Por Luis Miguel Modino
ADN Celam. El Documento de Santarém, que podría considerarse el Vaticano II de la Amazonía brasileña, cumple 50 años, y el padre Vanthuy Neto reflexiona sobre la figura del sacerdote en la Amazonía en un artículo titulado: “Presbíteros: ministerio y vida. Herencias y proximidades en la Iglesia de la Amazonía nacida en Santarém en 1972”.
Valentía misionera
Un primer elemento presente en la vida de los presbíteros de la Amazonía es la valentía misionera, según el sacerdote de la Diócesis de Roraima. Llegando desde fuera, y citando nombres concretos que han marcado la vida de la Iglesia en la región, dice que “muchos misioneros se han ‘adentrado en la selva’ con el deseo de anunciar y difundir la fe cristiana”, hasta el punto de ser vistos por la gente como “nuestro hermano”.
Continúan “la audaz profecía del Padre Vieira en su grito casi solitario”, frente a los políticos que quieren acabar con la tierra y los derechos de los pueblos indígenas. Una defensa de estos pueblos que ha acompañado la vida de la Iglesia en la Amazonía en las últimas décadas y que ha hecho que “decenas de pueblos salgan del silencio en el que se vieron obligados a esconderse para sobrevivir”, aunque para ello tengan que seguir luchando contra el dragón de la minería ilegal “que avanza sobre la tierra de los yanomami, de los mundurucus”.
Encarnación y evangelización
Presbíteros que asumieron las dos directrices del documento de Santarém: encarnación y evangelización. Y junto a ello la audacia misionera. Son sacerdotes que con Santarém asumieron “la encarnación en la realidad, la creencia en la formación de agentes de pastoral y pequeñas comunidades, la pastoral indígena y el acompañamiento de los que emigraron aquí”, según el padre Vanthuy. Un Documento que marcó la “construcción de planes pastorales, casi en oposición a la actual religiosidad desencarnada, surgidos de la escucha comunitaria, de la pastoral, de los servicios, de las bases, en el ensayo de ser minorías eclesiales y asumidos en la audacia de las asambleas pastorales diocesanas y prelaticias”.
Algo que se enfrenta al “gran vendaval de ‘tradicionalistas, neopentecostales, mediáticos…’ que avanza y se impone de forma normativa en nuestras comunidades, actividades pastorales, servicios, presbiterios, obispos…”, según el sacerdote de la Diócesis de Roraima. Presbíteros que asumen los dolores de la Casa Común y de las culturas en la Amazonía, grito que fue llevado al Sínodo para la Amazonía, donde el Padre Vanthuy participó en la Asamblea Sinodal.
Presbíteros que nacen de nuevo
Sacerdotes que asumen la lucha por la Vida para todos y la Esperanza como forma de inaugurar otro mundo. Presbíteros que “experimentan en la Amazonía, como Nicodemo, nacer de nuevo en el agua del vientre solidario de las comunidades y en el Espíritu que habita en el corazón amoroso de los preferidos de Dios, los pobres“, queriendo así “seguir más de cerca a Jesús”, actitudes que reconoce presentes en nombres del pasado y del presente. Presbíteros que aprendieron lenguas y asumieron culturas, en un dinamismo kenótico, que les llevó a una “vida pobre, frágil y pequeña”, determinada por el ritmo de los ríos.
Asumirlo en una Amazonía cada vez más neopentecostal y no religiosa, apostando por la formación de líderes, aunque se enfrente a “la fatiga de volver a empezar siempre”, luchando así “contra un ministerio de mantenimiento y en una confrontación desigual con los medios de comunicación católicos de masas, que generan católicos a menudo clericales y amantes de la doctrina apologética“, denuncia el padre Vanthuy. Una Amazonía donde la Eucaristía es el privilegio de las ciudades, pero que a menudo se convierte en “la mística del compartir, del cuidado y de la comunión con la vida”.
Importancia de las mujeres
El cuidado de la Casa Común, asumido por los sacerdotes de la Amazonía, lleva al padre Vanthuy a afirmar que “ser sacerdote en la Amazonía es asumir su grito, porque el equilibrio de la tierra también depende de la salud de la Amazonía”. Al mismo tiempo, subraya la importancia de la compañía de las mujeres en la vida del presbítero en la Amazonía, ya que son ellas las que sostienen el camino de las comunidades en la región. De ahí la petición hecha en el Sínodo para la Amazonía del diaconado femenino, un «reconocimiento sacramental, pues en vida ya lo son“.
Finalmente llama a los sacerdotes a configurarse con la persona de Cristo, a asumir “el camino de la encarnación, de la cercanía a los pobres, a los demás”, a aprender del Jesús histórico a ser “pastor y maestro, sensible y lleno de compasión hacia los que sufren, los pequeños y los pecadores“, a “configurarse mucho con el Cristo siervo, que huyó de la visibilidad y del poder atractivo, que amó gratuitamente y compartió con los suyos la intimidad con el Padre y los confió a la misión y a la obra del Espíritu Santo”.
Fuente: CELAM