La espiritualidad de seis mujeres indígenas, que combinan las cosmovisiones de sus pueblos originarios con el cristianismo, se han hecho presentes este miércoles, 21 de abril, en el encuentro virtual organizado por la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, dentro de la sección anual para las cuestiones de los pueblos indígenas del Foro permanente de la Organización de las Naciones Unidas – ONU de 2021.
Por Luis Miguel Modino
Este año el Foro tiene como tema especial: “Paz, justicia e instituciones eficaces: el papel de los pueblos indígenas en el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 16”, que está siendo realizado de manera virtual del 19 al 30 de abril.
Han sido mujeres de América del Norte y del Sur, que han reflexionado a partir de la espiritualidad del cuidado de la Madre Tierra, presente en el universo femenino indígena, compartiendo sus experiencias y sus modos de combinar las diferentes espiritualidades presentes en ellas.
Tradición indígena y cristã
El Pueblo Ysleta del Sur, viven en el estado de Texas, y allí Rosa Holguín-Hernández vive su fe católica en una comunidad indígena, donde intentan preservar las tradiciones católica e indígenas, con cantos y danzas, sobre todo en las festividades de los diferentes santos que forman parte de la tradición católica, en una conexión positiva, y vivir la caridad a través de diferentes trabajos en el área de sanidad y educación, destacando la participación de las mujeres en la educación de los niños y jóvenes.
Esa espiritualidad es vivida por el pueblo Ñandesi Kaiowa a través de sus danzas, en las que buscan el apoyo de la divinidad. En este momento, como reconocía Adelaide Lopes, lideresa de este pueblo, son danzas de lucha ante la tristeza de los pueblos indígenas por falta de comida y de otras necesidades básicas que han aumentado en este tiempo de pandemia. Ella mostraba su preocupación por transmitir eso a los más jóvenes, que no se muestran muy interesados en la preservación se sus tradiciones y espiritualidad.
Desde la tradición anglicana, Carol Gallagher, la primera obispa indígena de esta tradición, relataba la situación muy tensa en Estados Unidos, provocada por la pandemia, el racismo, el cambio climático, aspectos que afectan sobre todo a las comunidades indígenas, que sufren el mayor porcentaje de muertos por Covid-19 en Estados Unidos. Perteneciente al pueblo cherokee, un pueblo que fue removido de su territorio originario, recordaba la figura de su madre, su compromiso para proteger y compartir con todos.
En ese punto, la obispa insistía en la necesidad de educar, de ayudar a otros a respetar la Tierra, a compartir los recursos y los dones. Ella hacía un llamamiento a luchar por los pueblos indígenas, a usar nuestro tiempo para cuidarnos unos a otros, especialmente a los niños y a los ancianos. También destacaba la necesidad de, como pueblos originarios, buscar herramientas para continuar su forma de vida.
Espiritualidad indígena amazónica
Patricia Gualinga destacaba la importancia de “un evento que nos une en la lucha y en la espiritualidad”. Ella definía el pueblo kichwa de Sarayaku, en la Amazonía ecuatoriana como un pueblo católico a su manera, que encuentra en la espiritualidad una fortaleza para defender el ecosistema amazónico como creación de Dios. Colocando como ejemplo a su padre, un anciano indígena que hoy tiene 97 años, decía que es posible hacer confluir la espiritualidad indígena y católica, porque la espiritualidad es una.
Su pueblo siempre ha visto la naturaleza como Creación divina, recordando que sus tradiciones espirituales llaman a luchar con la firmeza de tener los pies en la tierra y el corazón y el cerebro en el cielo. Patricia Gualinga definía el tiempo actual como momentos críticos, afirmando que estamos en una vuelta sin retorno. Por eso, es el momento de unir esfuerzos en todos los campos, político, espiritual, social, en defensa de la Amazonía. Aquella que fue auditora en el Sínodo para la Amazonía, destacaba la importancia del apoyo de la Iglesia en la defensa de la Amazonía, comenzando por el Papa, muchos cardenales y obispos. Reconociendo que existen diferentes modos de apoyar a los pueblos en la defensa de la Amazonía, insistía que hay que unir para transformar.
Relación con la madre tierra
Kateri Mitchell, indígena del pueblo Mohawk, es religiosa de Santa Ana, y siempre ha trabajado el tema de la espiritualidad de los pueblos originarios. Ella define a los mohawks, que fueron uno de los modelos para la Constitución de los Estados Unidos, como un pueblo fuerte, guerrero, algo que les ayuda a conectarse con Dios, destacando la relación muy fuerte de su pueblo con la Tierra. Ella agradece a sus padres la formación espiritual de conectividad con la Tierra y con la Creación de Dios, la relación con el agua, lo que le ha permitido tener una identidad, a ser perseverante, a ´profundizar en los ministerios multiculturales que la han ayudado a ser su verdadero yo y poder compartir lo que ha podido aprender de otros.
A partir del símbolo de la rueda medicinal, que, según la tradición de su pueblo, conecta la creación y nos conecta a todos, la religiosa reflexionaba sobre la necesidad de superar todo racismo y discriminación, pues somos parte de la Creación de Dios, llamada a compartir los dones especiales que cada uno ha recibido. Al mismo tiempo llamaba a la ayuda mutua, a reconocer la conexión que nace de los dones recibidos, a asumir que juntos formamos la familia humana, compartiendo los dones que individualmente hemos recibido.
Valoración del propio idioma
Desde la Amazonía peruana, Yesica Patiachi, contaba la cosmovisión del pueblo Harakbut, que se consideran hijos de un árbol. Su espiritualidad está basada en respetar el orden de los mundos, lo que los lleva a realizar diferentes ritos con los que expresan ese respeto y a escuchar los sonidos del bosque como modo de conectarse con el mundo y leer las distintas manifestaciones que les comunica la naturaleza. Respetar el equilibrio de los mundos es el camino de vida plena en el mundo Harakbut, lo que debe llevar a respetar los espacios, la casa común.
Un pueblo con una gran capacidad de resiliencia, ha ido avanzando en el camino de la interculturalidad, algo en lo que también ha influido el hecho de recibir al Dios cristiano en su cultura. Yesica, que fue auditora del Sínodo para la Amazonía y actualmente es una de las consejeras de la REPAM, destacaba la importancia de cantar cantos católicos en su lengua, pues el canto siempre ha estado presente en su cultura, como modo de expresar su respeto a la selva. Ella afirmaba que desde que leyó Laudato Si descubrió que el Papa Francisco es un harakbut más que lucha por el respeto del bosque. Por eso insistía en la importancia de respetar, de no romper el equilibrio, como camino del Buen Vivir, de mantener el equilibrio con el bosque.