toronja, kion. Le limpié sus vías respiratorias son saúco”.
En San Ignacio de Mojos, las mujeres del territorio indígena multiétnico, de los pueblos Trinitario, Mojeño e Ignaciano en la Amazonía Boliviana, realizaron un recetario de medicina indígena para prevenir y combatir las enfermedades respiratorias y concretamente el COVID19. Recopilando recetas, conocimiento de las plantas y sus bondades.
Sanar, prevenir, salvar. Hablar con las Madres de las plantas, pedirles su poder, convocarles a que sanen, las que cuidan, las que curan. La medicina que trae consigo toda una memoria, un conocimiento profundo, la esencia del bosque, del río y de la selva.
La líder Mariluz Canaquiri afirma que gracias a la medicina indígena, a muchas personas mayores no les dio muy fuerte. Algunas de las plantas que han sido efectivas para la prevención y el tratamiento: hoja de sacha ajo cocinado, extracto de camu camu, kion, corteza de cordoncillo, mucura, hierbaluisa, hoja de palta, de toe, chuchuguaza, pumaceba, sanango, tomados en tés calientes, “Te da resistencia, hemos tomado con paracetamol y con aspirina como complemento porque sin las plantas no nos podemos tratar, no podemos curarnos sin nuestras cortezas, hojas y resinas.”
Los pueblos amazónicos una vez más han tenido que defender su existencia. En un olvido sistemático han tenido que garantizar su existencia, cuidándose, aislándose, sanándose. Respondiendo juntos y organizados y con su propia medicina. La pandemia nos ha confirmado como la mayoría de los estados de los países amazónicos han sido incapaces de responder a sus hijos, y los pueblos indígenas han sido los últimos en ser atendidos y de maneras inadecuadas, eso, cuando ha habido algún tipo de atención. Ni si quiera se cuenta con datos y cifras reales del impacto de la enfermedad en sus territorios.
Las plantas medicinales esencia de la sabiduría de tantos pueblos, de años y años de cuidado y diálogo con los espíritus que las habitan, y que sus sabedores están dispuestos a compartirlas para el cuidado y la salvación de todos. Mientras comprobamos cómo la salud en nuestros países es cada vez más mercantilizada y en épocas de emergencia es objeto de especulación. Mientras vemos como la explotación de los territorios indígenas, arbitraria y violenta, van enfermando y ahuyentando a los espíritus, y toda esta esperanza de medicina amenazada.
En tiempos de COVID19, tiempos que han revelado también que los seres humanos y todos los otros seres estamos íntimamente ligados, que convivimos todos, dependemos del otro y todos también con afectamos por un sistema que quiere matarnos y que nos está sofocando. Una selva, un bosque sano, una Amazonía protegida es capaz de salvarnos la vida, dadora y reproductora, el hogar de los espíritus donde habitan las madres de las plantas, con toda su fuerza sanadora, cuidadora, dadora de vida.