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La Red Eclesial Panamazónica – REPAM, plantó su primera semilla en la Amazonía ecuatoriana, concretamente en el Vicariato del Puyo, de donde el obispo Monseñor Rafael Cob, que ha sido anunciado recientemente como nuevo vicepresidente de la red, algo que ve como una oportunidad “para empujar, para ayudar y para servir”.
La REPAM ha ayudado a “marcar pautas y modos de trabajar en una pastoral en conjunto”, algo que se está haciendo presente a diferentes niveles. En ese sentido, Monseñor Cob destaca la importancia de los medios de comunicación y de la defensa y acompañamiento a las comunidades originarias. No podemos olvidar que “lo que los pueblos en el Sínodo pidieron a la Iglesia fue ser su aliada para la defensa de sus derechos y a la vez de acompañamiento”, algo que se está haciendo realidad, una Iglesia que se moja.
En ese trabajo eclesial conjunto es importante la colaboración entre las diferentes iglesias. En los últimos días se ha concretado el envío de tres sacerdotes diocesanos ecuatorianos al Vicariato del Puyo, algo que su obispo califica como un hecho histórico y que ayuda a tomar conciencia de que “somos verdaderamente ordenados no solamente para la Iglesia particular donde vivimos o donde nos han ordenado, sino para la Iglesia universal que nos necesita”.
En la nueva coyuntura que ha surgido con el nacimiento de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, Cob afirma que la CEAMA, “va a abrir nuevas pautas que ayudarán a las jurisdicciones eclesiásticas a aterrizar”. Se trata de responder a realidades concretas, de estar pendientes de las propuestas de la inculturación, de buscar nuevas propuestas que sean creativas. Estamos ante “un trabajo en conjunto y nos va a todos a exigir ese esfuerzo de la escucha, que siempre ha sido una de las claves”.
Después del Sínodo para la Amazonía, podemos decir que la Iglesia ha empezado a aplicar los nuevos caminos que la Asamblea Sinodal pidió. Entre ellos un organismo episcopal, pero que acabó siendo un organismo eclesial, que es la Conferencia Eclesial de la Amazonía, y junto con la CEAMA, la REPAM. En los últimos días se ha sabido que usted será el nuevo vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica. ¿Cómo se sitúa ante este nuevo servicio que la Iglesia le está pidiendo?
El avance de las instituciones exige siempre ese servicio generoso de los que estamos siempre en esa línea de trabajo y de servicio a la Iglesia de la Amazonía. Cuando me propusieron asumir este cargo de la vicepresidencia de la REPAM, pienso en sus orígenes, cuando se inició la pequeña semilla de esa institución en Puyo. Veo que la REPAM, verdaderamente ha sido una fuerza muy grande para que ese espíritu eclesial, que nació de un trabajo conjunto, cuando empezó aquí con los vicariatos de la Amazonía ecuatoriana. Después se vio que era necesario una red, esa red eclesial amazónica que al año siguiente se constituiría en Brasilia.
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Desde nuestra conciencia de servidores en la Iglesia, estamos para empujar, para ayudar y para servir. Me sitúo como una especie de continuidad, de cauce, para tantas iniciativas, ideas y pensamientos, que van surgiendo y van cayendo en este cauce de lo que es una red eclesial de articulación de todo aquello que con un objetivo común lleva. El Sínodo amazónico, como surgió por parte del Papa Francisco, invitando a la REPAM, para que verdaderamente ayudará a preparar ese Sínodo amazónico, sino también lo que suponía la preparación, la celebración, y ahora el postsínodo.
En ese postsínodo ha surgido esa maravillosa Conferencia Eclesial de la Amazonía. La REPAM, lo mismo que lo fue para el Sínodo, es también un cauce que podrá ayudar muchísimo a esta nueva conferencia, como fruto del Sínodo. Nos va a tocar siempre caminar juntos, con ese objetivo, por una parte, del cuidado de la casa común, que en ese sentido la REPAM ha hecho un esfuerzo gigante. Igualmente, también los nuevos caminos de evangelización, que fue la primera parte del Sínodo para la Amazonía. Esos nuevos caminos para la evangelización, creo que a la CEAMA le va a tocar mucho más la concreción de toda esa reforma que supone encontrar alternativas y nuevos caminos para una pastoral de conjunto en la Amazonía.
Usted habla que la REPAM tuvo su primera semilla en el Vicariato del Puyo. ¿Qué ha supuesto para su vicariato y para los vicariatos de la Amazonía ecuatoriana estos más de 6 años de camino en red junto con la REPAM?
