El Concilio Vaticano II marcó de manera decisiva la vida de la Iglesia, especialmente en América Latina, continente que se esforzó por llevar a la realidad local las reflexiones del último Concilio de la historia de la Iglesia.
Por Luis Miguel Modino
Medellín puede considerarse el Vaticano II de América Latina y, en la misma línea, Santarém podría verse como el Vaticano II de la Amazonía brasileña. En 2022 se cumplen 50 años del IV Encuentro de Pastoral de la Amazonía, que tuvo lugar del 24 al 30 de mayo de 1972, recordando las palabras del Papa Pablo VI, que dijo que «Cristo señala hacia la Amazonía«, lo que llevó a la Iglesia de la región a buscar las Líneas Prioritarias de Pastoral para la Amazonía.
Fue un encuentro que reunió a la gran mayoría de los prelados de la Amazonía brasileña, que el Documento, firmado por 26 obispos y administradores diocesanos, considera «hombres sensibles a los problemas y aspiraciones de los hombres y grupos humanos que ocupan el espacio amazónico«. Destacaron elementos que hoy, 50 años después, siguen vigentes, resaltando la sencillez, la espontaneidad, la fuerza y la religiosidad presentes en una región con una cultura ligada a la amplitud de la naturaleza.
Se intuyeron problemas confirmados con el tiempo
En 1972, los obispos ya habían advertido de las limitaciones y peligros de la realidad de la Amazonía, intuyendo problemas que se agravaban con el tiempo. En esta coyuntura, la Iglesia en Amazonía optó por «cuatro prioridades y cuatro series de servicios pastorales, a la luz de estas dos directrices básicas: encarnación en la realidad y evangelización liberadora«.
La encarnación en la realidad es el fruto de conocer y vivir con el pueblo, y quiso llevar a elementos que luego fueron retomados: «superar todo paternalismo, todo etnocentrismo, todo modelo de vida importado, prefabricado o artificial«. Pero también se convirtió en el punto de partida de una evangelización liberadora, sin dicotomías, atenta «a los signos del lugar y del tiempo, de las culturas y de los grupos, de la naturaleza y del hombre», que busca sensibilizar para la liberación del hombre.
Nuevas propuestas de formación
De ahí surgieron propuestas para la formación de agentes de pastoral, en una Iglesia ministerial, para sacerdotes, vida religiosa y laicos, a partir de la realidad local, apuntando a la acción y al trabajo en equipo, siempre en contacto con sus comunidades locales. También se propusieron los temas que deberían formar parte de esta formación, insistiendo en el reciclaje de los agentes.
En el Documento de Santarém, se menciona la creación de Comunidades Cristianas de Base como «uno de los objetivos primordiales de la Pastoral Amazónica». Siguiendo el modelo de Medellín, se ven como «el primer y fundamental núcleo eclesial» y como elemento fundamental para transformar el tipo tradicional de parroquia. Así aparece la propuesta de «comunidades ambientales de base, como levadura en medio de la masa», para las ciudades, superando la visita anual en las zonas rurales y buscando que la comunidad «sea el factor impulsor del desarrollo integral del hombre como sujeto de su promoción».
Apoyo histórico de la Iglesia a los pueblos indígenas
Al hablar de la Pastoral Indígena, afirma que «la Iglesia en la Amazonía, sin ningún favor, se ha convertido históricamente en la mayor responsable del indio«, informando de los peligros que amenazaban a los pueblos indígenas. El CIMI, creado hace poco tiempo, se presentó como una nueva perspectiva de trabajo, insistiendo en la necesaria colaboración entre las Iglesias de la Amazonía y el Consejo Misionero Indigenista.
Santarém abordó el trabajo pastoral en las comunidades que iban surgiendo en las carreteras que se iban abriendo en medio de la selva y otros frentes pioneros que surgían en la época, presentando los problemas que iban apareciendo. Por ello, insistió en la necesidad de contar con agentes bien preparados para acompañar estas realidades, proponiendo algunos elementos a tener en cuenta.
Necesaria presencia en los medios de comunicación social
También sugirió encuentros a diferentes niveles, así como la formación de agentes en los Institutos Pastorales, que deben buscar «desarrollar un esfuerzo serio y sistemático de reflexión, investigación y documentación sobre la realidad sociológica y la situación del hombre amazónico». Junto a ello, se abordó la cuestión de los Medios de Comunicación Social, insistiendo en «la necesidad de que la Iglesia esté presente en los medios de comunicación social«.
Santarém nos muestra la capacidad de mirar al futuro con la perspectiva que asumió la Iglesia en la Amazonía hace 50 años. La historia ha demostrado que fue un momento que ayudó a hacer realidad, a partir de los signos de los tiempos, una Iglesia con rostro amazónico, comprometida con la defensa de la vida y de los pueblos que la cuidan. Conocer y profundizar en el Documento sigue siendo un reto que no se puede dejar atrás.