Vivir y acompañar a los pueblos amazónicos más necesitados ya no es algo que se vea, desde la Iglesia Católica, cosa de unos pocos “perdidos en la selva”. El Papa no solo apoya a quienes optan por esta opción de vida y ‘amazonizan’ su mente y su corazón, ya sean religiosos/as o laicos/as, sino que les alienta para que sigan arriesgando y siendo creativos. Un impulso que el Encuentro de Pastoral Indígena Amazónica ‘Siguiendo la ruta sinodal’ ha constatado entre el 28 al 30 de enero con la participación de más de cien personas, entre ellos, los ‘pastores con olor a oveja’ que pide Francisco.
Por Beatriz García Blasco – CAAAP
Durante tres días más de 100 personas de los ocho vicariatos apostólicos que componen, a nivel de Iglesia Católica, la selva del Perú han participado del Encuentro de Pastoral Indígena Amazónica ‘Siguiendo la ruta sinodal’. En la Casa San Francisco Solano, en el Rímac (Lima), el aprendizaje, la escucha y el diálogo han impregnado todos los rincones con el objetivo de revivir y re-impulsar la coordinación intervicarial que, por instinto de un grupo de misioneros emblemáticos, vivió sus años de mayor plenitud en la década de los 80 y 90. Ya entonces, sin un Papa Francisco ni un Sínodo Amazónico que dieran el impulso, se vio la necesidad de trabajar en conjunto. Por eso, ahora con todo a favor, es hora de re-conectarse.
Este evento estuvo encabezado por la mayoría de los obispos amazónicos. Entre ellos monseñor Alfredo Vizcarra, obispo del Vicariato de Jaén, presidente del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y responsable de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) en Perú; monseñor Gerardo Zerdín, el más veterano y conocedor de ese pasado del que él mismo participaba activamente como misionero franciscano en la selva central, antes de ser el obispo de San Ramón; monseñor David Martínez de Aguirre, obispo de Puerto Maldonado; monseñor Martín Quijano, misionero salesiano que en septiembre tomó las riendas del Vicariato de Pucallpa; y el padre Miguel Fuertes, en condición de administrador diocesano del Vicariato de Iquitos luego del fallecimiento, en noviembre, de monseñor Miguel Olaortúa. Si bien los obispos de San José del Amazonas, Requena y Yurimaguas no pudieron estar presentes por motivos de fuerza mayor, sus vicariatos sí estuvieron representados por un nutrido número de religiosos/as y laicos/as, muchos de ellos de amplia experiencia y conocimiento de su respectiva zona de misión.
Líderes eclesiales jóvenes, en edad y en espíritu, que creen en la Iglesia que pide el Papa Francisco. La Iglesia que no tiene miedo, la que no se conforma, la que es creativa, la que se arriesga y, sobre todo, la Iglesia que está donde más se le necesita. “Si bien es cierto que ya estamos en el corazón de Dios, y siempre lo hemos estado, ahora ‘nos han colado’ en el corazón de la iglesia. En realidad esto no es nada nuevo, no estamos ‘inventando la pólvora’. Lo que está ocurriendo es que, si bien es cierto que cada uno estábamos en nuestra esquina, en nuestra ilusión, en nuestro empeño, ahora la Iglesia Universal nos está dando un espaldarazo, dándonos ánimo. Nos está diciendo que lo que estamos haciendo no es cosa de tres o cuatro locas y locos, perdidos por la selva, sino que esto es algo de la Iglesia Universal, toda la iglesia lo asume y les apoya para que sigan adelante”, comentaba durante su intervención David Martínez de Aguirre.