‘Los indígenas son los más golpeados por el coronavirus’

Los pueblos indígenas de la Amazonía, que involucra a nueve países de la región, entre ellos Bolivia, alberga al menos 420 nacionalidades distintas, son los que viven el mayor impacto de la propagación del coronavirus (COVID-19). Mauricio López, secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), en contacto con El Día, refleja la situación de alta vulnerabilidad en el que se encuentran los indígenas, librados a su suerte con unas condiciones precarias de salud, un trato inequitativo de la cuarentena y una incesante agresión de las actividades extractivas que no acatan la cuarentena sanitaria. “Son los más golpeados por el coronavirus”, enfatiza.

 

El representante de la REPAM, define la crisis sanitaria en la Panamazonía de Venezuela, Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia, de alta preocupación, debido a que los Gobiernos de cada uno de esos países, sistemáticamente vienen prestando escasa atención, cuando en los hechos ya existen indígenas muertos en sus comunidades.

P. ¿Cuán crítica es la situación de los indígenas?
M.L.: Prácticamente estamos en la fase de contagio con aumento exponencial de la pandemia, con una propagación en fase comunitaria y en muchos de los pueblos. Incluso algunos semiaislados y, de más reciente contacto, ya han sido contagiados.

P. ¿Se puede cuantificar los casos totales?
M.L.: La REPAM junto con la COICA (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica), ha decidido elaborar un mapa y el mismo se va actualizando cada día, para tratar de visibilizar la situación diferenciada de los pueblos originarios. Al día 15 de mayo, es decir, hace diez días teníamos más de 500 representantes de pueblos originarios contagiados, esa cifra se fue aumentando cada día, con un promedio considerable de fallecidos por semana.

P. ¿Por qué, los pueblos indígenas, son de alta vulnerabilidad?
M.L.: Porque tienen una memoria inmunológica más corta; es decir, son mucho más afectados por estar expuestos a este tipo de virus y los anticuerpos que existen por la relación cotidiana con este tipo de virus y una absoluta ausencia de infraestructura adecuada para hacer frente a la pandemia. Y mucho menos, se tienen los protocolos que permitan ser atendidos, tal como se necesita.

P. ¿Qué países son los más críticos en este momento?
M.L.: Brasil, en este momento, se ha convertido en el foco prioritario de la pandemia a nivel mundial, no sólo a nivel región Panamazónica sino a nivel de Sudamérica. Más de 310.087 casos positivos se tuvo (al corte del 22 de mayo, por la mañana, según datos de la Universidad Johns Hopkins), cuyos muertos alcanzaron el viernes, la cifra de 20.047 decesos. Esto expresa la situación de complicidad de parte de los Gobiernos con actitudes incluso criminales de estar provocando, para que la población salga y que esté más expuesta al contagio.
Pero dentro de Brasil tenemos específicamente regiones como la de Manaos. Allí la propagación de la pandemia está completamente fuera de control en este momento. Hay más de 12.000 contagiados sólo en Manaos, pero igual San Luis de Marañón, hay más de 7.000 casos y así como en otros territorios como Belén Do Pará, con más de 8.000 casos.

P. ¿Y qué de otros países de la zona “trifronteriza”?
M.L.: La situación es preocupante en Perú está en la región de Iquitos. Hace una semana se tenía 2.000 contagiados y la región de Pucallpa con otros dos mil. Y un tema emergente trifronterizo de la Amazonía, es su sistema interconectado con fronteras porosas como la de Colombia en la región de Leticia que colinda con Perú y con Brasil en Leticia. En en un par de semanas pasó de unas decenas a tener cerca de 20.000 casos contagiados.
Ahora los impactos están en todos los sitios. Específicamente, en Venezuela sabemos que no solo hay un subregistro, sino un ocultamiento de la información o por lo menos una negligencia de no hacer pruebas a estas poblaciones amazónicas. Y en Bolivia creo que ahí también se incluye la región de Santa Cruz que colinda y hace parte de la Amazonía, ahí se están dando cifras preocupantes. Pero en la zona, propiamente baja, lo que es la región del Vicariato del Beni, al último viernes se tiene más de 1.000 casos, de los cuales un 30 % son indígenas. Eso es alarmante.

P. En ese panorama, ¿cuál es el principal problema?
M.L.: El tema es la imposibilidad de contar con infraestructura de salud adecuada para atender los casos en la Amazonía. Incluso en las cabeceras de las ciudades. También hay una gran dispersión con los pueblos originarios que siguen viviendo muchos de ellos en sus territorios. Pero, como hay un descontrol, poca sensibilización y falta de protocolos adecuados, en caso de una persona que ingrese a las comunidades, no hace otra cosa que esto se dispare.

