Mauricio López Oropeza, Director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Celam, reflexiona sobre los caminos pastorales transitados en la territorialidad amazónica, desde una perspectiva de red.
Por Mauricio López Oropeza
La experiencia de la Iglesia discípula y misionera en la territorialidad geográfica, ecosistémica, espiritual y socio-cultural panamazónica, representa caminos eclesiales inéditos en el compromiso con las periferias. El rol eclesial ha sido, por decir lo menos y a pesar de sus muchas limitaciones y graves yerros, determinante en muchos sentidos para este territorio.
Los muchos testimonios de fe y entrega de mujeres y hombres misioneros, religiosos, laicos, y de presbíteros y obispos, dan cuenta de una experiencia pastoral de inculturación e interculturalidad posibles que han hecho la diferencia en la vida de tantas comunidades indígenas, mestizas y ribereñas en la Amazonía. Son fuente de esperanza, en medio de otros tantos ejemplos indeseables de un modelo dominador y avasallador eclesial que dista del anhelo del Evangelio para que todos los pueblos tengan vida y vida plena.
Pastoral territorial
Si bien la presencia eclesial ha sido significativa en muchos casos, también ha sido una presencia absolutamente fragmentada en este inmenso territorio. Hoy el desafío es tan complejo y tan urgente, por las amenazas innumerables contra la vida de los pueblos y del ecosistema Amazónico, que es imprescindible asumir una perspectiva pastoral territorial. Si no creamos nuevos caminos articulados, no tendremos mucho más qué hacer ante la muerte sistemática que pesa sobre este territorio y sus comunidades.
Permanecer en silencio, o respondiendo simplemente por vías desterritorializadas y superficiales, será un acto de complicidad con los tantos que despojan y arrancan la vida a la Amazonía y a sus pueblos, poniendo en riesgo el mismo futuro planetario por la interconexión de este bioma y sus pueblos con el equilibrio global.
En ese contexto, luego de algunas décadas de múltiples intentos, experiencias, y de encuentros territoriales de intercambio de experiencias eclesiales sobre la Amazonía, se ha detonado un proceso pastoral más orgánico, territorial y articulador de experiencias diversas en este espacio socio-cultural. Este proceso naciente busca tejer paulatinamente, con limitaciones y desafíos, una auténtica pastoral de conjunto.
La experiencia de la REPAM
La Red Eclesial Panamazónica (REPAM) ha nacido en abril de 2013 en la periferia amazónica de Puyo, Ecuador, para ser luego formalizada en septiembre de 2014 en Brasilia, con la misión de potenciar la acción que realiza la Iglesia católica en el territorio amazónico, actualizando y concretando opciones apostólicas conjuntas e integrales en el marco de la doctrina y las orientaciones de la Iglesia. Los sujetos prioritarios de la misión de la REPAM son las comunidades y los pueblos indígenas de la Amazonía con su riqueza y diversidad cultural, y los grupos más vulnerables. El Papa Francisco, en el nacimiento de la REPAM, nos interpelaba a considerar que:
No podemos vivir solos, encerrados en nosotros mismos: tenemos que amar y ser amados, necesitamos ternura. Solamente de esta manera, el testimonio cristiano puede, gracias a la red, alcanzar las periferias existenciales humanas, permitiendo que el fermento cristiano fecunde y haga progresar a las culturas vivas de la Amazonia (Mensaje del Papa Francisco a la REPAM en su fundación).
En este esfuerzo, en permanente reconfiguración, han participado una multiplicidad de experiencias eclesiales territoriales ya existentes junto con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), la Comisión para la Amazonía de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas, y la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Religiosas/os (CLAR), además de múltiples núcleos eclesiales, agentes de pastoral y equipos itinerantes, congregaciones, instituciones especializadas, organizaciones de los pueblos originarios, redes internacionales de Iglesia, y el cercano apoyo de diversas instancias del Vaticano. Todas ellas en conjunto, en un escenario altamente improbable por su complejidad, pero igualmente impostergable por la situación insostenible de amenazas sobre la Amazonía y sus pueblos, han puesto en marcha una experiencia inédita de articulación pastoral en un territorio específico.
Caminar juntos
Parafraseando algunos de los documentos de la REPAM, ella tiene como vocación el ser una plataforma que permita a los diversos sujetos del territorio CAMINAR JUNTOS con sus propias experiencias y en unidad, sin pretender uniformidad. Ser SERVIDORA que promueve y fomenta respuestas concretas y acercamientos a las periferias para su promoción. Asumir una vocación de ESCUCHA de las personas en el territorio y conocer sus sueños, clamores y horizontes, saliendo de la autorreferencia como Iglesia. Promover una perspectiva misionera de Iglesia PRESENTE EN EL TERRITORIO, capaz de inculturarse e interculturarse en la realidad. Y asumir un PAPEL PROFÉTICO de anuncio y denuncia ante los signos de muerte que pesan sobre la Amazonía y sus pueblos, recibiendo y sosteniendo el testimonio de mujeres y hombres mártires y profetas de la iglesia y del territorio.
La REPAM debe ser entendida en este momento histórico como consecuencia de la revelación del Espíritu en el Magisterio de la Iglesia en América Latina en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida donde se expresa la necesidad de:
Crear conciencia en las Américas sobre la importancia de la Amazonía para toda la humanidad. Establecer, entre las iglesias locales de diversos países sudamericanos, que están en la cuenca amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas para crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común (Dap 475).
Los rasgos esenciales de la REPAM: Red – Eclesial – Panamazónica
Ser Red. Se sustenta en una dinámica colegial, en la escucha activa, en el dejarnos transformar por la realidad y optar por una unidad en la diversidad. Romper esquemas preexistentes y fronteras (geográficas y existenciales), inspirando a un sentido de servicio que construye puentes y conecta experiencias. Un proceso en permanente reconstitución y con una estructura flexible y ligera que asume una misión común para la defensa de la vida. Una dinámica de red con capacidad de generar el encuentro entre culturas y comprender que pueblos originarios y comunidades amazónicas nos presentan otras formas de interpretar, contemplar y sentir la realidad. Es un esfuerzo por superar la enorme fragmentación de la Iglesia en el territorio, y abandonar los muchos rasgos de una eclesialidad colonial y autorreferencial que siguen presentes en muchos niveles.
Ser Eclesial. Sinodalidad como modo de ser Iglesia, es decir, desde el diálogo, la escucha activa, el discernimiento, y en un ritmo compartido por todos los miembros y con el propio territorio. Vivir un cristocentrismo como sentido de la identidad de la red, reconociendo la encarnación en medio de la diversidad cultural, pero sin imposiciones. Con una misión de crear conciencia regional y global sobre esta realidad particular, sus amenazas y aportes a la vida del planeta, impregnando a toda la Iglesia del llamado a compartir con todas las culturas, y a dejarnos moldear por ellas. Seguir reflexionando sobre la comprensión integral de la evangelización con perspectivas de inter-culturalidad y de una inculturación no avasalladora. Con la misión de crear una verdadera pastoral de conjunto.
Ser Panamazónica. Propiciar una comunión territorial que se compone de una realidad amplia y diversa. Asumir una perspectiva integral entre los diversos niveles de la realidad y de nuestra presencia en este bioma en lo local, nacional, regional e internacional. Los territorios representan rostros concretos a los cuales servimos, y la red quiere hacerlos parte de todos sus espacios. Buscar que los actores en el territorio sean sujetos de su propia historia.