Como vicariatos en la Amazonía ecuatoriana, nos ha unido más, ha supuesto verdaderamente marcar pautas y modos de trabajar en una pastoral en conjunto, pero desde una dimensión no solamente a nivel del cuidado de la casa común. Nos sentimos más unidos los vicariatos de la Amazonía, a través de todas las reuniones que vamos teniendo por zoom con los ejes que se van desarrollando. Por ejemplo, los medios de comunicación, con las emisoras de radio de los vicariatos, creo que eso ha sido muy importante, estamos haciendo un trabajo muy grande de concientización para nuestra gente sobre el cuidado del medio ambiente, con programas de radio.
Igualmente, las distintas propuestas de la REPAM a nivel de Panamazonía las vamos asumiendo, compartiendo. En el eje de incidencia social, vemos que es muy necesario el acompañamiento a las comunidades originarias. Esto sí creo que ha supuesto para nosotros como REPAM un avance grande de comunión, de sinodalidad y de una esperanza importante en la dimensión pastoral, aunque mucho más la CEAMA tendrá que ir abriendo caminos y concretándose todas esas prioridades que en el Sínodo también salieron, y que, en definitiva, también afectan a toda la Amazonía y a nosotros en particular.
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Pienso que ha sido un caminar progresivo y con un espíritu de lo que también en el Sínodo se nos pidió, de una Iglesia samaritana, por una parte, y profética por otra. Hemos tenido, aquí en el Amazonía ecuatoriana, casos importantes en los que la voz de la Iglesia amazónica se ha dejado escuchar, como fue el 7 de abril, en el derrame petrolero que hubo en los ríos Coca y Napo. Ha habido un fortalecimiento y un refuerzo de esa dimensión de unidad y de comunión.
Esos posicionamientos que ha tenido la Iglesia en los últimos tiempos en defensa del medio ambiente amazónico y sobretodo de los pueblos indígenas y de los pueblos de la Amazonía ecuatoriana. ¿Qué ha supuesto para esos pueblos esa alianza con la Iglesia, algo que fue uno de los pedidos del Sínodo para la Amazonía?
Lo que los pueblos en el Sínodo pidieron a la Iglesia fue ser su aliada para la defensa de sus derechos y a la vez de acompañamiento. Los pueblos originarios están percibiendo ahora más que nunca que esa Iglesia no está solamente desde fuera de la barrera, observando, sino que han visto que la Iglesia ha dado un paso más, se ha comprometido, se ha mojado en la Amazonía, en la problemática que se vive en los pueblos originarios. Por eso decimos que, ante hechos concretos, los pueblos reconocen que la Iglesia está con ellos, y así lo sienten.
Eso sí ha sido un avance importante después de ese trabajo que la REPAM hizo, sobretodo en la consulta preparatoria para el Sínodo, en la que visitamos las distintas comunidades indígenas. Eso dio pie para ese intercambio y ese interés de escucha, de respaldo, de acompañamiento, de levantar la voz con los pueblos originarios. Eso creo que es muy importante de valorar en este camino y en este proceso sinodal.
El Sínodo también nos recuerda la necesidad de nuevos caminos para la Iglesia. En esta semana se ha sabido que el Vicariato del Puyo va a recibir tres nuevos sacerdotes de dos diócesis de Ecuador, que van a acompañar el trabajo pastoral del vicariato. ¿Puede ser éste un primer paso para que la Iglesia ecuatoriana y de los diferentes países que forman parte de la Amazonía, pueda tomar una mayor conciencia misionera e enviar, no solamente sacerdotes, también otros agentes de pastoral, para colaborar en iglesias donde esa presencia eclesial todavía es más limitada?
Este hecho de que las diócesis puedan enviar, y de hecho envíen, sacerdotes ad gentes a los territorios de misión, es verdaderamente una revelación. Siempre está la respuesta de decir, no tenemos personal, no podemos, somos pocos, y ahí se quedaba siempre. Este paso, como es que esas diócesis van a ofrecer misioneros ad gentes al Vicariato del Puyo, va a ser para las demás jurisdicciones un aliciente, una llamada de atención, un decir hay algo que hacer que la Iglesia está pidiendo, como lo pedía el Sínodo a todos los obispos de Latinoamérica, saber orientar a la vida sacerdotal, consagrada, para un trabajo con los últimos, con los excluidos, con los olvidados.
