Desde la Organización de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP) piden que sus reivindicaciones y demandas sean parte de la reflexión y debate pues “consideramos a la Iglesia Católica como una aliada en nuestras luchas”
Roma, 18 de octubre de 2019. Desde los países panamazónicos son múltiples las organizaciones y sectores que están atentos al desarrollo del Sínodo de la Amazonía que, si bien es un evento eclesial, propone cambios desde la Iglesia para el actuar en todo el gran territorio amazónico. Se ha comprobado durante la primera semana de reuniones que el papel de la mujer en la Amazonía, ya sea laica o religiosa, centra buena parte de los comentarios dentro y fuera de la sala sinodal. Los medios de comunicación internacionales tienen esta cuestión como prioritaria.
Más allá del ámbito netamente eclesial, este Sínodo también está reflexionando sobre las problemáticas específicas de las mujeres amazónicas. Son varias las representantes indígenas que llevan su voz. Yésica Patiachi, de Perú, Aitalia Pijache Kuyuedo, de Colombia, Patricia Gualinga Montalvo y Lidia Gloria Grefa Tanguila, de Ecuador, y varias representantes (algunas incluso religiosas indígenas, con ese doble perfil) en representación de Brasil.
En este contexto es que la Organización de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP) ha remitido en estos últimos días una carta a los padres sinodales y demás participantes del Sínodo con un mensaje claro: “Que nuestras reivindicaciones, demandas y preocupaciones como mujeres indígenas señaladas en el Encuentro Pre Sinodal de mujeres indígenas sean parte de la discusión de este Sínodo Panamazónico. Son nuestros sentires, vivencias y luchas para la reivindicación de nuestros derechos individuales y colectivos, por la vida, la esperanza y el futuro de nuestras hijas y nietas”.
La carta ya está en manos de la delegación que representa al Perú para que, a través de ellos y ellas, puedan considerarse las apreciaciones que en ella se recogen. “No queremos heredarles a nuestras hijas y nietas condiciones inhumanas a las que fueron sometidas nuestras madres, abuelas y nosotras mismas. Nuestros recursos naturales más codiciados para el capitalismo atraen a las empresas extractivistas que, con apoyo del Estado, nos violentan directamente de múltiples formas. El modelo extractivista nos violenta”, se lee en unos de los párrafos.
En el documento se habla en reiteradas ocasiones de la violencia. En el actual debate de la Iglesia esta palabra, violencia, está presente y se concretiza en un tipo de violencia específica, la que se ejerce sobre la mujer amazónica. “Nosotras seguimos considerando a la Iglesia católica como una aliada para nuestras luchas, pero necesitamos una comunidad cristiana que responda ante las situaciones de injusticia, pobreza, desigualdad, violencias y de exclusión en la Amazonía”, concluyen.