Mons. Aurelio Pesoa: “¿Por qué el dialogo y la concertación es más fácil con algunos grupos que con otros? Estamos recorriendo un camino peligroso que no, nos conduce al bien”

“Queridos hermanos ante tantos conflictos que vive nuestra patria, estos días, uno se pregunta: ¿por qué el dialogo y la concertación es más fácil con algunos grupos que con otros?  Estamos recorriendo un camino peligroso que no, nos conduce al bien”, reflexionó Mons. Aurelio Pesoa Ribera, Obispo del Vicariato del Beni, desde la catedral de la Santísima Trinidad en su homilía de hoy.

Por CEB

Monseñor Pesoa, reflexiona desde el Evangelio Según san Lucas 19, 1-10, y nos presenta la visita de Jesús a casa del jefe publicano llamado Zaqueo, Jesús toma la iniciativa y se invita y esta presencia es motivo de gozo y conversión. 

La Homilía de Mons. Aurelio Pesoa Ribera a continuación:

La primera lectura del libro de la Sabiduría y el evangelio de Lucas, nos muestran hoy el modo de actuar de Dios “Tú amas todo lo que existe” y en palabra de Jesucristo “porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”

La primera lectura nos habla de la historia de la humanidad, desde la creación.  Pues, toda la creación es obra de la abundancia del amor de Dios, Él quiere que dure porque la ama.

Su misericordia, perdona los pecados, y su amor es grande.  Por otra parte: la corrección de Dios es como el fruto de su amor hacia el ser creado, Él le indica el camino hacia el bien y la fe.

2.- Zaqueo tenía curiosidad, quiere ver quien es Jesús.  El pasaje bíblico del encuentro de Jesús con Zaqueo, pone a la luz el amor que Dios tiene a su criatura, el ser humano, y su tremendo deseo de comunicar vida.  Zaqueo era un muerto espiritualmente.

Es Jesús el que se acerca para comunicarle vida.  Zaqueo acepta y recibe la vida con alegría, él responde con el cambio en su modo de vivir.

En el tiempo de Jesús, los publicanos eran los recaudadores de impuestos, para el imperio romano, Zaqueo era el jefe.  Podemos pensar hoy, con cuanta rabia deben haberle mirado por la calle sus coterráneos judíos.  Sin embargo, la mirada que Jesús le dirigió a Zaqueo fue de compasión y esperanza.

¿Cómo creemos que nos mira el Señor hoy a nosotros pecadores?  Él vino a buscar a la oveja perdida de Israel, por eso no se hace de rogar y nos dice.  “Hoy tengo que alojarme en tu casa”.  Más bien él es quien ruega entrar en la vida de la persona; es Él quien se hace invitar a comer y alojarse en la casa de Zaqueo “bajó rápidamente y lo recibió con alegría”.

Recordemos que la casa es signo de familia, de afecto, de amor.  La salvación no es para algunos, sino para todos los de casa, la salvación es destinada a todos los miembros del hogar.

3.- Dios no había traído a Zaqueo a este mundo para que fuera usurero ni para que fuera un aprovechador de sus hermanos.  Es verdad, el Creador le había concedido la cualidad para los negocios, el Señor al darle este talento, esperaba que los aprovechara para cultivar el bien para los demás.

El pecado entro en Zaqueo e hizo que distorsionara el primer querer de Dios, a pesar de haber distorsionado el don recibido, Dios seguía amándole, y cuando llego el momento, Zaqueo retornó a Dios.

Se puso en camino en búsqueda de ser él mismo, es decir, dejar el desvío de la avaricia, el engaño, el robo.  De esa manera Zaqueo se convierte, para todos los hombres y mujeres de buena voluntad y que creen en Dios, en un buen modelo de penitencia.  Sobre todo, porque busca poner las cosas en su lugar y aprovechar las ocasiones propicias que le da la vida.

4.- Queridos hermanos ante tantos conflictos que vive nuestra patria, estos días, uno se pregunta: ¿por qué el dialogo y la concertación es más fácil con algunos grupos que con otros?  Estamos recorriendo un camino peligroso que no, nos conduce al bien.

Por eso creo que es hoy que Jesús tiene que ser acogido, porque es hoy que la salvación ha llegado a nuestra casa; porque, así como Zaqueo, nosotros también, somos hijos de Abraham, porque “el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” Así, quien acoge el amor de Jesús y se convierte, recibe la salvación.

A la invitación de Jesús, tengamos el coraje y la valentía de Zaqueo y bajar del árbol del egoísmo que es prepotencia y discriminación, odio y resentimiento.

Armémonos con la armadura de la franqueza, la verdad, la transparencia, la tolerancia, peleemos por el bien común, el bien mayor para todos.  Dejémonos encontrar por el amor y respondamos al llamado de Jesús.

La Salvación llegó a su casa y él supo aprovecharla.  Zaqueo fue a los más importante que era: Cambiar su vida.  Zaqueo habla de “dar” y luego de reparar.  Pues, sin amor no hay justicia.

Zaqueo amó a su prójimo, hasta el punto de compartir sus bienes con los más necesitados, muy después habló a Jesús de lo que pretendía hacer con su vida.  Vivir en justicia que alienta, es permanecer fiel al amor de Dios y a los hermanos.

Amén

Fuente: Prensa CEB