El convento capuchino de Benjamín Constant, en el lado brasileño de la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú, acogió esta semana un nuevo encuentro transfronterizo de misioneros que trabajan en esta región de la Amazonía, que incluye la diócesis de Alto Solimões (Brasil), el Vicariato de Leticia (Colombia) y el Vicariato de San José del Amazonas (Perú).
Por Luis Miguel Modino
El Documento Final del Sínodo para la Amazonía aborda la cuestión de las estructuras sinodales regionales en la Iglesia amazónica, haciendo un llamado a “articular espacios sinodales y generar redes de apoyo solidario”. Por ello, se considera urgente “superar las fronteras que impone la geografía y construir puentes que unan”, algo que ya aparece hace 15 años en el documento de Aparecida.
Compartir vida y misión
Movidos por el deseo de encontrarse y compartir sus experiencias de vida y de evangelización, más de 30 misioneros y misioneras se reunieron, superando las dificultades que las distancias y las dificultades de comunicación y de transporte plantean a la Iglesia en la Amazonía. Estuvieron presentes laicos y laicas, sacerdotes y religiosas y religiosos, mostrando la diversidad misionera presente en la región. Personas de diferentes edades, había misioneros de 22 y 81 años, pero también con diferente tiempo de misión en la región, una semana en la frontera y 24 años de presencia.
Los participantes destacaron la acogida tan fraterna, “vislumbrada en las sonrisas de tantos que sintieron en su propia piel los gritos del pueblo y la naturaleza amazónica que claman por la vida, la justicia, la paz y el cuidado amoroso y esperanzador, pero saben que no están solos porque el Señor de la vida los acompaña. Personas que llegaron y supieron permanecer en este mundo de agua, cielo y tierra como una misión de criaturas en busca de su Creador. Luchadores por la justicia ecológica en las fronteras de la querida Amazonía, proclamamos la fraternidad y la amistad social, denunciando la necropolítica”.
Grito por vida en las fronteras
Como misioneros en la Triple Frontera, el encuentro quiso mostrar que “nuestro grito es por la vida que se esconde en estas fronteras, la dignidad humana, la sostenibilidad, la misericordia, el amor de Cristo que no mata, sino que muere de amor por nosotros”, insistieron los participantes en el encuentro, destacando que “al final todos somos hermanos”.
El capítulo IV de la encíclica Fratelli tutti ayudó en la dinámica del encuentro, que buscó reflexionar sobre la importancia de un corazón abierto al mundo entero. En esta perspectiva, los misioneros hablaron de los signos de la encarnación en su actividad misionera, insistiendo en la invitación a ser puentes y no muros, actitud más que necesaria en las regiones fronterizas.
Nueva coordinación
El encuentro fue una oportunidad para reflexionar sobre el hecho de que “aunque primero hay que dar pan al hambriento y luego el Evangelio, nuestra práctica pastoral no puede detenerse en el asistencialismo”, según los participantes. En este sentido, se subrayó que “hemos venido más a sumar que a cambiar”, destacando que “el reto del misionero es saber equilibrar el dar y el recibir en la misión”. También se destacó que los misioneros sienten que deben ser un signo de sinodalidad en las fronteras.
La reunión sirvió para elegir la nueva coordinación, agradeciendo a quienes han prestado este servicio en los últimos años. El fraile capuchino Manuel, la laica marista Mayra, la hermana Dorinha de Perú y el padre Carlos de la diócesis de Alto Solimões forman la nueva coordinación. El próximo encuentro, previsto para el 24 de agosto en Atalaia do Norte, será una oportunidad para reflexionar sobre la sinodalidad y el espíritu misionero, escuchando los conocimientos y la ancestralidad de los pueblos originarios, especialmente de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, en una región en la que existe el mayor número de pueblos indígenas en esta situación.