La REPAM “es el cambio más profundo que se ha vivido no solo en la Iglesia, en el territorio, en la región a nivel global, sino esta continuidad de un proceso que, además, ha inspirado a otros procesos hermanos en territorios con idiomas diferentes de todo el mundo”.
Por Luis Miguel Modino
Hace 10 años “parecía una locura, un sueño imposible, una irracionalidad”
“Desde la experiencia del Ecuador desde hace casi trece años, de camino de articulación, donde lo improbable se volvió imprescindible y hoy es un modo concreto de expresión de Iglesia, Iglesia viva en salida al servicio del reino, en clave de profecía y también como una contribución explícita en este Kairós”
“La Iglesia habrá fracasado, no habrá cumplido su misión, hasta que los hermanos y hermanas de la Amazonía, sobre todos los pueblos, sean sujetos de su propia historia”
Se acaban de cumplir 10 años del encuentro en el que se plantó la primera semilla de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM). En Puyo, en plena Amazonía ecuatoriana, estaba presente Mauricio López, que después sería su primer secretario ejecutivo.
Una locura hecha realidad
Hace 10 años “parecía una locura, un sueño imposible, una irracionalidad” afirma Mauricio López, que insiste en que era “para algunos una irresponsabilidad”. Eso “por la dimensión del alcance, la complejidad, la profundidad de lo que tenía este proceso”. Desde ahí sostiene que “la siembra profunda en la que nació esta experiencia y que se formalizó un año y medio después, en septiembre de 2014, es ya el cambio más importante”.
Una existencia de la REPAM que “es el cambio más profundo que se ha vivido no solo en la Iglesia, en el territorio, en la región a nivel global, sino esta continuidad de un proceso que, además, ha inspirado a otros procesos hermanos en territorios con idiomas diferentes de todo el mundo”, citando el nacimiento de sus redes hermanas en la Cuenca del Congo (REBAC, por sus siglas en francés), la REMAM en la región de Mesoamérica, la RAOEN (por sus siglas en inglés), qué es la Red Eclesial del Río sobre el Océano para Asia y Oceanía, y la Red Eclesial del Acuífero Guaraní, el gran Chaco (REGCHAG).
Un nuevo sujeto eclesiológico territorial
Junto con ello destaca “la irrupción de un nuevo sujeto eclesiológico territorial. Alrededor de un bioma, poniendo en marcha los llamados de la conversión pastoral, por un lado, de la Evangelii Gaudium, de la conversión ecológica, por otro de Laudato Si’, de la conversión cultural, específicamente en Querida Amazonía y de la conversión social de Fratelli Tutti”. Son redes eclesiales territoriales que “son ahora una expresión viva de la Iglesia qué impulsa a esta concreción del magisterio del Papa Francisco y del Concilio Vaticano II”, destaca Mauricio López.
En su reflexión destaca el logro de “una comunión, una comunitariedad en distintos niveles y ámbitos que antes era inimaginable. Los episcopados, con la vida consagrada, con las pastorales sociales, con las pastorales indígenas, en un mismo país, pero a nivel internacional, la articulación de jurisdicciones eclesiásticas normalmente no articuladas tanto a nivel territorial, pero también en nivel de las conferencias episcopales que se ha potenciado”. Se inició “una alianza con las comunidades, pueblos originarios, campesinos, organizaciones indígenas y demás con las que se ha trabajado”. Al mismo tiempo, “el poder poner en movimiento toda la dimensión territorial de la acción de la Iglesia, pero en conexión con una visión de incidencia internacional, de defensa integral de los derechos humanos y de búsqueda de alternativas, no solo la denuncia, sino el anuncio para buscar otros modelos de desarrollo”.
La periferia que ilumina al centro
Un nacimiento que hizo posible, desde la periferia que ilumina al centro, que se ha generado “una experiencia que inspiró, que movilizó y que hizo posible el Sínodo Amazónico”. Mauricio López destaca “la escucha al territorio en este Sínodo, y que luego también permitió la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, como estructura inédita en la Iglesia, que tiene, por supuesto, mucho que agradecerle a la REPAM. El Programa Universitario Amazónico (PUAM) que también procede de esta experiencia. Y también, la manera de una singularidad viva y territorial que luego influyó en la Primera Asamblea Eclesial de América Latina, desde el Celam, con la CLAR y las Cáritas”.
