«Queremos unirnos a los gritos de la tierra y de los pueblos que sufren las profundas heridas provocadas por la minería en nuestro Ecuador,» se lee en el pronunciamiento en el que se unen diferentes organizaciones de fe para abogar por un país libre de minería metálica.
Por Paola Calderón Gómez
La declaración a la que se suscriben este 13 de junio organizaciones como la Red Iglesias y Minería, Signis Ecuador, la Red Nacional de Pastoral Ecológica, Mons. Rafael Cob, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), Mons. Adalberto Jiménez, presidente de la Repam Ecuador, Mons. Geovanny Paz, presidente de la Comisión de Culturas de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y el Hno. Freddy Sarango, coordinador de la Red Nacional de Pastoral Ecológica, hace parte de un pedido popular que solicita al gobierno del presidente Guillermo Lasso que escuche el clamor que nace en las comunidades afectadas por la problemática.
El cambio es posible
Evocando diversas experiencias en el continente sobre la defensa categórica de la vida y su impacto en la promulgación de leyes que garantizan la protección de los territorios, la declaración recuerda a las autoridades que no están de acuerdo con la explotación minera por cuanto destruye la selva, las montañas, los bosques y ríos.
«Denunciamos que se roben la riqueza de esta tierra herencia divina para todos, por depredadores sin escrúpulos con la voracidad y codicia de los que no piensan en los males que causan y en las consecuencias para las futuras generaciones,» afirman al recordar que es posible generar un cambio y que prueba de ello es la experiencia vivida en El Salvador, el primer país del continente que logró parar la minería para defender el agua de su territorio. Este llamado que surge desde las organizaciones de fe confía en que más personas se unan a esta causa al tratarse de un objetivo común que «solo busca vivir en un ambiente digno y sano».
Trabajar para conservar la vida
Igualmente advierten que la minería metálica vulnera los derechos de la tierra y de quienes viven en esta porción de la casa común, especialmente del Ecuador amazónico, que consideran es «expresión de la belleza creadora de Dios, dado como un don que debe defenderse y protegerse por el bien común del planeta tierra». El impacto negativo de la minería metálica en las comunidades se siente de diversas formas, de ahí el llamado a unir las voces de quienes tienen la certeza de «parar la minería destructiva que trae muerte con su acción violenta, que destruye nuestro hábitat, contamina nuestros ríos y nuestras aguas limpias y cristalinas, elemento vital para que sobreviva la humanidad,» agregan.
Suficientes razones para ratificar su apoyo a los que con dimensión profética denuncian este mal y buscan el bien en defensa de un Ecuador libre de esta forma de explotación que solo beneficia a quienes se hallan lejos de los territorios de extracción minera. Es necesario llamar al respeto por los deseos del pueblo ecuatoriano que desea vivir en un ambiente digno y sano, se trata de trabajar en unidad por la conservación de la vida.
Efectos incalculables
En la minería metálica se adelantan diversas actividades relacionadas con la explotación de sustancias naturales de las que se extrae un elemento metálico. Generalmente tiene dos rangos de clasificación, el primero de ellos, tiene que ver con los metales básicos como el estaño, zinc, plomo y cobre. En segundo lugar, están los metales ferrosos entre los que figuran el hierro, cromo, manganeso, titanio, molibdeno, tungsteno y cobalto.
Existen explotaciones subterráneas y otras a cielo abierto que por lo general dejan en principio grandes huecos de explotación, para lo cual es necesario deforestar, instalar la infraestructura y desarrollar los procesos con los minerales; esto genera cambios que van más allá de la modificación estética del paisaje o la alteración visual del mismo, en realidad eso es apenas el comienzo, porque una de las consecuencias será el cambio radical en el relieve natural, la destrucción de inmensas masas de vegetación, por ende cambios en la fauna. Además de los efectos de la detonación de gases y producción de vapores nocivos para la salud que terminan por generar enfermedades respiratorias gracias al aumento en la producción de polvo, los efectos de la vibración sobre el suelo y la alteración en las aguas que siempre terminan contaminadas. En Ecuador el oro, la plata y el cobre son de los mayores minerales explotados, algunos de estos yacimientos se encuentran al sur del país. La invitación es a sumarse al llamado por la defensa del agua y de la Casa Común que sufre los efectos de la minería metálica en el país andino.
Fuente: ADN Celam