La segunda semana del Sínodo por la Amazonía, termina con la socialización de las ideas trabajadas en los círculos menores, grupos de trabajo conformados por los participantes en la asamblea sinodal, que permitieron una profundización de las propuestas. Para cerrar la semana, se cuenta con un relatorio fruto, de este trabajo, que como se indicó ayer en la Sala Stampa, “no es de ninguna manera conclusivo”, pero que permite conocer donde existen mayores acuerdos y propuestas a ser aterrizadas. También se puede identificar donde todavía falta profundizar las discusiones y hacer sugerencias más concretas. Toda esta información es un insumo fundamental para la tercera y última semana de trabajo, para el Sínodo que concluye el próximo 27 de octubre.
La asamblea sinodal ofrece claridades en cuanto lograr una Iglesia con Rostro Amazónico, una iglesia sinodal y en permanente camino misionero, que valorice, fortalezca y consolide el papel de las mujeres y el laicado y se haga más fuerte su rol, para construir una iglesia más comunitaria y participativa. Una iglesia que rescate el ejemplo de los mártires y su espíritu misionero. Una iglesia de presencia y permanencia y para ello, la búsqueda de respuestas efectivas y reales que sean signo de esa esperanza evangélica, en la cercanía a los pueblos.
Uno de los puntos principales y un gran desafío para estamos caminos de renovación es la inculturación e inculturalidad, reconocer cómo Dios se manifiesta en la diversidad de los pueblos y culturas, por lo cual, es necesario aprender las lenguas indígenas y crear una liturgia propia. Y justamente esta semana, en el encuentro que tuvo el Papa Francisco con los representantes de los pueblos indígenas, mencionó: “Los pueblos reciben el anuncio de Jesús con su propia cultura”.
En donde existe un acuerdo común es la participación de la Iglesia como defensora de los derechos humanos de los pueblos indígenas y otros pueblos originarios, la participación e incidencia en los espacios políticos, la exigencia del cumplimento, y la consolidación de espacios pastorales que favorezcan estas luchas, reconociendo las distintas formas de violencia que afectan a las poblaciones amazónicas. Como una acción inmediata, se creará un observatorio panamazónico para seguir los eventos de violencia contra la mujer, la trata de personas y la efectiva aplicación de los derechos en las comunidades indígenas.
Como es el sello de este Sínodo: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral. Uno de los grandes acuerdos es la formación y concientización sobre la Ecología Integral, que la iglesia asuma este encargo, desde sus planes pastorales, en su procesos de capacitación, en la incidencia, en el planteamiento de proyectos, entre otros. Esta es una de las grandes lineas a seguir profundizando, y lograr que la Iglesia Amazónica y Global, asuma esta responsabilidad con el planeta y con las futuras generaciones.
La juventud y la Pastoral Urbana, son dos temas que se han abordado con mucha sensibilidad, reconociendo que muchos de los impactos de este sistema reacaen en los jóvenes y en las personas que migran a las ciudades, la pobreza, la carencia de sentido, la violación de sus derechos. ¿Cómo atender a estas realidades particulares, en este contexto particular? Ya han algunas luces, la pastoral de acogida, el acompañamiento permanente.
La vida religiosa también ha dado luces sobre como responder a este realidad, buscando un trabajo intercongregacional, la itinerancia y el compartir la vida con los pueblos indígenas.
El lunes comienza la recta final de este encuentro, que culminará con insumos para que el Papa Francisco, pueda discernir sobre este proceso de renovación propuesto para la Iglesia, que viene del diálogo de casi 80.000 voces en el territorio amazónico, Europa y otros continentes y que como un proceso histórico ya ha marcado un camino nuevo de sinodalidad para nuestra Iglesia.