El otro problema es la situación de las poblaciones que están entrando en cuarentena, logran cumplir fielmente los protocolo, pero al frente tienen al extractivismo que no entra en cuarentena. Las quemas en los territorios indígenas, siguen imparables en las reservas naturales, entre ellas la minería ilegal o la minería legal siguen activos en todos estos espacios y muchos contagios se pueden también asociar por la cercanía de empresas que operan en la zona.

P. ¿Qué de la violencia a pueblos y líderes indígenas?
M.L.: Brasil donde se están incluso dando marcha atrás a procesos jurídicos que protegen las demarcaciones de los territorios indígenas, se está fomentando un aumento en la actividad de monocultivo, de agronegocios, esta expansión agrícola está asociada ante una situación de casi complicidad criminal y omisión. Y promoviendo este tipo de actividades, sabemos que los países necesitarán afrontar una crisis económica sin precedentes: es un hecho, pero por ningún motivo esto puede ser por encima de la seguridad y la integridad de los pueblos y de las comunidades más vulnerables.

P. Y Colombia tiene una política similar. ¿Es una situación insalvable?
M.L.: En Colombia cuando la situación comenzó a crecer de manera exponencial, la respuesta del Gobierno, también con un enfoque de control y seguridad nacional, fue militarizar la zona, de cuando lo que se necesitan son insumos médicos, infraestructura y médicos. En el caso de Venezuela, se tiene la misma situación. Se está fomentando la actividad minera, fuertemente asociada a la violencia, con grupos armados también irregulares que están controlando estos espacios y no hay un registro transparente de casos COVID-19. En el caso de Ecuador, tenemos también la complicidad con situaciones que agravan esta realidad de la pandemia, porque se deciden pagar primero la deuda de los bonos a especuladores financieros internacionales antes de atender las situaciones más urgentes.

P. ¿Y ante toda esta situación qué se debe hacer?
M.L.: Lo primero es hacer seguimiento a todo lo que está pasando con esta pandemia y por ningún motivo se debería de tomar a la ligera esas recomendaciones emanadas por organismos internacionales. Entendemos que, el coronavirus, nos lleva a todos a la misma situación y a cualquier estructura de Estado. Pero los Gobiernos no están siguiendo los lineamientos y menos las orientaciones que aconsejan resguardar a los pueblos indígenas y protegerlos de esta pandemia. La paradoja está en que la mayoría de los ingresos de nuestros países vienen de la extracción de los recursos naturales, en estos lugares donde están las condiciones más precarias de salud. Entonces, ahí se tiene un tema de inequidad que se visibiliza con esta pandemia. Por ejemplo: se pide que se laven las manos, que tenga una cuestión de higiene sanitaria, pero no se les dota de los insumos y elementos de bioseguridad.

P. ¿La cuarentena no es para los pueblos indígenas?
M.L.: La realidad de la Amazonía de por sí, es compleja. En un contexto así, donde la población en los territorios es tan dispersa, el enfoque tiene que ser de salud comunitaria. Eso implica hacer cercos epidemiológicos, también a partir de la estructura de las comunidades, una sensibilización adecuada en el tema de idiomas, pero sobre todo enfocados en prácticas culturales de los pueblos.

La salida no es simplemente decir: que ellos con su medicina tradicional podrán responder, eso es como una primera cuestión. Lo otro, es que no hay los elementos mínimos de bioseguridad que puedan asegurar una atención adecuada en los hospitales, de por sí precarios, en todas estas realidades. Luego también muchas de estas comunidades dependen del sustento diario para poder vivir, entonces permanecer encerrados en cuarentena no es fiable, a menos que haya otra alternativa.

P. ¿Están en riesgo de desaparecer algunos pueblos indígenas?
M.L.: Sí, incluso los pueblos originarios han estado colocando en la mesa el tema de un potencial genocidio o etnocidio, y mucha gente dice que genocidio tiene que ser por una acción específica. No, el tema del genocidio es la desaparición de una población de un grupo grande también en virtud de una situación externa. Aquí, por omisión de las autoridades de Gobierno, también puede suceder eso. Y el tema de etnocidio por omisión, por una falta de respuesta del Estado, como le corresponde, es una real posibilidad.

“Más o menos 33 millones de personas habitan en la Panamazonia, de los cuales más o menos dos y medio millón son pueblos originarios. Esta es nuestra mayor preocupación que debe alarmar al mundo. Ellos necesitan una atención diferenciada”

 

Por: Ismael Luna Acevedo – El Día Digital (iluna@eldia.com.bo)

27/05/2020