Este 1 de octubre, se recuerda el Día Internacional de las Personas Mayores, con ese motivo, presentamos el artículo que relata sobre las “mamitas abadesas” de San Ignacio de Mojos (Beni – Bolivia), consideradas desde la perspectiva teológica, como el alma de la espiritualidad y religiosidad del pueblo mojeño, porque ellas constituyen sacramentos de la iglesia amazónica.
Por Bernardo Mercado, SJ
Las mamitas abadesas nos transportan hasta San Ignacio de Mojos, pueblo situado en el Departamento del Beni, en plena Amazonía boliviana. Un territorio con particularidades biogeográficas y culturales que son la base de una hermosa cosmovisión. Los pobladores de San Ignacio de Mojos remontan sus orígenes a los Arawak, una cultura de expertos navegantes y eximios ingenieros hidráulicos que otrora construyeron lagunas artificiales, camellones, terraplenes, canales de navegación, entre otros. Obras colosales que, a la llegada de los primeros misioneros jesuitas al vasto territorio del Gran Mojos, constituían sólo vestigios arqueológicos y cuyas causas del colapso de tan floreciente cultural aún se desconoce.
La parcialidad de las mamitas abadesas
La parcialidad de las mamitas abadesas se compone de tres grupos y cada uno de ellos liderado por sus propias Caciques: a) Las mamitas abadesas de Cristo; b) las mamitas abadesas de la Virgen y c) las mamitas abadesas del Campo Santo. Esta división responde fundamentalmente a las devociones personales de cada integrante. Los espacios de comunión de los tres grupos se dan, principalmente, en la oración que precede a las celebraciones eucarísticas dominicales y festivas, en las novenas a los santos y santas, en los novenarios de difuntos y en otras prácticas religiosas.
La ceremonia de admisión en la parcialidad de las mamitas abadesas acontece por medio del rito de la “juramentación”, durante la fiesta de la Presentación del Señor y también fiesta de la Virgen de la Candelaria. Para la ceremonia, la candidata se presenta de tipoy blanco, vestido que llevará toda su vida a modo de hábito. Y, de manos de la Cacique de la Parcialidad, recibe en señal de admisión, la escoba de jipurí, el urupé (canasto propio del lugar) y la imagen de la Virgen de la Candelaria, símbolos de carácter sagrado que la acompañarán para siempre, esto es, inclusive como ajuar funerario.
La triple praxis ministerial de las mamitas abadesas
Rezar, cantar, asistir a Misa, adornar altares y andas, preparar arreglos florales, vestir imágenes de santos, preparar chicha, servir comilonas en el Gran Cabildo Indigenal, limpiar los espacios del Templo Misional y de la Capilla del Campo Santo, entre otras actividades, son aspectos que subrayan los pocos textos que refieren a la parcialidad de las mamitas abadesas.
La oración
Presididas por un doctrinero o rezador del Gran Cabildo Indigenal, descalzas y de rodillas ante el Altar Mayor del Templo Misional, las mamitas abadesas –vestidas con su característico tipoy blanco– elevan sus oraciones por el bienestar del pueblo, piden bendiciones y salud para los enfermos, protección para los ancianos y descanso en paz para los difuntos.
Mientras desgranan las cuentas de sus rosarios autóctonos, con reverencia y acentuada devoción, las mamitas abadesas rezan y entonan letanías, actos de contrición, el Ángelus, entre otras oraciones.
La oración de las mamitas abadesas también está presente en los novenarios por los difuntos. Durante nueve días, a las tres de la tarde, las mamitas abadesas se reúnen en la casa de la familia del difunto para rezar los misterios [una especie de réquiem] y el último día de la novena, proceden al rito de la limosna. Existen tres tipos de novenarios. El novenario simple, que se realiza durante los primeros días del fallecido y no implica el rito de la limosna. El novenario mayor se reserva para el cabo de año y contiene el rito de la limosna (tal como se describió líneas arriba). El tercer tipo de novenario acontece en la Conmemoración de los Fieles Difuntos, el 2 de noviembre.
La ornamentación
El Templo Misional y el Santo Belén son los escenarios donde acontece el ministerio de la ornamentación de altares, andas, etc. Los resultados de este ministerio de las mamitas abadesas de San Ignacio de Mojos son verdaderas obras de arte que fueron transmitidas a través de muchas generaciones.
Robin Cuéllar Tumo, quien fuera Primer Cacique (1994 – 1995) y Corregidor del Gran Cabildo Indigenal de San Ignacio de Mojos (1996 – 1997), entre sus documentos de propiedad personal, conserva un folio con instrucciones de la Cacique de las mamitas abadesas de Cristo, doña Agustina Terrazas y la Cacique de las mamitas abadesas de la Virgen, doña Juana Velasco, quienes detallan los colores de la vestimenta para cada ciclo festivo del calendario litúrgico.
Las instrucciones señalan que el Cristo, los Santos y las Vírgenes del Belén han de vestir de la siguiente forma: color verde oscuro para la Navidad y el Año nuevo; color amarillo para la Candelaria, 2 de febrero; color celeste para el Carnaval; color morado para la Cuaresma; color blanco para el Viernes Santo; color tricolor para la Pascua; color amarillo, rojo, celeste y verde para Corpus Christi; color rojo sangre para Espíritu Santo y color tricolor para la fiesta de San Ignacio. Estas instrucciones continúan inalterables hasta el día de hoy y las mamitas abadesas siguen erigiendo hermosos altares que conjugan con los colores señalados.
Limpieza del Templo Misional y del Campo Santo
Las mamitas abadesas se reúnen en la madrugada del miércoles y sábado para hacer la limpieza del Templo Misional. Este ministerio comienza con la oración comunitaria. Una vez elevadas sus oraciones, proceden a barrer el interior y los claustros del Templo. También limpian las imágenes. Simultáneamente, en el Campo Santo, otro grupo de mamitas abadesas realiza la misma tarea.
Una vez cumplida la limpieza, discretamente cada una de las mamitas abadesas toma un puñado de tierra, tierra que será esparcida en el patio de su casa en señal de bendición. Es una costumbre de piedad religiosa que encierra el sentido de que la tierra que se recoge al barrer el Templo es tierra sagrada por doble partida.
Desde la perspectiva teológica, las mamitas abadesas son el alma de la espiritualidad y religiosidad del pueblo mojeño, porque ellas constituyen sacramentos de la iglesia amazónica. Son la actualización de las mujeres que iban junto a Jesús y le asistían en todo, siempre en la máxima discreción de la vida cotidiana. En términos de identidad étnica, las mamitas abadesas tienen formas de expresión y valores que las diferencian de los demás. Son portadoras y custodias de una valiosa herencia cultural y relaciones sociales. Por consiguiente, el modo de existencia de las mamitas abadesas, es una declaración de etnicidad, y por extensión, una indiscutible conciencia étnica.
Finalmente, desde la óptica de género, las mamitas abadesas superan la dicotomía mujer-naturaleza/hombre[1]cultura. Ellas son cultura y naturaleza. Transmiten la lengua originaria, los saberes ancestrales, custodias de la fe y prácticas religiosas. Moderan el gobierno indígena, tienen derecho a veto, entre otros roles políticos. Ellas integran el consejo de sabios del Cabildo. En otras palabras, rompen la asimetría sexual y superan el esquema de dominación de las oposiciones binarias que oprimen y niegan los verdaderos derechos de la mujer.
/El presente texto se encuentra publicado en su totalidad en la revista Cuarto Intermedio de la Compañía de Jesús Bolivia. Puede descargar la revista en el siguiente enlace: https://bit.ly/3zBZvBQ