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Creo que esto es un hecho histórico para esta diócesis de Latacunga, que por primera vez envía sacerdotes diocesanos ad gentes, igualmente la diócesis de Ambato. Hay un despertar, que se va rompiendo poco a poco, después que ha habido muchos golpecitos en las puertas de los obispados, diciendo que debemos ser misioneros ad gentes, que debemos ser Iglesia en salida. Como dice el refrán, tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe. Estamos consiguiendo ver que ya comienzan algunas diócesis a tomar conciencia misionera, que en su formación con sus sacerdotes les muestran que somos verdaderamente ordenados no solamente para la Iglesia particular donde vivimos o donde nos han ordenado, sino para la Iglesia universal que nos necesita, y nos necesita en muchos lugares.
Esta apertura de las diócesis responde también a la invitación que el Sínodo amazónico decía. No solamente sacerdotes, también agentes de pastoral, laicos comprometidos o congregaciones religiosas. La Conferencia Ecuatoriana de Religiosos está moviéndose y haciendo opción actualmente por la Amazonía. He recibido algún pedido de congregaciones que quieren fundar comunidades en la Amazonía. El Sínodo sigue dando frutos y este hecho para nosotros es muy revelador, el que estando como estamos, con un número tan reducido de sacerdotes en un vicariato como el nuestro, podamos contar a partir de este mes con nuevos sacerdotes que nos van a ayudar, sacerdotes diocesanos.
En las diócesis del Ecuador es muy difícil encontrar una diócesis que haya enviado sacerdotes diocesanos. Solo una diócesis, de las 24 diócesis de Ecuador, tenían sacerdotes ad gentes fuera del país. El Papa, cuando nos visitó en Ecuador, nos decía que tendríamos que invitar a los sacerdotes con espíritu misionero, empezando por los territorios de misión del propio país, para que luego pudieran pasar fronteras. Ese es el proceso que el Papa nos invitó y que poco a poco vamos consiguiendo, que haya una sensibilización por parte de las diócesis, de los obispos y de los sacerdotes.
La CEAMA es un claro ejemplo de una Iglesia sinodal. Una fantástica intuición del Papa Francisco quiso que fuese no una conferencia episcopal y sí eclesial, donde se hace presente la Iglesia Pueblo de Dios en los órganos de decisión, algo que aparece en Querida Amazonía. ¿Cómo traer para la realidad de las Iglesias locales e ir instituyendo poco a poco esos órganos de decisión eclesial para conducir la vida pastoral y evangelizadora de las diferentes circunscripciones eclesiásticas?
La CEAMA, en estos comienzos que está, va a abrir nuevas pautas que ayudarán a las jurisdicciones eclesiásticas a aterrizar. No es igual una pastoral urbana, rural o indígena, para cada caso debemos encontrar caminos y respuestas a estos desafíos. Los pueblos originarios sabemos que también se mueven, y les encontramos tanto en la ciudad, como en la parte rural o en el interior de la selva. En cada uno de los lugares debemos tener en cuenta la realidad del origen, como decía el Papa, no podemos olvidar la memoria, y lo decía sobre todo a los jóvenes, para que no perdieran la identidad cultural y de los pueblos originarios.
Tenemos que estar pendientes de las propuestas de la inculturación y los desafíos de buscar, como también decía el Papa, nuevas propuestas que sean creativas, como decíamos al principio del Sínodo, que sea una Iglesia más ministerial, menos clerical, con una participación mucho mayor de la mujer en la Iglesia, en la toma de decisiones. Todos estos pasos para, en palabras del Papa, una comunidad no puede crecer sin la Eucaristía. Y quién puede presidir la Eucaristía, un sacerdote, y cómo podemos preparar a esos sacerdotes para que en verdad las comunidades tengan la Eucaristía. Y cómo podemos pasar de una Iglesia de visita a una Iglesia presencial.
Todo esto está sobre el tapete y tenemos que darle salida, en proceso, para que verdaderamente los desafíos que están ahí latentes, puedan encontrar las respuestas. Ahí está la CEAMA, que le toca mucho en este campo, pero también la REPAM, que es la conocedora de la realidad y la que hace de puente entre las comunidades y la misma realidad con la que tiene que estar muy unida la CEAMA, para poder conocer los desafíos concretos. Es un trabajo en conjunto y nos va a todos a exigir ese esfuerzo de la escucha, que siempre ha sido una de las claves. Después de la escucha, ese saber contemplar, discernir lo que nos lleve a tomar luego un compromiso. Ahí está la palabra clave de todo el Sínodo, que fue la conversión, y con la Exhortación Apostólica seguir soñando, como nos dice el Papa Francisco, y que esos sueños se hagan realidad.
Fuente: Repam