Igualmente se refiere a “la reforma del Consejo Episcopal Latinoamericano, al menos en el ámbito pastoral. E incluso llegando hasta la Etapa Continental del Sínodo actual por una Iglesia Sinodal, comunión, participación y misión, que está fuertemente inspirado en la experiencia del Sínodo Amazónico y de la vivencia, limitada pero profundamente inspiradora y llena de la ruah divina del Espíritu Santo de esta REPAM a sus diez años, desde un nacimiento simbólico”.
Lo improbable se volvió imprescindible
“Desde la experiencia del Ecuador desde hace casi trece años, de camino de articulación, donde lo improbable se volvió imprescindible y hoy es un modo concreto de expresión de Iglesia, Iglesia viva en salida al servicio del reino, en clave de profecía y también como una contribución explícita en este Kairós”, insiste Mauricio López.
En cuanto a los desafíos, Mauricio considera que “el más grande para la creación de esta red ha sido la realidad misma”. Desde ahí cita “la inequidad que se vive en la Amazonía, la exclusión, la vulneración de los derechos que se viven, sobre todo para los pueblos, comunidades indígenas, campesinas, los más empobrecidos. La falta de un acompañamiento, la falta de una presencia más profunda, más extensa, más amplia de la Iglesia del Estado, de las presencias también institucionales”. Un desafío en clave de Evangelio, que “ha sido la razón fundamental de creer que Dios está vivo, presente y actuante en medio de esta realidad”.
Una Iglesia fragmentada
Otro desafío es la fragmentación: “una iglesia fragmentada por carismas en la Iglesia, por jurisdicciones eclesiásticas, por países, por instituciones que representan las vocaciones en la Iglesia, por esta situación de inequidad, donde las mujeres tienen un rol secundario como religiosas o como laicas, donde los laicos también tienen un rol muchas veces secundario”. Junto con ello se refiera al “desafío de articular toda esta diversidad en un proceso donde el grito de la realidad, el grito de los pobres y la Madre Tierra sea más fuerte que nuestras diferencias”.
Entre los desafíos cita “la desconfianza, como tantas veces expresó durante el camino, diciendo que acompañar a los pueblos no es una prioridad, que la defensa de los derechos humanos no es un elemento del Evangelio, aunque la Doctrina Social de la Iglesia”, claramente inspirada en el Evangelio, así lo expresa este temor a la interculturalidad como una amenaza de lo distinto, como si fuera una presencia que podría llevarnos a perder la propia riqueza de nuestro ser católicos cuando en cambio lo enriquece. Una noción de que lo ecológico no distrae del anuncio del Evangelio cuando, de hecho, para que el anuncio del Evangelio suceda en la plenitud del proyecto de Dios, es necesario cuidar la Casa Común”.
Tentativas de impedir esta realidad
Mauricio López denuncia la existencia de “múltiples estructuras de la Iglesia queriendo impedir que este soplo de vida pueda tener trascendencia”. Entre ellos cita “los fundamentalismos imposibles de un extremo y de otro, desde la postura de que nada debe cambiar, de una supuesta ortodoxia intocable, hasta la postura de que, si los cambios no son según mi ideología, mi modo particular y además de un modo normalmente impositivo, entonces no vale”.
Se trata de actitudes “que impedían que pudiéramos caminar frente a todo esto, frente a los profetas de calamidades, frente a las tensiones de ir muy rápido o muy lento, de ser muy internacional, de ser muy territorial, de ser muy eclesial o de ser poco eclesial. Frente todo esto seguimos adelante en la convicción de lo que nos enseñó el cardenal Hummes, que ha sido un padre espiritual para esta red”. Mauricio recuerda las palabras del primer presidente de la REPAM: “la Iglesia habrá fracasado, no habrá cumplido su misión, hasta que los hermanos y hermanas de la Amazonía, sobre todos los pueblos, sean sujetos de su propia historia”.
Desde ahí, Mauricio López concluye que “ese es el verdadero desafío y desde ahí movilizamos todo este caminar que tiene mucho para dar, donde somos piezas al servicio del Reino, personas que pasamos, pero que también nos retiramos, y algunos continuarán. Pero siempre al servicio de que sean ellos, los pueblos, las comunidades, el territorio mismo, sujetos de su propia historia”.
Fuente: Religión Digital